—Acepta lo que eres— escuché un susurró.
Me despierto alterada y caigo de la cama. Una mala noche y nuevamente esas pesadillas, pero debo levantarme para ir a trabajar.
—Cariño, sino no nos vamos ahora llegaremos tarde— dice Pablo.
Realmente estoy muy agotada, pero debo levantarme para ir al trabajo, camino al espejo, mi cabello color azabache es un desastre y mis ojos color gris plata están apagados, tome de un frasco una pastilla azul qué me receta el psiquiatra hace un par de años, me tomó la pastilla y pasó un poco de agua por mi rostro.
Lo único que puedo pensar ahora, es que la vida es una porquería.
**
Al terminar el día Pablo, mi novio me recoge del trabajo, él lo mejor que me pudo pasar. Lo conocí en la escuela, al ver los golpes y abusos constantes de mis padres decidió que viviríamos juntos.
Pablo tenía una buena familia, pero no aprobaban la idea de llevar a una niña de quince años a su casa, así que sin decir nada un día nos fuimos del pueblo, después de recorrer varias ciudades y vivir de lo poco que conseguimos, aquí estamos, dos años después.
Logré conseguir un trabajo de mesera en una cafetería y Pablo tiene un mejor trabajo arreglando computadoras y esas cosas.
—¿Cómo te fue cariño?— preguntó Pablo.
—Bien— escupí.
Pablo se da cuenta que estoy cansada y no deseo conversar, me conoce, sabe que mi falta de sueño y hambre me pone de mal humor.
Llegamos a nuestro pequeño apartamento, no es muy grande pero tiene todo lo necesario, es una habitación grande en un lado está una cama matrimonial, junto a un pequeño ropero en dónde tenemos pocas prendas y una pequeña estufa con una cesta con pocos utensilios de cocina y una puerta con un pequeño baño, consumimos lo menos posible para tratar de ahorrar y poder tener un mejor futuro juntos, pero soy yo quien no ayuda mucho con las citas al psiquiatra y los medicamentos que debo tomar.
Estoy cansada, así que decido ir a dormir temprano mientras Pablo termina unos trabajos pendientes, no logró conciliar el sueño, lo siento recostarse en la cama, me doy la vuelta y él me abraza.
–Descansa –susurra.
Lo veo un momento y me acerco a besarlo, creo que ha pasado una semana desde que no hacemos el amor, es demasiado amable para pedírmelo, así que siempre soy yo quien termina pidiéndole porque sé que para él es importante.
–¿Segura? –me pregunta.
Yo afirmó y se coloca el condón, siempre lo ha usado, dice que ya tomó demasiadas medicinas como para agregar a la lista los anticonceptivos, lo siento dentro de mi moviéndose hasta que llega a su clímax, realmente no entiendo la necesidad de hacer esto, lo observó levantarse y regresar a la cama, me abraza y se queda dormido casi al instante.
No lo entiendo, se supone que debería estar feliz por salir del remolque de mis padres drogadictos, siempre sentí que no pertenecía ahí, voy al trabajo y regreso con Pablo, nos apoyamos y ayudamos, es un buen comienzo, pero no sé qué pasa conmigo, es como si no perteneciera a ningún lugar, como si estuviera viviendo la vida de alguien más.
Un ruido fuerte nos despertó confundidos, después escuchamos en la calle a personas gritar; no sabíamos lo que ocurría, sentí un olor extraño pero familiar que me provocó un escalofrío. Pablo me abrazó con fuerza y me dijo que saliéramos con cuidado, está zona era peligrosa y a veces las pandillas causaban problemas, siento que está vez es diferente, se escuchan sonidos de golpes y gruñidos.
Pablo toma uno de los cuchillos de la cocina y salimos, quedamos paralizados al ver en el callejón a cuatro hombres grandes y musculosos peleando con otros diez hombres un poco más pálidos y extraños que al parecer querían acercarse a un grupo de personas.
Siento una presencia y me dí cuenta que al lado de Pablo aparece uno de los hombres pálidos abalanzándose sobre nosotros y al ver que Pablo no reacciona, sin pensar le arrebaté el cuchillo de las manos justo a tiempo para cortar la garganta del hombre pálido, cuando está en el suelo aún con vida, me incliné a cortar su garganta más profundo casi separando la cabeza del cuerpo, no tengo la menor idea de cómo sé hacer eso.
Tomé de la mano a Pablo para poder avanzar fuera del callejón pero son demasiados y realmente no sé qué está pasando, así que empuje a Pablo cerca de uno de los contenedores de basura antes de que otro hombre pálido nos atacará, llevé el cuchillo hacia su pecho pero esto no lo detuvo y extendió sus brazos hacia mí, dí un paso atrás esquivando su ataque, pero sigue tratando de herirme, uno de los hombres musculosos se abalanzó sobre él y noté que tenía su mano en forma de una garra alargada la cual atravesó al hombre pálido; me lanzó una mirada con sus ojos color miel que me estremeció.
— ¡Hey tú! — Escuché detrás de mí –. Prueba con esto.
Uno de los hombres musculosos me lanzó una cuchilla alargada con mango, muy parecida a una guadaña, reaccioné y la agarré a tiempo, lo veo y me da una sonrisa mientras pelea con dos hombres pálidos.
Mi mente se agiliza y supe que los hombres pálidos querían hacernos daño, aunque para ser sincera ya quedan pocos; otros dos llegaron a mí y utilice la guadaña para cortar a uno por la mitad y al otro en la garganta con gran velocidad.
Me detuve y vi que los hombres musculosos han terminado con los demás, ellos no tienen armas, en especial el hombre que me salvó.
¿Cómo hizo eso?
Recordé su mano en forma de garra, la mire de nuevo, no parece tener nada, tal vez fue mi imaginación.
—Eso fue impresionante para una humana— dice el hombre de ojos azules
Es alto y de cuerpo musculoso, con ojos azul cielo y cabello color arena, extendí mi mano temblorosa con la guadaña y se la entregó.
—Te la regalaría, pero es una de mis favoritas— comentó.
—Eres idiota, como se te ocurre involucrar a una humana— interrumpe otro.
Se acerca a mí y es casi tan alto como el primero, tiene una cicatriz que recorre desde el cuello hasta la mitad de su abdomen.
Humana, ¿qué quiere decir? ¿Ellos no son humanos? Los veo, pero no comprendo que acaba de pasar. Tampoco es como que me interese, solo me estaba defendiendo.
Me dí la vuelta para caminar hacia Pablo, sólo pienso en irme de aquí
—Llevénse a la humana— escuché una voz ronca y áspera.
El escalofrío por mi columna vertebral me hizo detenerme, reaccioné y seguí caminando.
—¿A dónde crees que vas?— escuché la misma voz.
Me estremecí de nuevo al escucharlo, pero no iba a dejar que nadie me intimidará, me he defendido y desde las golpizas de mi padre no había dejado que nadie me levantará la voz.
—¡Me voy de aquí!— grité furiosa.
Seguí caminando y enseguida sentí como unas manos grandes rodearon mi cintura y me levantaron del suelo colocándome en sus hombros.
¿Quién se cree que es?
Esto se puede considerar secuestro, tardé en reaccionar que en realidad si me están secuestrando, no voy a permitir que me lleven a ningún lado, tengo que luchar.
Comencé a darle unos fuertes golpes en la espalda.
—¡Bájame! ¡Bájame!— grite.
Es inútil, me sorprendió lo alto que es este hombre y escuché su voz nuevamente.
—Nos llevamos a la humana, Beta Nate limpia este desastre y regresa.
¡¿Qué está pasando?! No sé quiénes son estos hombres, que me van a hacer, seguí luchando para que me soltará y me arrepentí de haberle devuelto la guadaña al chico.
Seguí golpeando su musculosa espalda hasta que sentí como se elevaba del suelo y cerré mis ojos con temor hasta que perdí el conocimiento y lo último que recuerdo es pensar en la imagen de Pablo viendo paralizado todo lo que había pasado… Pablo…