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2509 Words
  “Maldita perra” mis labios se movieron sin emitir sonido, quería gritárselo pero no encontraba mi voz, ella sabía, estos tres años en los que solo hablaba de él y hacia ridículos planes de cómo podría ser nuestra boda, de cómo saldrían nuestros hijos, de cada sonrisa que me dedicaba.  ¡Maldita perra!, ¡te odio!, ¡te odio! Ella se levantó y corrió hacia mi dirección, pero obligué a mis pies a moverse hacia la puerta por donde había entrado, caminé rápido, pero sentía que mis piernas eran muy lentas, así que comencé a correr chocando y haciendo tropezar a las personas en mi camino, nada me importaba, incluso las lágrimas desbordaban solas de mis ojos, llegué a la entrada de la escuela y disminuí mi carrera en dirección a mi casa, necesitaba... necesitaba... no sabía qué quería, ni qué rayos necesitaba en este momento más que desaparecer. Alguien me agarró el brazo con brusquedad y me jaló hacia atrás deteniéndome en mi momento de debilidad. Era Trami, ahora comprendía por qué mantenía su cabello siempre arreglado, se había comenzado a maquillar, todo para engatusar a mi Brian. —Lo siento —soltó Trami, parecía completamente angustiada—, no fue mi intensión que pasara, pero es amigo de mi hermano y prácticamente se la mantenía en mi casa, fue inevitable... Me quedé observándola sin poder entender qué carajos quería decirme, ¿fue inevitable? Se suponía que había un código de amistad ¿o no existía? Debía de existir un código moralista donde “no te puedes meter con el crush de tres años de tu mejor amiga” fuera una ley. —Dijiste que te la mantenías encerrada en tu habitación cuando él iba a tu casa —acusé—, ¡me juraste que te parecía horrible! El hermano gemelo de Trami jugaba en el equipo de Brian eran muy cercanos, siempre quería ir a la casa de ella solo para "encontrárlo por casualidad" pero ella nunca quiso, siempre tenia una excusa, ya sabia por qué. —Por Dios, Claus —dijo Trami—, Brian es uno de los chicos más hermosos de la escuela y del mundo si es posible, es perfecto, ni que fuera ciega. No lo planee, solo pasó. Ella no podía elogiarlo, jamás había admitido eso frente a mí, nunca. — ¿Hace cuánto? —pregunté, al ver su cara de confusión agregué: — ¡¿Hace cuánto que están juntos?! Contrajo su expresión y negó casi imperceptiblemente con la cabeza. —Casi cuatro meses —admitió—, cuando comenzaste a hablar con él y me contaste que fue amable, me dio curiosidad, y comencé a hablar con él también, después por casualidad nos encontramos en la cocina una noche para tomar agua y solo... sucedió... ¡¿Solo sucedió?! Esa perra sabía todos los años que había estado enamorada de Brian Cannoli, sabía que había tenido un avance grandísimo cuando hablé con él, ¿Cómo pudo traicionarme? —Iremos al baile juntos —continuó—, no sabía cómo decírtelo... El nudo en mi garganta se comprimía cada vez más. Se suponía que él sería mi primera cita en el baile, se suponía que él sería mi primer amor, mi primera vez, mi primer TODO, ahora era la primera cita de Trami, el primer amor de Trami y la primera vez de... oh no... — ¿Estuviste con él? —Murmuré en un hilo de voz completamente frágil— ¿Tuvieron... sexo? No quería escuchar la respuesta, no por favor. No pudo haberme traicionado tan profundamente, ella sabía cuántas veces le dije que quería que el fuera mi primera y última vez porque tenía la ilusión de incluso casarme con él. —Claro Claus —dijo en tono apenado—, casi el mismo día que me pidió ser su novia, hace tres meses... Novia. Hace tres meses. Estuvo con mi Brian, desnuda; desnudos. Sentía que mi perfecta burbuja de ilusión había explotado, todo lo que quise esa perra envidiosa me lo quitó. Me di media vuelta y sentí mi quijada volver a temblar antes de que las lágrimas se derramaran, Trami fue detrás de mí y volvió a jalar mi brazo. —Espero algún día puedas perdonarme —dijo—, nunca quise hacerte daño. —Sí querías hacerme daño Tramari —refuté soltándome de su agarre, jamás la había llamado por su nombre completo—, ¡sabías que llevaba enamorada de él desde hace tres malditos años! Sabías que le había escrito con la esperanza de acercarme. —Por eso insistí en que no dejara de responderte, le dije que te tratara con normalidad, él sabe que eres mi mejor amiga. Me tomó unos pequeños segundos comprender lo que quería decirme. —¡¿Qué tú insististe?! —Repetí— ¿Le dijiste que estaba enamorada de él? —No tuve que decírselo, todos lo saben... —dijo— pero a él nunca le gustaste, te respondía por educación, a veces era yo la que te respondía, lo siento. Que dijera “lo siento” solo hacía que el hueco de mi corazón se hundiera más, ella era la que incluso me respondía los mensajes, ella, porque él solo era educado, nunca le gusté. —Lo siento —repitió—, pero por Dios Claus, es uno de los chicos más populares de la escuela, debiste ponerlo solo como un crush imposible. Fruncí el ceño y de alguna forma las lágrimas se secaron de mis ojos abriéndole paso a un profundo dolor de cabeza. — ¿Qué quieres decir? —Repliqué— Yo comencé a hablarle primero, y si no te le hubieras metido por los ojos esta sería una historia completamente diferente. —Claus, si a él le hubieras gustado, se hubiera acercado a ti desde el primer momento —dijo—. No quiero crear de esto una discusión. ¿Qué quería decirme?, ¿Qué él ni siquiera me vio como una posible novia? ¿Que era obvio que estaría con ella? El dolor de cabeza se intensificaba y la rabia me carcomía. — ¡¿Qué tu no quieres crear de esto una discusión?! —Mi voz había subido una octava— ¿Qué insinúas? ¿Qué tú eres una Megan Fox y yo un ogro? —No fue eso lo que quise decir —dijo— pero las posibilidades de que un chico como él estuviera contigo...  Claro que era eso lo que quería decirme.  Le encajé una cacheta que volteó su rostro, jamás había dado una cachetada en mi vida, jamás creí que mi ilusión del amor se destruyera frente a mis ojos. Me voltee enfurecida y no fue hasta ese momento que vi a las personas de la escuela asomarse para escuchar nuestra discusión, casi quería enseñarles mi dedo medio a todos y gritarles que se jodieran aunque ellos no tenían la culpa de que mi mejor amiga fuera una zorra. Caminé calle abajo, agradecí que no volvió a agarrarme el brazo porque de seguro que la agarraría por el cabello. Cuando llegué a mi casa fui directo a mi habitación y me encerré, apenas me quité los zapatos para acostarme en la cama y cubrirme bajo las sábanas, nunca creí eso de Trami, más que mi amiga era mi hermana, me destruyó y me hizo darme cuenta que no la conocía en lo absoluto, ella creía merecerse a Brian, se creía que se lo merecía todo por ser bonita, incluso se creía más bonita que yo ¿Eso era lo que ella creía de nosotras?  Me consideraba hermosa, aunque claro, Trami tenía el cabello corto y perfectamente arreglado, siempre sabía hablar correctamente y su sonrisa hacía que se le formaran unos adorables hoyuelos en las mejillas, ella tenía el cuerpo pequeño pero desarrollado, siempre aparentaba más edad, yo todavía esperaba que me salieran más curvas, pero era alta y elegante o por lo menos eso me decía mi madre, nunca aprendí a maquillarme así que simplemente no lo hacía y usaba unos pequeños lentes redondos...  Oh rayos. Recordé una película que vi, donde la chica fea hacia resaltar sus dos amigas bonitas, nunca me había fijado en eso, yo era la amiga fea que hacía resaltar su belleza. Comencé a llorar, lloré tanto que mi madre subió a mi habitación a ver qué me había ocurrido, me preparó un té y simplemente dejó que hablara, ella sabía de mi crush con Brian —o más bien, creo que todos lo sabían cómo había dicho Trami— le conté todo y me descargué comenzando a botar nuevas lagrimas, intenté escuchar música para hacerme sentir mejor, pero había un especial de Kudai en la televisión y sus músicas solo me hicieron pensar en todo lo sucedido haciéndome llorar otra vez, hasta que finalmente me quedé dormida. Era sábado, nunca odie tanto despertar desde el día siguiente a que mi padre muriera, era terrible tener que recordar una y otra vez lo sucedido el día anterior antes de poder acostumbrarse a la idea y que por fin dejara de doler. Mi madre me dijo que solo era un amor adolescente, que sería transitorio, pero nunca creí que un “amor transitorio” donde me ilusioné por tres años doliera tan horrible ni mucho menos que una persona especial para mi como lo era Trami me hubiera destruido tanto, ella nunca fue mi amiga, ella solo pensó en ella y en lo que quería, perra maldita.  Tomé mi celular y borré todas las fotos de ella, todas las fotos de Brian e incluso los bloquee de todas mis r************* , me sentía tan humillada que él me viera como una boba niña enamorada mientras Trami posiblemente lo obligaba a responder por “lastima”, eso solo me causaban más ganas de llorar. Escuché la puerta y el olor a wafless me ofuscó la nariz, mi madre sabia que era mi comida favorita, pero no tenia hambre, no me provocaba comer nada. —El desayuno —intentó que su voz sonara melodiosamente alegre—. A las dos debes ir a la casa de los vecinos Craft, ¿recuerdas eso?  Maldición, se me habia olvidado. El señor Craft tenía un hijo de diez años llamado Habacuc, le daba tutorías de matemáticas y me comprometí a ir hoy porque él tenía examen el lunes. —No estoy de animos en lo absoluto —murmuré contra la almohada—, tampoco tengo hambre. El colchón se hundió cuando mi mamá se sentó a mi lado y comenzó a acariciar mi cabello con sus dedos. —No les demuestres a las demás personas lo mal que estas por dentro —dijo—, solo sonríe y pruebales que nada te afecta, que simplemente nada te puede derribar... Casi comencé a llorar otra vez, me imaginaba que ella se creó esa frase después de que  mi padre murió hace casi seis años de una aneurisma, fue tan inesperado y trágico, él proveía el dinero a la casa, posterior a eso mi madre tuvo que empezar a trabajar y era dueña de una empresa online de cosméticos, al menos la vida nos había sonreído un poco. —La vida apesta —me senté poco a poco en la cama e inhalé el olor del café, mi cabeza estaba completamente revuelta, me sentía fatal. —Tú apestas —replicó mi madre acercándome la bandeja con mi desayuno—, después que comas, te vas a dar un buen baño y prepararas tus cosas para ir con los Craft, te comprometiste a enseñarle a Habacuc, no lo decepciones, él necesita de ti y tu necesitas distraerte. —Necesito el dinero que me darán —repliqué en broma pero apenas pude hacer el atisbo de una sonrisa, mi madre parecía encantada de que intentara bromear. —Sabes que no —me guiñó un ojo y se levantó—. Iré a mi oficina, vendré en una hora y si todavía no te has levantado, te bañaré con agua fría. Miré la hora en mi telefono, doce del medio dia, con razón mi madre me había traido el desayuno a la cama, era preocupante que me despertara tan tarde, siempre madrugaba porque me gustaba ver el sol salir por detrás de las montañas, era tonto, pero siempre lo hacía con mi padre y de alguna forma me hacia sentir que él seguía aquí conmigo. Cuando terminé de desayunar, me bañé, me lavé el cabello y decidí maquillarme un poco para ocultar mis ojos hinchados, solo polvo y un labial que guardaba en el baño, me miré en el espejo de cuerpo completo, tenía curvas, era bonita, aunque nunca nadie podría admitir lo feo que era, puede que me hubiera acostumbrado a ver mi rostro y lo catalogué como “normal”, pero tenía oscuras bolsas bajo los ojos, algunos granos y unas cejas tan pobladas que casi parecían una sola, maldición, era horrible... A mis ojos yo guardaba la ilusión de ser  una persona especial, pero al ojo publico de seguro que me catalogaban como un ogro o... ni eso, porque tal vez ni siquiera notaban mi existencia.  Trami siempre estaba al pendiente de su imagen, ella siempre usaba ropa de niña, faldas, camisas con escote, ¿Qué pasaba si...? Me acerqué al closet y me coloqué un pantalón corto con una ajustada camisa de tirantes, no estaba acostumbrada a usarlo, nunca me gustó mostrar piel, giré los ojos con rabia y sentí las ganas de llorar invadirme cuando me cambié a mi ropa habitual de pantalón y franela, me coloqué los lentes, el espejo no podía mentir ahora que me veía con otros ojos, jamás podría hacerle la competencia a Trami, jamás podría robar más miradas que ella... oh por Dios, ya debía dejar de pensar en ella, de ahora en adelante ella estaría muerta, desapareció, ya no existía, perra, perra, perra. Tomé los libros, salí de mi casa y caminé solo un poco a la casa de los Craft que quedaba al lado de la mía. Su casa era más grande que la de nosotros, tenía un jardín mas cuidado y eran dueños de alrededor de tres carros deportivos, por lo que sabía, su hijo mayor vivía fuera del país, el señor Craft era dueño de una empresa importantísima y su esposa heredera de muchos bienes, así que la paga que me daban por las tutorías me alcanzaba para derrocharlo en todas las cosas que se me ocurrieran, aunque siempre terminaba ahorrándolo, era de las personas que creían que si ahorraba mucho, podría después tener muchas cosas. Noté que había una lujoso auto deportivo estacionado en frente, a lo mejor era uno de los socios del señor Craft, siempre se la mantenían merodeando por aquí. Arreglé mi camisa, ahora extrañamente me sentía demasiado cubierta, me arrepentí de haberme cambiado de ropa, me sentía fea, insegura, pero en realidad en este momento, ya nada me importaba, me sentía al borde, como si no fuera yo. Toqué dos veces la puerta y seguidamente toqué el timbre, ese era mi señal, así siempre tocaba yo. La puerta se abrió, creí que abriría Habacuc como siempre hacia, pero a diferencia de lo que imaginé, me abrió un muchacho de gran altura, su cabello completamente desordenado en unos rizos castaños y tenía unos increíbles ojos verdes que me dejaron paralizada de la impresión. — ¿Qué? —dijo simplemente, pestañé varias veces, jamás lo había visto por estos lados, era demasiado atractivo, de seguro que era un nuevo socio del señor Craft, aunque lucía muy joven. Las palabras de Trami me invadieron este hombre era incluso más lindo que Brian y de seguro que mucho mayor también. —Vengo por... —mi lengua se trabó de la conmoción— Habacuc... Él me dio un repaso indisimulado por todo mi cuerpo poniéndome nerviosa, hasta parar nuevamente en mi rostro dejando una mueca de desprecio que no se interesó en ocultar. —No —respondió con petulancia—, ahora vete. Giró los ojos con enojo cerrando la puerta, dejándome ahí de pie y completamente anonadada.     
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