Capítulo 3 : Luciano Montecristo

1046 Words
Luciano Montecristo Ese era yo, un hombre al cuál perder sus padres cuando era un niño y sufrir la muerte de mi único hermano me había vuelto un hombre calculador, frío y sediento de venganza. Mi padre fue un conocido mafioso de Italia, cuando murió mi hermano tomo su lugar creando un imperio más grande y creando empresas para disimular nuestra ostentosa vida. Los negocios eran algo que me apasionaban desde adolescente, me visualizaba como un gran empresario alejado del mundo criminal, pero eso cambio la noche cuando unas camionetas nos interceptaron, me dispararon en el pecho y mientras perdía el conocimiento me toco ver como aquel hombre le disparaba a mi hermano llevándoselo de este mundo. En ese momento pensé que ambos nos moriríamos, sin embargo corrí con la suerte de sobrevivir y desde entonces jure vengarme de aquel maldito. Me costo un par de meses recuperarme, a los 22 años tome el puesto de mi hermano y con ayuda de Ludobico su mano derecha y mi mejor amigo pude lograr retomar el control y triplicar todos los negocios que este llevaba, incluso los de la mafia. —Me voy unos días y al regresar me encuentro con la noticia que tenemos una invitada retenida a la fuerza aquí que te quiso matar. —Nada que no pueda controlar —Me giro viéndolo y tomó asiento detrás de mi escritorio —. ¿Qué tal todo? —Todo marcha tal como queríamos, no hay de que preocuparse —Toma asiento —. Ahora, ¿Me dirás por qué secuestraste a una mujer? —Choco conmigo en el hotel en Polonia, lucia nerviosa y al ver que unos hombres la vigilaban puse a nuestros hombres a averiguar quién era ella, luego la salve y la traje aquí. —¿La salvaste? —Si, esos hombres tenían órdenes de llevarla viva o muerta. —¿Y porque interferir? Si ni siquiera sabes quién es ella. —Te equivocas, porque si sé quién es ella —Me mira confundido —. Es la mujer de Conde, por eso la secuestre, para hacerlo venir a mi y hacerlo sufrir. —¿Qué? , estuvimos mucho tiempo buscando un punto débil para destruirlo y finalmente llego a nosotros solo. —Ya me encargue de hacerle saber que su mujer ahora me pertenece, quiero hacerlo enfurecer y hacerlo venir a mi. —Y que pien... Queda con la palabra en la boca al ser interrumpido por varios estropicios de lo que parece ser vidrios romperse. Se levanta de su silla al igual que yo y salimos del despacho viendo a dos de nuestros hombres cubrirse en el final de las escaleras mientras Katrina le avienta adornos de cristal de varios rincones de la casa. —¡¿Qué significa todo esto?! —Espeto dando un grito haciendo que se detenga. —Dile a tus malditos hombres que me dejen aunque sea ducharme sola. Observo su cuerpo y veo que este es cubierto por una toalla de baño mientras su cabello luce mojado. Ludovico la observa asombrado y esta lo fulmina con la mirada mientras le avienta un adorno el cual logra esquivar. —Deja de mirarme así degenerado. —¡Suficiente! O me obligarás a encerrarte en el sótano. —¿No te basta con tenerme aquí en contra de mi voluntad? —Espera furiosa —. Sólo diles a estos idiotas que se mantengan fuera del cuarto de baño o juro que los castrare. Se da la vuelta marchándose desapareciendo por el pasillo a pasos agigantados. —Señor... —Ya la escucharon, redoblen la seguridad en su balcón. —Si, señor. —Vaya que tiene carácter la mujercita —Musita Ludovico al marcharse nuestros hombres —. Tienes que tener paciencia con esa fiera o puede terminar agotando tú paciencia. —Ya lo esta haciendo, ya lo esta logrando. Esta mujer alteraba la poca paciencia que tenía, su rebeldía me hacía querer tenerla amarrada y con la boca tapada. No entendía como Conde había podido soportar tanto su rebeldía sin siquiera matarla o tenerla amordazada. —Iré a ver que todo este listo —Palmea mi hombro —. No demoran en llegar nuestros invitados. Se retira, subo las escaleras y camino hasta llegar a la habitación que pedí le dieran, no me molesto en tocar y abro la puerta viéndola desnuda mirándolo por la ventana. Al girarse se cubre sus pechos con sus manos mientras toma rápidamente la bata de baño de la cama y se la coloca. —Idiota, ¿No sabes tocar? —No eres la primera mujer que veo desnuda —Respondo con serenidad llevando mis manos a los bolsillos de mi pantalón —. ¿Qué fisgoneabas por la ventana? —Los hombres que has puesto frente al balcón —Rueda los ojos —. ¿Hasta cuando pretendes tener aquí en contra de mi voluntad? —El tiempo que sea necesario. —Necesito ropa interior, ropa, zapatos y por supuesto mi maquillaje y cremas de cuidado de la cara. —¿Algo más su majestad? —Qué te pudras en el infierno, pero como eso no puede ser posible nada más. Rueda los ojos, camina pasando frente a mi y antes de que pueda dar un paso más la tomó bruscamente del brazo atrayéndola a mi. —Esta noche voy a tener invitados y tú por supuesto vas a bajar y estar allí —La miro fijamente —. Si intentas algo juro que acabaré con tu vida en ese mismo instante, ¿Entendido? —Si, imbécil —Se suelta de mi agarre —. Pero antes, le dirás a unos de tus perros todo lo que necesito y espero me lo traigan o de lo contrario no cuentes conmigo. Camina yendo al cuarto de baño, sujeto el puente de mi nariz y trato de tranquilizarme. Camino a la salida y en el pasillo me detengo. —Que alguien se encargue de conseguir una maquillista para hoy mismo, me traigan ropa, zapatos y todo lo necesario para la señorita. —Si, señor. —Todo tiene que salir perfectamente bien. —Así será señor. Camino yendo a mi habitación para alistarme, mi plan debe empezar y marchar todo como lo he planeado durante mucho tiempo...
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