| El debut de Perséfone |

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Me cruzo de brazos mirando todo lo que Hades trajo para mí. ─¿Me vas a vestir? ─Pregunto ante las bolsas llenas de ropa nueva. Ni siquiera sabía que en el inframundo había tiendas de lujo. ─Y desvestir si quieres ─comenta jocoso. ─¿Eres así de bromista siempre? ─Suelo ser elocuente, la vida en el inframundo es un poco lúgubre. Oh, tienes que saber que unos de mis pasatiempos es apostar sobre qué alma sufre más en el purgatorio, que divertido es eso ─suelta riéndose. ─Super divertido, ludópata ─Me inclino sosteniendo en mi mano una de las bolsas y saco un vestido de ellas. Es de color blanco y él me lo arrebata. ─Colores oscuros ─dice. Arrugo mi cejo. ─¿Y qué hacía ese vestido allí? Me gustó, quiero ese ─Se lo arrebato de nuevo esbozándole una sonrisa─. Si haré de una ninfa del inframundo tengo que vestir algo que me guste ─agrego y él se frustra─. Vete, no quiero que me veas desnuda ─demando. Hades posa sus ojos miel en los míos. ─¿Qué te hace pensar que ya no te he visto desnuda? ─Insinúa sorprendiéndome. Sonríe de manera maquiavélica y se gira para salir de la habitación «Psicópata» pienso. Boto el aire retenido y procedo a colocarme el tedioso vestido que orgullosamente escogí entre la montaña de bolsas. Resoplo y camino hacia el espejo observándolo mejor, tiene una falda con mucho tul dándole la apariencia de que es pesado, pero no lo es, un escote con algo de encaje muestra un poco el monte de mis pechos apretándolos. Sacudo la falda con mis manos y miro las bolsas buscando unos tacones que vayan a juego con el vestido, pero todos son negros. «Realmente no les gustan los colores claros» pienso dándome cuenta. La puerta se abre sin aviso previo dándole paso a Hades, aparece vestido con un traje oscuro y se ve como un ángel caído. Me quedo anonadada por lo atractivo que es ¿Acaso es un truco para que las personas pequen con la lujuria? Porque podría funcionar. ─Tal vez te servirían estos ─menciona rascándose la nuca. Le quita la tapa a la caja y me alzo para ver el interior con curiosidad. Vislumbro unos preciosos tacones blancos con unos lazos gigantes al frente, son los más lindos que he podido ver en mi vida. Me emociono como una niña y los tomo en mis manos. ─¿No estaré rompiendo alguna regla con que sean blancos? ─Pregunto arqueando una ceja. ─Soy uno de los que ponen reglas en este lugar y no ─responde. Hago ademán de colocármelos y él se acerca a mí arrebatándomelos─. Permíteme ─propone luego de aclarar su garganta. Remojo mis labios y asiento aceptando su propuesta. Hades se agacha ante mí. ─Alza la falda ─ordena y eso hago. Él toma uno de mis pies y su tacto me eriza la piel. Necesito dejar de mirarle como si yo fuera una abeja y él una flor con mucho polen. Poso mi mano en su hombro para no perder el equilibrio, veo su cabello y las ansias de querer enterrar mis dedos en sus hebras me invaden. Niego con mi cabeza ante el impulso tonto. «Tienes que controlarte, Cat, no es como si hubieras tenido un año de soltería. Solo tienes unos pocos días» Hades me coloca un tacón y luego el otro, sorpresivamente me calzan a la perfección. Él se coloca erguido cuando termina y mi mentón se alza para poder verle ante su gran altura. ─¿Entendiste todo lo que te dije? ─Pregunta de repente. Pestañeo «¡¿Me estaba hablando?!» Exclama mi subconsciente mismo que me había mantenido absorta ala belleza de Hades. ─Sí, claro, es pan comido ─suelto con un resoplido y manoteo el aire restándole importancia. ─Bien, porque un paso en falso y Lucifer enfurecerá. Los mortales solo sirven para llenar el averno y darnos más trabajo, para él no son los favoritos y no puede saber por nada del inframundo que eres un simple mortal ─declara seriamente. ─¿Gracias? ─Suelto sarcástica─. Ustedes no son los favoritos en la tierra, adivina quién sí ─digo esbozando una sonrisa. ─No digas su nombre aquí ─Suaviza sus sienes. ─¿Es algo así como Lord Voldemort? El innombrable del inframundo ─digo fingiendo con mi voz gruesa para darle dramatismo. ─¿Lord Voldemort? ─Necesitas saber de cultura general, Harry Potter es lo mejor. Tú serías de Slytherin ─menciono detallándole. ─Ambos seremos castigados por esto, viviré en el purgatorio gracias a una mortal que me manifestó como su esclavo y no s****l ─suelta con frustración y a punto de ponerse a llorar. ─No seas tonto, lo haremos fabuloso. Estuve en una obra de teatro en la secundaria ─comento caminando a la salida. ─¿Y qué papel hiciste? ─Pregunta curioso. Le miro sonriendo. ─Un árbol ─respondo─. Era el mejor árbol de esa obra ─acoto con orgullo. Él clava sus ojos en mí y camina a mi lado saliendo del lugar. ** Mis latidos se encienden cual locomotora al ver el precipicio oscuro y denso donde proliferan gritos de dolor. Me tiembla el cuerpo de solo escuchar y estar cerca. ─Ni loca ¡¿Cómo mierda cruzaremos esto?! ─Exclamo asustada. Hades de repente me abraza con su cuerpo y abro mis ojos con sobresalto. ─Hades… ─murmuro y unas alas enormes y oscuras salen de su espalda estirándose ante mis pupilas. Se ven preciosas, enigmáticas y mágicas─. ¡Hades! ─Grito para sentir que el suelo ya no toca mis tacones. Él nos lanza hacia el precipicio, me aferro con fuerza ocultando mi rostro en su pecho sorbiendo el aroma que él desprende. Quiero llorar del miedo, un gimoteo se me atraviesa en la garganta, hasta que mis tacones vuelven a tocar el suelo. ─Ya puedes abrir los ojos, Perséfone ─dice y me aparto de un salto mirando a todos lados. Mi pecho sube y baja mientras que mis latidos no dejan de golpear mi esternón. ─¡Podías avisarme! ─Gruño encarándole. Hades oculta sus alas. ─¿No te excitó ni un poco? ─Pregunta con una sonrisa que me desorienta. ─¡¿Qu-qué?! ─Suelto con el calor en mis mejillas. Súbitamente aparece una gárgola gigante y grito al verla. ─Sé que soy feo, pero no exageres ─dice la gárgola. ─Es Tom, el mayordomo de Lucifer ─menciona Hades, trago con dificultad─. Te hablé sobre él ─murmura entre dientes «Sí, cuando estaba embelesada por tu belleza» pienso sonriéndole apenada. Siento la tensión en mis hombros. Veo todo a mi alrededor y puedo notar que parece una cueva inmensa, hay antorchas en las paredes dando algo de iluminación y el suelo es brillante como si fuera el mismo cielo lleno de estrellas. Camino siguiendo a Hades. ─Disculpa ─murmuro hacia la gárgola. ─Ninfas ─espeta con desagrado. Sigo mi camino apresurando mis pasos y el eco se hace más fuerte. Cruzamos un túnel y llegamos hasta un inmenso salón con un fuego abrasador a un costado. Tiene una mesa lineal con cuatro asientos y un gran trono de piedra. Alzo la vista al techo para ver una especie de pecera, pero de almas que nadan sin sentido alguno. ─¡Bienvenidos! ─Anuncia Lucifer efusivo. Aparece vestido de traje oscuro, se acerca a mí tomando mis manos y besa mis nudillos─. Ninfa de la primavera; Perséfone. ─Señor Morningstar ─comento, recordando el apellido de Asael─. Es un honor estar aquí. ─Puedes decirme Lucifer, preciosa. Vengan, sentémonos ─propone y nos invita a tomar asiento. Miro a Hades que se sienta a mi lado con el rostro serio y parece no sentirse cómodo─. Como hoy tenemos una invitada especial, he mandado a preparar un banquete ─Aplaude dos veces para darle paso a un par de mujeres semidesnudas que traen un banquete para nosotros colocándolo en la gran mesa. Detrás de ellas, camina una mujer elegante de cabello rojo y mirada penetrante. ─Debes de conocer a Lilith ─comenta Lucifer─. La madre de demonios ─acota y ella se acerca a mirarme con detalle. ─Es raro ver a una ninfa de la primavera en el inframundo ─menciona poniéndome de los nervios. ─Sí… ─La rapté ─suelta de repente Hades llamando la atención de todos─. No me dieron condiciones, solo dijeron que debía escoger a una futura reina y esta ninfa lo será ─agrega encarando a su padre con molestia. ─Es inusual ─dice Lucifer─. Pero no imposible, no creo que una simple ninfa cause algún alboroto en el inframundo ─suelta riéndose y quizás dudándolo. Lilith aclara su garganta. ─¿Por qué desapareciste, Asael? ─Inquiere Lilith de repente. ─Estuve fornicando con mi ninfa ─responde fríamente─. Te he dicho que no me llames así ─gruñe Hades. ─¿En dónde? ─Indaga Lilith tomando lo que parece ser una fruta podrida y la muerde. Trago con dificultad. «No pienso comer eso» ─Cerca de la tierra, es una ninfa de la primavera, no seas tonta, Lilith ─responde y ella parece enfurecer, aprieta la fruta y gruñe. ─Estás mintiendo ─manifiesta de repente. «Mierda» ─Piensa lo que quieras. ─Lucifer, lo siento, pero esto es una ofensa. Él no puede traer a una ninfa que viene de la tierra ¡Esto es el inframundo! ─Suelta la mujer. ─Vamos a calmarnos, a menos que quieran que el fuego que se posa a nuestro costado les consuma ─advierte Lucifer con dureza─. Es mi hijo, él no mentiría y sabe que detesto a los mortales. Al fin y al cabo, es una ninfa, démosle la oportunidad y pasemos al entretenimiento ─agrega tomando asiento en el trono. Miro a Hades que sigue intercambiando miradas frías con Lilith y me ofrece el asiento a su lado. Ella refunfuña y termina sentándose. ─¿Estás bien? ─Pregunto en un susurro. ─¿Ahora te importa? ─Espeta. ─No seas un imbécil ─gruño entre dientes─. Estoy arriesgando mi lindo trasero aquí por ti ─agrego. Sus ojos se clavan en los míos desorbitándome por los intensos que se ven. ─Sí, tienes un lindo trasero, Perséfone ─murmura calentando mis mejillas. Inesperadamente, aparecen unas personas; mortales y Lucifer aplaude emocionado. ─Escoge uno, Perséfone, como invitada de honor ─propone el mismísimo diablo. Miro los rostros de las personas y tienen diferentes edades, vestimentas y demás. El hombre con un traje inmaculado, linda sonrisa y cabello bien recortado llama mi atención. Quizá sea el más inocente de todos, aunque no creo que esté aquí por algo bueno. ─Ese hombre ─señalo. Lucifer sonríe con malicia. ─Que dé un paso adelante ─menciona y unas cadenas que atan sus manos y pies rechinan─. Decide su destino final, júzgalo a tu antojo ─demanda con emoción. ─¿Puedo preguntar qué hizo? ─Cuestiono. ─Claro, linda. Aquí en el inframundo somos justos ─acepta chasqueando los dedos. Una nube oscura aparece proyectando imágenes donde aparece el sujeto. Él parece amar a una mujer, le da un beso de despedida y se va en un auto. Luego aparece en un club nocturno donde mujeres desnudas le bailan, él lanza billetes hacia ellas mientras se ríe. Aprieto mis manos contra mis muslos al ver las imágenes mientras que mi pulso se acelera ante la repulsión y la rabia que me produce. El sujeto parece insistente con una de las chicas y ella le golpea en el rostro, él sonríe mirándola cómo se aleja para luego verse siguiéndola a un callejón donde…abusa de ella de forma despiadada. Mis ojos se escuecen y arden, no solo por el engaño y el dolor que le causa a su pareja sino, a la chica, el cómo la hace sufrir. Entierro mis uñas de la impotencia en la palma de mis manos. La nube desaparece y Hades me mira con atención. ─Perséfone… ─murmura indagando ante mi reacción. ─¿Cuál será tu jugoso final para este…? ─El peor ─intervengo con el nudo en la garganta─. Quiero que sufra, que sus entrañas duelan mientras respira y que cada que pase saliva el ardor sea como tragar una piedra hirviendo, que su sufrimiento nunca termine, porque esas mujeres pasarán por mucho para poder borrar lo que ese imbécil les hizo. Si es posible, que su destino final sea el mismísimo infierno ─manifiesto con los ojos cristalizados y mi cuerpo temblando al retener el sollozo que me quiere domar. Lucifer parece feliz con mi respuesta. ─¡Fascinante! ─Exclama aplaudiendo. ─Si me permiten, necesito…un momento ─digo levantándome de la mesa. Hades también lo hace. Camino sin rumbo buscando un lugar donde nadie me pueda ver, y suelto las lágrimas que arden en su salida. Mi rostro se baña de ellas hasta que el cuerpo de Hades me envuelve en sus brazos. ─Tus ojos, Perséfone, están…rojos ─gruñe y no sé de qué habla─. Lamento que hayas visto eso ─murmura con ronquez. Me aferro a su traje, a su calor y su aroma─. Perséfone, no llores… ─dice─. Me duele también a mí ─agrega y alzo mi rostro para verle con los ojos oscurecidos aguantándose el sollozo. ─Lo…siento ─Había olvidado la conexión que tenemos. Su rostro me parece la calma en medio de una guerra, es como ver luz en el inframundo, mis latidos golpean más fuertes y no sé qué me ocurre. Aferro mis manos a las solapas de su traje colocándome de puntillas, él me termina de alzar y nuestros labios se acercan. ─Quiero quitarte el dolor ─manifiesta con su tenor grave que provoca un vértice en mi estómago. Mi cuerpo se estremece y súbitamente nuestros labios colisionan y todo estalla dentro de mí. Sus labios me reciben con vehemencia en un beso sumamente erótico provocando que mi coño palpite como nunca antes. Suelto un gemido en medio del beso cuando su lengua entra a mi boca encontrándose con la mía en una lanza de lujuria infernal. Mis dedos finalmente se entierran en su cuero cabelludo y el beso se intensifica, él me empuja contra uno de los muros alzando mi falda con desespero para tantear mi sexo con la punta de sus dedos. «¿Qué está sucediendo, esto es real?» Me cuestiono aturdida por la lujuria que doma mi cuerpo por completo. ─¿Hades? ─Pregunta una voz suave. Abro los ojos con sobresalto y me separo de Asael para girar mi rostro y ver a una mujer rubia de ojos grandes y claros. Sin darnos cuenta…algo comienza a brillar debajo de nosotros y mi cuerpo se siente extraño. ─¡Hades! ─Exclamo cuando siento que él me suelta. Intenta tocarme, pero sus manos me traspasan e inesperadamente me desvanezco. Todo es oscuro y caigo en el asfalto. Pestañeo mirando a los lados intentando levantarme. Hay mucha luz, un cielo y mucho ruido de autos, hago un traspié caminando con dificultad para darme cuenta de que estoy de regreso en la…tierra.
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