—¡Quiero que me busquen a ese infeliz hasta debajo de las piedras! —Si, señor. La sangre me ardía de coraje al ese maldito huir y nadie detenerlo; pero aún más al ver a Katrina en mis brazos inconsciente y herida. Ludovico rápidamente se acerca a mi revisando su herida y tratando de taparla. —Hay que llevarla a un hospital antes de que se desangre —Musita —. Olvídate de ese hombre Luciano, hay que salvar a Katrina. La tomo en mis brazos levantándome del suelo con ella y saliendo rápidamente de ese lugar. Al abordar la camioneta está sale a toda marcha en busca del lugar más cercano. Llegamos a una pequeña clínica privada, al entrar con ella rápidamente la colocan en una camilla y se la llevan tras una puertas para atenderlas. Doy vueltas tratando de calmar mi enojo pero siento