capítulo 6

2135 Words
Punto de vista de Nathan Él estaba esperando en su oficina, caminando de un lado a otro. Su padre, Blaine, también había tomado asiento en su oficina, aunque en una de las cómodas sillas junto a la chimenea apagada a la derecha de su escritorio. Los hombres que la habían recogido fuera de su edificio de apartamentos estaban tardando en traerla, ya habían pasado casi 24 horas. Todo un maldito día. Estaba furioso por la cantidad de tiempo que estaba llevando traerla aquí. Jackson estaba sentado en un automóvil del grupo, junto a la puerta esperando su inminente llegada, él se encargaría de ella. Los hombres a quienes había pagado para recogerla le informaron que no tuvieron problemas para atraparla. Parecía que no lo esperaba. Lo habían drogado con acónito para mantenerla sumisa y fácilmente transportable de vuelta a su manada. Jackson se había asegurado de que no le hicieran daño, les había pagado muy bien para asegurarse de ello. Nathan había aprobado cualquier cantidad necesaria para mantenerla intacta ante los demás. Havoc había mostrado su descontento por haberla drogado, arrancándose de Nathan y volcando su escritorio dejando marcas de garras por todas partes. Su lobo había estado inquieto desde el día en que la vio en la televisión y realmente estaba comenzando a pesar sobre Nathan también. Havoc podía ser muy impredecible a veces e incontrolable cuando estaba en plena furia. En ese momento estaba muy tranquilo, lo cual no era bueno, era la calma antes de la tormenta, por así decirlo. —La tengo—, dijo Jackson enlazando su mente con la de él, sin decir nada más. La atención de Havoc se adquirió instantáneamente, sus orejas se levantaron y él se adelantó, en la vanguardia de la mente de Nathan. La atención de Nathan se dirigió a su padre cuando de repente se levantó de un salto. Sus ojos se vidriaron, luego salió de la habitación sin decir una palabra. Un momento extraño, pensó, pero lo dejó pasar, tenía otras cosas en qué ocuparse. Su padre no era su preocupación en este momento. Tratar de evitar que Havoc se arrancara de él y se escapara por la manada era más molesto para él. Havoc no actuaba así de extraño desde hacía mucho tiempo, años, de hecho. La última vez que prácticamente se había arrancado de él fue cuando había sentido el olor de su compañera destinada, Sophia. Su lobo no había dado tregua a nada entre él y su compañera. —Es sólo Jay-la—, trató de razonar con su lobo. —Ella no es nuestra compañera. Nathan no podía entender a Havoc en este momento. —Crecimos con ella, tenía 20 años cuando se fue—. Siguió intentando mantener el control sobre la bestia que arañaba su mente. —Teníamos una compañera entonces, recuerda. Havoc gruñó. —Se fue—, la ira emanaba de él en oleadas. Todavía extrañaba a la contraparte de lobo de su compañera: Maxi. Se habían unido rápidamente y eran felices juntos. No había mirado a ninguna otra loba desde que Sophia y Maxi los habían dejado. Fue rechazado porque Sophia era una loba egoísta, perezosa y consentida que ni siquiera intentó aprender sus deberes de Luna de su madre, solo quería holgazanear junto a la piscina y no hacer nada todo el día, día tras día. También se había negado tercamente a entrenar y aprender a pelear para protegerse a sí misma, le decía que eso era para los guerreros, si algo ocurriera, simplemente ordenaría a unos 20 que la protegieran. Se había negado a aprender cómo ayudar en la gestión de la manada, no parecía importarle nada más que gastar su dinero en inútiles compras. Él le había dado todo lo que ella quería. La había colmado de regalos, pero para su sorpresa e irritación, ella le decía que no eran lo suficientemente buenos. El automóvil que quería y que él le había comprado, en su opinión era del color equivocado, a pesar de que era el color que ella había elegido. Las joyas no eran lo suficientemente caras o únicas, podría haber otras personas que las llevasen, lo cual era inaceptable. Había hecho lo posible para complacer sus necesidades materialistas, pero después de 2 años de insultos y nunca ser lo suficientemente bueno, dejó de intentarlo. Lo único bueno de su vínculo de compañeros era el sexo. Siempre era apasionado, intenso y furioso, y ella casi nunca decía que no, solo ocasionalmente. Cuando ella se negó rotundamente a darle un heredero, quedó completamente atónito, incluso Havoc no lo entendió. Maxi también le había dicho que no por esa razón, debido a la infelicidad e indisposición de Sophia. Después de eso, todos comenzaron a alejarse y 3 años después de haberse vinculado como compañeros, Sophia entró a su oficina hecha una furia y exigió saber por qué habían cortado su financiamiento de la manada. Nathan la miró directamente a los ojos y se lo explicó: —¿Por qué dejarte gastar dinero de la manada, si no aprenderás a hacer los deberes de Luna ni a tener un heredero?— Fue un castigo que pensó podría hacerla entrar en razón, pero no, terminó siendo un fracaso. Sophia le gritó que él era frío y desalmado y que debería ser tratada como una reina, y que no aceptaría menos que eso. Luego le dio un rechazo formal. Él y Havoc se quedaron atónitos en silencio mientras la veían salir enfurecida de su oficina. No había estado solo en esa oficina, aún bajo la tutela de su padre para aprender a dirigir cada parte de la manada, tanto el Beta de su padre como su futuro Beta también estaban en la habitación.Él y el corazón de Havoc se habían roto en ese instante, toda la habitación quedó en silencio y Havoc había gimoteado de dolor, nunca antes había conocido el dolor de un corazón roto y se había retirado a los rincones más lejanos de la mente de Nathan, dejando a Nathan lidiar con las consecuencias. La encontró en su suite, sentada en medio de la cama, con los brazos cruzados sobre el pecho, parecía enojada pero no muy afectada. Apenas había logrado mantenerse junto para salir de su oficina y subir las escaleras a buscarla. Sin mencionar la humillación de qué le gritaran delante de varias personas, y por algo tan estúpido como el dinero. —¿Qué quieres, Sophia?—, preguntó, tratando de aplacarla y recuperarla. —Acepta el rechazo y dame lo que me corresponde. —¿Y exactamente qué crees que te corresponde?—, le respondió molesto de que ni siquiera pareciera querer solucionarlo, de que pareciera apenas afectada por el rechazo que había declarado hace apenas 10 minutos. —La mitad de todo. Soy la Luna, tengo derecho a la mitad de todo eso. Su ira finalmente superó su dolor en este punto. Todo lo que esta chica había hecho era follar y gastar dinero, nada que valiera la mitad de su manada, la mitad de su dinero. Además, su madre era la Luna y su padre el Alfa. Aún no habían asumido el liderazgo por completo. —No obtendrás nada de eso, me rechazaste, así que sigue adelante y lárgate, ve con lo que viniste, NADA—, rugió con rabia la última palabra y se marchó enfurecido. Aunque en ese momento no había aceptado formalmente su rechazo, debido a una parte de él que no quería perder a su pareja, la otra mitad de su alma. Havoc ya se había retirado y ¿quién sabía si volvería? Nathan ya se preguntaba por qué no era una bestia furiosa matando todo a su paso. ¿Sabía que estaba por venir, Maxi le había advertido, o Havoc había tenido suficiente de los años de berrinches y discusiones y de la falta de cualidades de Luna en Sophia, por lo que estaba renunciando voluntariamente a su pareja Maxi? Nathan no lo creía así, era la calma antes de la tormenta. Sophia había pasado los siguientes 6 meses exhibiéndose ante la manada, coqueteando con guerreros y otros machos sin pareja justo frente a él. La mayoría sabía que era mejor no interponerse en el camino de Havoc. La mayoría de ellos habían salido rápidamente cuando ella empezó a coquetear abiertamente con ellos. Su coqueteo fue la gota que colmó el vaso, la había expulsado de su suite. Ni él ni Havoc tolerarían el irrespeto que su pareja estaba mostrando, había despertado un nuevo tipo de furia en Havoc, un lado incontrolable e impredecible que hasta el día de hoy Nathan no siempre podía contener, por más que lo intentara, la furia de su lobo podía ser insaciable. Havoc había matado a un macho que había pensado que estaba bien poner sus manos sobre su pareja y su futura Luna, pensaba que estaba bien entrar en su cama y follarla. El dolor los había atravesado a ambos cuando ella dejó que otro hombre la tocará de esa manera, la traición era insoportable, mientras él caminaba tambaleándose por el dolor, como si nunca antes hubiera sentido algo así, como si miles de cuchillas de plata lo cortaran de una sola vez. Havoc enloqueció por completo y se separó de su cuerpo de una manera violenta, Nathan ya no tenía control sobre él, medio se transformó, aterrorizando a muchos miembros de la manada mientras iba en busca de su pareja. En cuestión de segundos de encontrar a ese macho encima de su pareja, le arrancó la cabeza de un solo golpe, arrastró a una aterrada y desnuda Sophia, que gritaba, fuera del cuerpo sin vida y la estrelló contra la pared, sus manos envolviendo su cuello y asfixiando la vida de ella. Si no fuera por Maxi qué se adelantó, Havoc habría matado a ambas parejas y Sophia también lo sabía. El miedo se desvaneció de ella cada vez que los veía durante la próxima semana. No tenía derecho a nada y él se había asegurado de que eso fuera exactamente lo que obtuviera. Hizo que los abogados de la manada redactaran una carta de rechazo formal con todas sus deficiencias, así que cuando ella fue a su oficina por su demanda y la leyó, vio que literalmente no obtendría nada, que en realidad se iría solo con lo que había venido, 1 maleta con su ropa debido a su falta de entrenamiento como Luna, falta de deseo de producir un heredero y luego su infidelidad, tuvo la cara dura de resoplar y reírse en su cara —si piensas que voy a firmarlo, estás loco—, giró para salir de su oficina. Entonces Havoc emergió, obligándolo a medio transformarse, una sensación extraña, sin duda. Él la agarró con todas sus garras sacadas y clavadas en sus brazos, la arrastró de vuelta al escritorio y estaba a punto de golpear su cabeza contra el escritorio cuando Nathan logró recuperar algo de control, —firma o dejaré que Havoc te mate—, dijo en un tono suave y amenazador, le metió un bolígrafo en la mano y pronunció su aceptación formal de su rechazo hace 6 meses, que aún flotaba en el aire, ya que nunca lo había retractado. Ambos, él y Havoc, estaban acabados. Ser traicionado había sido la gota que colmó el vaso, había visto cómo las lágrimas llenaban los ojos de ella cuando el rechazo la golpeó de lleno, era demasiado tarde para las lágrimas. No podían salvarla, sus lágrimas ya no significaban nada para él. La odiaban. Odiaban verla, olerla y solo querían que todo terminara y que ella se alejara de él y de Havoc, para poder seguir adelante con sus vidas.Cuando ella no había firmado de inmediato, él le había apretado la mano tan fuerte que casi la quebranta los huesos, ella había gritado de dolor —fírmalo—, Havoc había rugido, forzándose a volver a controlarse —o muere. ––En ese momento finalmente había comprendido que había llevado demasiado lejos a la bestia de él y que no había vuelta atrás. Ella firmó los papeles y corrió a su habitación para hacer las maletas. Nadie estaba allí para ayudarla. Nathan se había asegurado de eso, ella haría las maletas y se iría sola, sin ayuda. Él la había observado marcharse desde el balcón del tercer piso mientras luchaba por arrastrar su maleta por el camino detrás de ella, mientras los miembros de la manada la evitaban visualmente. Él no hizo nada, solo observó en silencio. En el momento en que ella salió del territorio de la manada y de sus vidas, él fue a su suite y destruyó todo en ella, finalmente liberando su dolor y angustia, donde ella nunca podría verlo. Tuvieron que reconstruir y remodelar toda la suite.
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