Leandro Pov: Perdí la cuenta de las copas que llevo, solo sé que son muchas; me siento tan patético y miserable, pero aun así no logro salir del profundo abismo en el cual me encuentro. Estoy en el bar del hotel en el cual me estoy alojando. Lo único que pasa por mi enloquecida mente, al igual que ha pasado los últimos días, es mi hermosa gatita, mi mujer, mi Dara, esa mujer tan hermosa me tiene loco, no puedo sacármela de la cabeza, por más que lo intento no puedo. Sus dulces y angelicales ojitos claros, sus delicados y carnosos labios, su hermoso y tentador cuerpito de pecado... ¡Maldita sea! Ella debería estar conmigo ahora. Mi mandíbula se tensa al pensar eso. ¡Maldito Kozlov! mil veces maldito; cree que reclamándola se la voy a dejar ¡NO! ¡No! ¡Ella es MÍA! ¡MÍA!, desde que la