Emery estuvo tanto tiempo en la tina que casi se quedó dormida, pero finalmente bostezó, se estiró, salió del agua y se puso la bata.
Al entrar en el dormitorio, se asustó mucho.
Esa figura... era Aiden, ¿o no?. Tenía que serlo porque nadie más que él podría caminar con tanta libertad por su habitación.
Al escucharla, el hombre que previamente miraba por la ventana se volvió y Emery pudo ver que sostenía un cigarrillo entre los dedos, que se consumía en volutas de humo.
Él entrecerró los ojos.
Ella, por su parte, cerró inconscientemente el cuello de su bata y dijo con molestia: "Aiden... es tarde, ¿qué haces aquí?".
"¿Acaso no puedo estar aquí?", preguntó él. "Ya te he visto desnuda, así es que no veo por qué te cubres".
La mujer se congeló, como solía pasarle cuando
