| Lujuria infernal |

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Pestañeo mirando a Hades, tratando de asimilar lo que ha dicho y con tanta seguridad. Kevin se enfurece más mirando con rabia al sujeto del inframundo a mi lado. ─Cat, ¿qué significa esto? ─Demanda Kevin arrastrando su mirada hacia mí. Busca en mis manos el anillo de compromiso que se supone tendría de Hades si realmente fuera su prometida. ─No tengo que darte explicaciones, Kevin. Me abandonaste, y me dejaste claro todo ─digo aprovechando que Hades mintió para salvarme el trasero. No estoy lista para hablar con Kevin, aún me duele, hay mucho resentimiento en mi interior y ha roto mi confianza por completo, misma que dudo entregar nuevamente a algún hombre. Hago ademán de irme y Hades entiende eso; ambos nos giramos para irnos. ─Cat, ¡no te atrevas a dejarme así! ─Exclama Kevin a mi espalda en una amenaza y sostiene mi mano con fuerza deteniéndome. Hago un mohín de dolor por lo brusco que es. Hades se da cuenta y se interpone entre nosotros obligándole a Kevin que me suelte. ─Seguramente no quieres que las Moiras del inframundo se encarguen de interrumpir tu destino, así que, en tu vida vuelvas a colocar sus manos sobre mi Perséfone, porque me encargaré de que vivas un maldito infierno constante y disfrutaré mucho de eso ─amenaza Hades imponente y sorprendiéndome─. De hecho, haré que… ─Creo que entendió ¿Nos vamos? ─Le interrumpo antes de que a Hades se les salgan las alas por enojado y se muestre cómo realmente es. Sostengo la mano de Asael y le guío hacia la salida del edificio, pero él, decide hacerle caras de odio a Kevin sacándole el dedo del medio como si eso funcionara en algún sentido. Cuando salimos, mi pecho está subiendo y bajando, miro a todos lados y busco detener un taxi para que nos saque de aquí. ─¡¿Qué carajos fue eso?! ─Exclamo encarándole. ─Te defendí, se dice: “Gracias” ─dice colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón. ─Gracias ─murmuro apenada─. ¡Pero lo de prometida y que nos casaremos! ─Digo encarándole. ─No mentí ─declara. ─Claro que sí. ─¿Acaso no eres mi prometida? Según Lucifer, sí ─Ruedo los ojos resoplando. Me altera en demasía que sea así. ─Solo en el inframundo y estábamos fingiendo mientras estaba allí, ahora estoy en la tierra, puedes volver y di una excusa, no sé, que una gárgola me comió ─digo ofuscada. ─¡Tú me trajiste aquí de nuevo! Y las gárgolas no comen mortales, podrían indigestarse ─espeta también alterado. Mis mejillas arden por lo que dice. ─No te traje ─digo por lo bajo avergonzada «¿Habrá sido el sueño húmedo?» ─Sí, lo hiciste, tuviste un sueño conmigo, por cierto…muy bueno, cuando quieras lo recreamos ¿Qué dices? ─Vete al cielo ─gruño, pateo el suelo porque ningún taxi se detiene─. Abre un portal y devuélvete, no seguiré con esto. Buscaré a la bruja que me dio la vela y se la devolveré con todo y Hades del inframundo ─digo y giro para mirarle, él comienza a caminar hacia un auto deportivo estacionado. Arrugo mi cejo cuando lo abre como si nada. ─No le devolverás ninguna vela, porque ahora te pertenece, estás marcada con ella desde el momento en que la encendiste. Por eso nuestra maldita conexión ─dice─. Sube al auto ─demanda. ─No lo haré. ─¡Sube al auto, Perséfone! ─¡No me subiré a un auto robado! ─¡Es mío! ─Insiste─. A menos que quieras que saque mis alas aquí y volemos por la ciudad ─Sonríe divertido. ─No, eso no ─digo caminando a pisotones hacia el auto, me subo y él cierra la puerta por mí rodeándolo para subirse detrás del volante y a mi lado. Paso el cinturón por mi pecho abrochándolo, él no lo hace, haciendo rugir el motor y acelerando. ─Realmente sí lo robé ─menciona de repente. Le miro con furia. ─De verdad que te odio. ─No puedes mentir tan mal. Querida, tenemos una conexión, sé cómo te sientes conmigo y odio…no es ─Coloco los ojos en blanco resoplando. No me pondré a discutir con el futuro rey del inframundo, eso es perder. ─¿A dónde nos llevas? ─Pregunto porque dudo que sepa mi dirección. ─A un lugar, que nos ayudará a volver al inframundo ─responde provocando que mis ojos se abran como platos. ─¡No volveré! ─Niego con la cabeza rápidamente haciendo un berrinche. ─Sí, lo harás, Lucifer y Lilith planearán mil maneras de torturarme si no regreso contigo; mi prometida y futura esposa ─Sonríe hacia mí moviendo su ceja con coquetería. ─¿Tu esposa? ─Sí, la reina del inframundo. ─Primero muerta. ─Oye, ser mi esposa no es tan malo como parece. Tendrás todo lo que quieras, y mucha lujuria ─dice provocando que mis latidos se alteren por su insinuación. ─Tengo que ir a un psiquiatra, esto está muy mal. ─No estás alucinando, ¿acaso no te diste cuenta de que ese imbécil me vio y casi se caga en los pantalones? ─Inquiere virando el volante. «Tiene razón»─. Soy real, Perséfone tan real como nuestra conexión y el que me ayudarás a ser el rey del inframundo ─agrega y el que me llame así me pone nerviosa, en el fondo, me gusta, más que el Catherine. Él se me queda mirando. ─Ve por dónde manejas ─espeto. ─Soy inmortal. ─Yo no ─digo, mirándole. Conecto con sus ojos miel que erizan mi piel. Él se queda pensativo y aclara su garganta como si estuviera pensando en algo. ─¿Te gustaría ser inmortal? ─Pregunta como si fuera algo normal. Como si estuviéramos eligiendo un sabor de helado. ─No, que aburrido, ¿y la adrenalina de poder morirte en cualquier momento? ─Pregunto sarcástica. ─Que perturbada estás, me encanta ─Sonríe haciéndome reír por su comentario. ─¿A dónde nos llevas? ¿Algún portal secreto entre el mundo mortal y el inframundo? ─Cuestiono mirando el camino. ─Eso sería más fácil, pero, mi padre tiene vigilado ese portal con el ejercito del inframundo hecho por Ares ─responde. ─Pensé que todo era una mitología ─murmuro sorprendida. ─Hay verdad en la mentira. Para mantener a los mortales distraídos, solo lanzamos algunas verdades que ellos creen que son mentiras. Porque ¿De qué otra forma lo tomarían? ─Menciona y asiento con ganas de preguntar muchas cosas y saber si son ciertas o no. ─¿El purgatorio sí es real? ¿El perro de Hades? ¿El lago de almas? ¿El cielo? ─Suelto una tras otra llamando su atención. ─Curiosa, como toda una “humanita” que tierna ─Se burla. ─¡Oye! No sé porqué he sentido que el que me dijeras humana es un insulto ─digo haciéndole reír. Su risa es grave, pero suficientemente hermosa para dejarme sin palabras. Nunca pensé escuchar carcajearse al hijo de Lucifer. Algo se enciende en medio de mi estómago, unas mariposas revolotean por el cántico de alguien inmortal. ** Él detiene el auto, salimos de él y veo la fachada de un bar común y corriente. Mi cejo se arruga y como la rubia tonta de las películas de terror; sigo al posible asesino o demonio a un lugar desconocido. Camino hacia a su lado y el hombre gigante de la entrada nos deja entrar de solo ver a Hades. El interior es como un bar normal, busco con mi mirada inocentemente un portal brillante que nos pase al inframundo. «Espera, ¿sí me iré con él?» me cuestiono desconcertada conmigo misma, quizás si ayudo a Hades con su padre y la madre de demonios, puede que me ayude a cortar el vínculo para que vuelva a tener mi vida aburrida, donde me han dejado en el altar y quitado mis ahorros. Suelto un resoplido al pensar en eso. No puedo creer Kevin haya tenido el descaro de buscarme e intentar darme explicaciones, las ganas de verle sufrir me invaden y creo que es por pasar mucho tiempo en el inframundo. Detengo mis pasos de golpe, cuando él me guía a la barra del bar. El lugar está lleno, música de ambiente, personas bebiendo y bailando. ─Hades, que bueno verte aquí ¿Es hora? ─Cuestiona un sujeto con el cabello largo detrás de la barra, él le da un apretón de mano a Hades. ─Sí, es hora, seguramente te debe de estar molestando esa piel ─dice Hades hacia el sujeto que me mira. ─Ni te imaginas, cada vez son más apretadas. ─¿De qué hablan? ─Pregunto llamando la atención de ambos. ─Ya verás. ─¿Y esta linda criatura? ─Cuestiona el sujeto. ─Perséfone, él es mi buen amigo; Zade Wolf ─dice y él me besa la mano. ─¿Humana? ─Suelta de repente el hombre sorprendido, pero, preocupado y mirando a Hades. ─Tranquilo, ella es mi prometida ─declara. ─No estés diciendo eso con facilidad ─espeto entre dientes. ─Entonces, que disfruten de la noche ─manifiesta Zade, chasqueando sus dedos. Presiona de repente un botón en la pared. El suelo comienza a moverse, me sujeto de Hades y grito cuando el hombre que parecía un humado rasga su propia piel para liberar a una bestia peluda y enorme que aúlla de forma estruendosa. Se ve temible y mi corazón palpita con tanta fuerza. ─¡Un hombre lobo! ─Chillo al punto de querer desmayarme. Siento cómo el ambiente cambia, giro mi rostro y para mi sorpresa las personas comienzan a parecer de todo, menos humanos, lo que parecen ser mujeres bailan semidesnudas. Entre ellos; desborda la lujuria, se escuchan gemidos y gritos de placer en medio de la música. ─¿Esto responde alguna de tus preguntas, Perséfone? ─Susurra Hades llevándome a mirarle. Cuando lo hago; él ha explayado sus alas oscuras y sus ojos se denotan más oscuros. Se ve imponente hasta…sexy. «No, no quiero pensar que lo es, pero…demonios, Hades es demasiado sexy» ─¿Qué es este lugar? ─Pregunto nerviosa. ─Es mi club, es un pedazo del inframundo, pero en el reino mortal. Es algo que mi padre no aprobaría. Pero ¿Acaso le quitarías un club del sexo al Dios de la lujuria? No lo creo ─manifiesta y vuelvo a mirar a mi alrededor, puedo dilucidar fustas, diferentes fetiches, seres de otro mundo follando sin más mientras otros observan. Trago con dificultad, sintiendo las estocadas de mi corazón junto al calor que se posa en mi nuca y mi vientre─. Sé lo que sentiste, libera esa lujuria, Perséfone. No por nada fuiste la elegida para tenerme. Tienes lujuria infernal creciendo desde tu interior y estaré gustoso de ayudarte a explorarla ─susurra con su tenor grave en mi mejilla, desorbitándome. Le miro y nuestros ojos se conectan, no sé qué está ocurriendo o cómo saldré de esto ilesa, pero, de algo estoy muy segura; he perdido por completo toda la cordura que me quedaba. ─Guíame, Hades ─manifiesto con ronquez. Quizás motivada por el ambiente, o porque quiero olvidar al imbécil de mi ex con el futuro rey de la lujuria ¿Qué podría salir mal de todo esto? Es como si fuera una ilusión, cuando termine, volveré a mi vida cotidiana a ahogarme de helado mientras veo películas de romances que nunca me sucederán o…todo se irá al infierno, pero, mientras disfrutaré de la dichosa lujuria infernal.
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