—Disculpa, ¿Se conocen? Amaya los mira algo sacada de onda, su mirada la delataba, mientras que Paulo, qel nuevo inversionista la miraba fijamente haciendo que mis celos se alborotaran por completo. —Amaya trabajo en nuestra empresa hace un tiempo —Responde Armando el otro inversionista y hermano de Paulo —. Fue una buena empleada. —Y lo sigue siendo —Responde mi padre alegre —. Sin duda mi hijo no se equivocó en tomarla como empleada y por su puesto como su prometida. —¿Cómo? —Musita confundido Paulo —.!¿Prometida? Amaya se acerca a mí, sujeto su cintura y dejo un beso en su cabeza asintiendo. —Si, Amaya es mi prometida. Ambos hombres la miran con asombro mientras Amaya los mira con su semblante serio. Es evidente que algo pasa, nunca la había visto tan seria. —¿Podemos empezar?