Prólogo

1054 Words
Punto de vista de Jay-la —Solo necesito 2 minutos de tu tiempo.— Jay-la suplicó al futuro Alpha de su manada, Alpha Nathan, de la manada de la Luna de Sangre. Tenía una mano en su brazo, él frunció el ceño al ver esa mano, luego aquellos ojos azul oscuro profundos en los que una vez se había ahogado la miraron, desaprobando su contacto en una forma muy desaprobadora. Habían sido amantes casualmente durante un poco más de un año, pero todo había terminado ahora. Él había encontrado a su compañera destinada regalada por la propia diosa de la Luna, y así de repente, ya no tenía ni un minuto para ella. Jay-la lo había amado con todo lo que tenía, con todo su corazón, aunque sabía que este día iba a llegar, siempre había mantenido la relación con él ligera, juguetona y divertida, para que nunca supiera que estaba enamorada de él, él no era su compañero destinado ni ella la suya. Solo quería desearle lo mejor y hacerle saber qué se iba a ir y terminar su carrera de derecho en el campus a tiempo completo, que iba a hacer pasantías en sus descansos y por lo tanto no volvería a casa en los próximos 2 años, por lo menos. Jay-la simplemente no podía verlo con su compañera destinada, ver cuán felices serían, lo enamorados que estarían, verlos besándose y poniéndose intensos, cuando solía ser ella y él, solo le causaría mucho dolor. Aunque nunca se lo diría. Mientras estaba allí aferrándose a su brazo, rogando por solo 2 minutos de su tiempo, intentaba sonreírle brillantemente como siempre lo hacía, la compañera destinada de él, Sophia, entró en la habitación, fulminó con la mirada a Jay-la y la forma en que se aferraba a él. A Sophia no le importaba el hecho de que Nathan y Jay-la hubieran sido amigos desde la infancia, se habían conocido durante 20 años, una amistad divertida que ella apreciaba. El lobo de Sophia gruñó al ver lo que había ante ella y Sophia gritó —quita tus sucias y asquerosas garras de mi compañero—. Se acercó rápidamente y arrancó la mano de Jay-la de su brazo, la apartó de Nathan, y la otra mano la golpeó, abofeteando su rostro tan fuerte que Jay-la dio un paso atrás, su mano tocando su mejilla ahora ardiendo. Kora, la loba de Jay-la, rugió de rabia dentro de su mente, por el dolor y el sufrimiento, por la pura crueldad del repentino ataque, Kora corrió hacia adelante y salió a la superficie antes de que Jay-la pudiera detenerla y con garras que salían de sus dedos golpeó a Sophia de vuelta, una bofetada completa en su propio rostro, todas las garras afuera, rasgando la piel de la futura Luna, dejando 3 arañazos sangrientos en su rostro, con la sangre goteando sobre su ropa. Sophia gritó de dolor por el ataque a su propio rostro, se agarró la cara con ambas manos, sus ojos se volvieron hacia su compañero mientras las lágrimas caían por su cara ensangrentada. Jay-la sabía que ella sanaría rápidamente, tenía un lobo. Los ojos azules de Nathan se abrieron ante la vista de la herida de su compañera. Extendió los brazos hacia ella y la acunó en su regazo, apretándola contra su pecho para consolarla. Sus ojos azules se volvieron hacia Jay-la, estaban tan llenos de rabia, su lobo estaba ahí con él. Rugió de furia por el dolor infligido a su compañera por ella: —Abandona esta manada. No vuelvas nunca más. Jay-la lo miró horrorizada por sus palabras, las lágrimas llenando sus ojos verdes, era traición atacar a la Luna o al Alpha, incluso a la futura Luna o al futuro Alpha de tu manada y eso es justo lo que su loba había hecho, había atacado a la futura Luna con garras afuera. Se dio la vuelta y salió apresuradamente de su oficina. Si se quedaba un minuto mas, solo incurriría en un castigo mayor o tal vez la muerte. Kora gimoteó angustiada y dolorida por dejarlo, dejar su hogar, dejar a su familia. Sabía, al igual que Jay-la, que nunca se les permitiría regresar a casa. Si él hubiera sido el Alpha real, ella simplemente habría sido desterrada y marcada como una loba solitaria sin tener a donde  ir. Los pasos de Jay-la se aceleraron mientras se dirigía a la puerta principal de la casa de la manada, hasta que corría con las lágrimas derramándose por su rostro, se dirigió a su auto. No se atrevía a quedarse un minuto más. ¿Y si él cambiaba de opinión, qué si su compañera cambiaba de opinión sobre su castigo y la quería golpear, encarcelar o muerta? No había tiempo para despedirse de su familia, de su mamá, papá o su hermano mayor. Simplemente corrió con lágrimas y se dirigió a su auto. Escuchó al futuro Beta de la manada, Jackson, llamarla desde atrás —¿Jay-la, qué pasa?— Había preocupación en su voz, pero ella no se detuvo para contárselo, solo se metió en el auto y condujo lo más rápido que pudo para salir del territorio de la manada, antes de que fuera peor. Al menos él no tenía el poder de degradarla a una loba solitaria sin valor en ese momento. Esa era su única bendición en ese momento. Aún así, eso aún podría ocurrir. Su padre, Alpha Blaine, decidiría si eso aún estaba por venir, él escucharía el lado de la historia de Sophia y Nathan y la juzgaría a partir de eso. ––¿Por qué? ––Jay-la preguntó a su loba Kora, sollozos sacudiéndola mientras se alejaba de regreso a la universidad en la que había pasado los últimos 2 años estudiando. Afortunadamente para ella, vivía en el campus y tenía una residencia a la que retirarse, un lugar al que ir. Ahora no podía regresar a su manada. ––Protege al cachorro. ––Kora aulló de dolor, las lágrimas de Jay-la ardían aún más, su corazón dolía tanto que no sabía si podría soportarlo. Un bebé. Su bebé. Y él acababa de lanzarla como basura y prohibirle volver. El dolor en su pecho y dentro de Kora parecía que los estaba desgarrando, pero tenían que soportarlo, sobrevivirlo por su cachorro.
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