La despertar sentía que toda ilusión y sensación de alivio que tenía por escapar de aquella tortura se había desvanecido rápidamente.
Llevaba media hora gritando con todas mis fuerzas que me dejaran salir, pero simplemente nadie me escuchaba o me ignoraban.
Fugaces recuerdos llegaban a mi de lo sucedido la noche anterior, al despertar me percaté que ya era de día y me encontraba encerrada en una habitación algo pequeña y sin ventanas.
¿Quién diablos era ese tipo y porque me llevo a la fuerza? Era la pregunta que no me dejaba de hacer una y otra vez.
—¡Déjenme salir! —Grito exasperada en un último intento.
Escucho como abren la cerradura, rápidamente doy unos pasos hacía atrás y veo como dos hombres vestidos de traje entran a la habitación acercándose a mi y sujetándome por mis brazos.
—¿Qué diablos hacen? —Trato de safarme —. ¡Exijo que me suelten y me digan que diablos quieren!
Me llevan arrastras por un pasillo, hasta salir de el , observo una sala bastante amplia y me llevan a una puerta.
Al abrirla y entrar, del otro lado veo un gran estudio, un escritorio y sentado detrás de él un hombre de piel morena, cabello n***o, barba y una mirada bastante seria e imponente.
Ambos gorilas me sueltan frente al escritorio y salen dejándome a solas con él.
—¿Quién diablos eres y porque me tienes aquí en contra de mi voluntad idiota? —Espeto molesta.
Me da una mirada bastante dura la cuál hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo, se levanta de su silla dejándome ver lo alto que es y camina lentamente hacía mi obligándome a retroceder.
—¿Así me agradeces que te haya salvado la vida? —Espeta entre dientes —. Esos hombres que dispararon venían por ti, para llevarte viva o muerta.
¿Qué?
—¿Y tú como sabes que era a mi?
Me da una mirada fría, saca su móvil y dice algo en un idioma que no logro entender.
Se acerca sujetándome del brazo fuertemente y me saca del estudio llevándome fuera de la casa.
—¿A dónde diablos me llevas imbécil?
No contesta mi pregunta, seguimos por un camino hasta llegar a lo que parece un garaje, al entrar abre una puerta ayudándome a bajar unas escaleras y al abrir la puerta veo unos hombres golpeando a un hombre el cuál mantienen amarrado de cadenas que bajan del techo.
Observo al hombre pero es imposible ver su rostro al estar lleno de sangre y muchas fisuras.
Hace un gesto con su cabeza,uno de los hombres le da un golpe en el estómago y este tose dejando ver como la sangre sale de su boca.
—¿Cuál era tu trabajo?
—Teníamos órdenes de llevar de vuelta viva o muerta a la señorita Katrina.
—¿Para quién trabajas? —Pregunta demandante.
—Antonio Oxaca, líder de la más grande organización de crimen de México.
Me quedo petrificada del miedo al saber que Antonio sabe de mi paradero.
—No,no, no —Musito negando —. Tengo que huir, me tengo que ir.
Cuando trato de dar un paso, me toma por el codo deteniéndome.
—No se te ocurra o seré yo él que te mate.
Veo como saca de un costado un arma y le dispara certeramente sobre su frente haciendo que jadee del susto.
Lo miro completamente asustada y guarda su arma mirándome fijamente.
—Andando.
Me vuelve a tomar del brazo sacándome a rastras de allí.
A mi mente solo me viene la posibilidad de que Antonino me encuentre y me mate por haber huido de esa manera.
"No me la libraré"
—¿Quién diablos eres tú? —Espeto tratando de soltarme de su agarre al entrar a la casa —. ¿Puedes soltarme?
Me suelta dejándome caer al piso, observo rápidamente la casa con detalles rústicos de piedra que la hacen ver antigua pero a la vez elegante.
¿Quién es este maldito hombre?
—Tienes que dejarme ir, si Antonio me encuentra no dudará en matar a todo el que este a mi alrededor.
—¿Por que escapaste? —Pregunta demandante.
—Antonio mato a mis padres y me secuestró cuando apenas era una niña de 14 años, desde entonces vivía prisionera y durante un año planeé mi huida.
—¿Qué edad tienes?
—Tengo veinticuatro años, durante 10 años viví un infierno, por eso necesito que me dejes ir —Imploró —. Antonio es capaz de matar a cualquiera que este a mi alrededor, tú no sabes de lo que es capaz, tienes que dejarme ir.
—No lo voy hacer —Se acerca acariciando mi mentón —. Él me arrebató lo más valioso que tenía, ahora me toca devolverle el mismo favor.
—¿A qué te refieres?
—Que no te irás de aquí y desde hoy serás mi prisionera.
—Primero muerta.
Se acerca apuntándome con su arma en medio de mis pechos haciendo que mi corazón se aceleré.
— I tuoi desideri sono ordini (tus deseos son órdenes) .
Lo miro fijamente y puedo notar en su mirada que no bromea, este hombre es mucho peor que Antonio y donde de un paso en falso puede acabar con mi vida.
Su mirada cae sobre mis exuberantes pechos, retiro lentamente el arma de ello, aprovecho su mirada sobre ellos aún y lo despojo del arma apuntándole ahora yo.
—No soy una princesita ingenua imbécil —Musito apuntando directamente a su pecho —. Te equivocaste de mujer.
—Si disparas no podrás salir viva de aquí.
—Pero me iré con la satisfacción de que me lleve a un hijo de puta.
—¿Cómo estás segura de que le atinarás? —Trata de dar un paso y le retiro el seguro al arma.
—Arriésgate y averígualo.
La puerta se abre entrando dos hombres, ambos me apuntan a los lados;levanta su mano dándoles una señal de que se detengan y niega.
—Salgan.
—Señor...
—¡Es una orden!
Puedo ver de reojo como bajan sus armas y salen. Le sigo apuntando sin quitar la vista de él y escuchó como cierran la puerta.
—¿Qué quieres para soltar el arma?
—¿Quién eres?
—Luciano Montecristo, un importante empresario de España —Da un paso mirándome fijamente —. Y el mafioso más grande de Italia...