Soy estudiante de Economía, pronto voy a graduarme con honores, vivo con mi hermano quien lucha desde los tres años de edad con un tumor cerebral, hoy ya tiene dieciochos años de edad, trata de llevar una vida normal, o mejor dicho la vida que pueda darle económicamente, sus tratamientos suelen ser caros, nuestros padres fallecieron algunos años atrás.
Y por cierto mi nombre es Anastasia Douglas y tengo 23 años de edad, vivo en Argentina, Buenos Aires.
¡Esta es mi historia!
Hoy me encuentro con mi mejor amiga en su fiesta de cumpleaños en un lujoso hotel de la ciudad, ella puede parecer un poco engreída pero en realidad hasta que no la conocen no saben que es un pan de Dios.
—Es hermoso este hotel, no todo el mundo puede hacer una fiesta aquí, me imagino que tú Anastasia jamás habías entrado a uno así— Pronunció Amelia estas palabras, si no la conociera muy bien me sentiría fatal, por cierto se las presento, ella es mi mejor amiga Amelia Blanco, también está a punto de graduarse de medicina.
—Amelia eres una malvada, deberías de cambiar tú lenguaje porque por esa forma de hablar mucha gente te odia— Le respondí con una sonrisa, sabía que era su forma de jugar.
—Los que me odian es porque me envían, simplemente por eso amiga.
—Disfruta tu cumpleaños, felices numero 25 querida amiga— Le respondí mientras la abrazaba.
—No menciones jamás mi edad, así que por favor guárdalo en el baúl de tus secretos, voy a bailar con los chicos, ¿Vienes?— Preguntó Amelia.
—No… Ve tú, yo me quedaré aquí en la barra, no quiero hacer desastres, mañana tengo una entrevista en el banco internacional de la ciudad, así que necesito estar muy cuerda— le respondí mientras tomaba un poco de agua.
Amelia se fue a bailar con sus invitados, yo la observaba dar sus pasos en la pista, era muy divertida, a veces, jaja.
Las horas fueron pasando, ya eran al rededor de las once de la noche, encontré que era muy tarde, ya debía de estar en la cama para poder estar a tiempo en mi entrevista de trabajo.
—Amelia tengo que irme, mañana debo de estar despierta muy temprano, sigue disfrutando tu fiesta— Le dije al acercarme a la pista de baile.
—Amiga no te vayas, vamos a tomarnos un trago juntas para que finalicemos la noche—Respondió Amelia mientras me tomaba del brazo para que volviéramos a la barra de bebidas.
—Amiga hoy no puedo tomar, no olvides que mañana tengo una entrevista muy importante, de eso depende mi último semestre en la universidad, sabes que necesito el dinero, además debo costear los tratamientos de mi hermano.
—Tu hermano es un bueno para nada, debería de ponerse a trabajar para ayudarte.
—No hables así de mi hermano, sabes que está enfermo, ha hecho lo posible por conseguir uno pero no le ha sido posible.
—Como sea… vamos a tomarnos estas copas que nos ha entregado el camarero— Respondió Amelia mientras coqueteaba con miradas con el empleado.
—Parece ser que tú y el camarero se gustan, solo ten cuidado por favor.
—Amiga brindemos por mi cumpleaños, estoy feliz así que ‘Salud’— Levantó su copa e hizo que chocara con la mía.
Brindé con Amelia, ambas tomamos nuestras copas, después de eso la abracé despidiéndome de ella, mientras iba caminando me empecé a sentir mareada, estaba mirando algo borroso, de repente sentí que unas manos me ayudaban a continuar, me llevó hasta el pasillo de unas habitaciones del lujoso hotel, miraba borroso, me sentía un poco tonta.
—Espero que un mal hombre te tome y te haga la vida miserable, te crees increíblemente inteligente y bella, pero eso está por acabarse— Expresó Amelia sus palabras, me sentía tan mareada que honestamente no pude distinguir mucho su rostro.
De repente Amelia me levantó del piso, tocó una puerta y solo se fue corriendo sin mirar atrás.
Al momento de abrir la puerta, me desmayé por unos segundos, desperté y estaba en la cama de un desconocido aún con ropa por cierto.
—Hola desconocido— Dije riendo a carcajadas.
—Dígame su dirección, llamaré un taxi para que la lleve a casa— respondió el desconocido.
—No se donde vivo, o mejor dicho no lo recuerdo, debo de estar muy embriagada para no recordarlo— Me levanté de la cama y me acerqué al desconocido, sin pensarlo mucho di un beso a sus labios, él me hizo a un lado.
—Señorita está muy embriagada, no sabe lo que hace, por favor deténgase y haga memoria de donde vive.
—La verdad es que no recuerdo… Tienes unos labios encantadores, suaves y delicados, muero por volver a probarlos más profundamente— Respondí mientras me acercaba, lo rodeaba por la nuca con mi mano y luego lo besaba.
El desconocido intentó por algunas ocasiones detenerme pero era imposible que eso sucediera, de repente me había echo adicta a esos labios que había conocido hace apenas unos minutos.
La noche fue larga y cálida, estaba por primera vez en brazos de un hombre, estaba en la cama de un desconocido, sentía como sus labios se pegaban a los míos, como sus manos fuertes y delicadas recorrían mi cuerpo, estaba completamente excitada, sentía que conocía a ese hombre de toda la vida. Es mi primera vez, pensé que dolería mucho pero sin embargo me ha tratado tan bien que no ha sido así, lo he disfrutado muchísimo.
A la mañana siguiente.
Desperté al rededor de las siete de la mañana, estaba muy confundida, no sabía en ese momento que hacía allí, hasta que recordé que había estado con un desconocido, ni siquiera recordaba su cara, no recordaba nada de él, solo podía sentir sus labios y sus manos tocándome.
—¿Que he hecho?— Me preguntaba mientras me levantaba de la cama rodeaba con una sábana azul.