Capítulo 2 —S3xy desconocido

1734 Words
Sienna: Llegando a The Cotton Club, el bar donde trabajaba una de mis amigas. Me dirigí inmediatamente hacia la barra, donde me encontré directamente con Amanda. Ella estaba girada, así que no me vio de inmediato. Mi amiga usaba ropa informal, camisa de tiras y jeans desgastados. Su cabello negr* y rizado, estaba recogido en una cebollita, y a pesar del look tan poco elegante, se veía hermosa. Amanda hablaba animosamente con uno de sus compañeros de trabajo, mientras limpiaba algunos vasos de cerveza. No quería quebrar su paz, pero no podía irme. Necesitaba hablar con ella y sin duda, necesitaba ese trago. Su amigo, un rubio bastante atractivo, se dio la vuelta y me observo con una sonrisa. Sonrisa que se le borró al instante al ver mi rostro. —Oh, Amanda, creo que te necesitan —dijo el chico recordándome enseguida y por supuesto que sabía quién era. Solo vine una vez para dejarle un texto de literatura a mi amiga y él fue quien me atendió. Después de eso, no lo volví a ver porque por lo general no acostumbraba a frecuentar esta clase de sitios, pero hoy sería la excepción. Amanda se dio la vuelta con la misma sonrisa alegre que la caracterizada, pero sucedió lo mismo, su expresión se apagó al verme. Ella notó rápidamente que algo no estaba bien, ¿y como lo estaría? Después de todo, había llorado casi que todo el trayecto de camino aquí. —¿Amanda, me das un trago? —Le pregunté con voz temblorosa, mientras me sentaba con torpeza en uno de los taburetes de esta zona. Ella se acercó a la barra y me observo preocupada. —Pero Sienna, ¿qué haces aquí? No le respondí así que ella continuo. —Sienna, dime por qué estás llorando. —Una de sus manos tomo una de las mías. Más, sin embargo, me solté de su agarre y sacudí mi cabeza. —Por ahora no me hagas preguntas, Amanda —dije con voz ronca por el llanto—. Solo dame un trago que lo necesito. Mi amiga se veía reacia a aceptar, incluso su amigo sabía que era una mala idea. —Pero... Enojada, alce la voz. —¿Amanda, me vas a vender un trago, sí o no? Ante mi comportamiento, vi como su rostro se tensó y sus ojos cafés me observaron confundidos. Mierd*, debía calmarme, pero es que no encontraba la forma. Amanda no dijo nada y esto era suficiente respuesta para mí, así que me levanté del asiento. —Si no piensas venderme, iré a otro bar. —Le dije sin ningún gramo de paciencia y empecé alejarme, pero de repente su mano salió disparada, tomando mi brazo y detuvo mi partida. —Está bien, Sienna —dice con resignación—. Siéntate, ya te traigo algo. No espere más de tres segundos. Ella se dio la vuelta, tomo uno de los vasos de cristal para luego servirme algo. Amanda regresó con el líquido ámbar y me observo con indecisión. —Sienna, es Whiskey, así que despacio... No la deje terminar, me incorpore un poco en mi puesto y le quite el vaso. No lo pensé dos veces y me lo tomé de un solo trago. El líquido inmediatamente quemó mi garganta y empecé a toser. —Te dije que despacio. —Me regaño Amanda—. Espérame, déjame te traigo un vaso con agua... Sacudí mi cabeza, no quería estar sobria. —Déjalo, ya me acostumbraré. Aunque eso era mentira, el sabor era horrendo y es que jamás había bebido una copa en mi vida, pero a pesar de esto, no me detuve. —Dame otro, por favor. —Casi le rogué. Ella soltó un suspiro bastante ruidoso y aparto la mirada de mí para ponerla en la del chico rubio. —Brandon, cúbreme un momento mientras hablo con Sienna. Él asintió casi qué inmediatamente. —Sin problema. —Dicho esto, Amanda empezó a servirme. Dos tragos después, me sentía más liviana, pero sin duda más triste. El llanto no tardó en venir y lágrimas se derramaron por mis mejillas al recordar lo que me hizo Jeisson y Ava. Sumado a eso, el pecho me dolía como si me hubieran enterrado una daga en el corazón. Sencillamente, la sensación de la traición era insoportable. —Sienna... —La voz de mi amiga se quebró al verme así y a pesar del sin número de clientes que llegaban, ella no les prestó atención. Sus ojos atormentados estaban fijos en los míos. Tal vez Amanda, no estaba enterada de nada. No lo sé, no me importaba, lo único que sabía era que quería desahogarme. La miré a los ojos y dije sin pensarlo. —Encontré a Jeisson cogi*ndo con Ava en su casa. Los oscuros ojos de mi amiga se abrieron por la sorpresa, por la confusión y luego se estrecharon por el enojo. —No puedo creerlo. ¿Pero cómo pudieron? Me limpié mis lágrimas sin dejar de observarla. —Pues créelo. —Me detuve por un sollozo que salió de mi boca—. Ava... Creí que ella era mi amiga, pero mira que es toda una perr*. Amanda acercó una de sus manos y comenzó acariciarme el brazo. El consuelo fue reconfortante. —¡Son unos desgraciados! ¿Cómo se atrevieron hacerte esto? —Decía ella igual de enojada—. Mañana, cuando vea a Ava en clase, la voy a tomar de las greñas y la arrastraré por todo el campus si es necesario y a Jeisson... No quiero ni verlo. Suspiré, ya éramos dos. Continué. —Pero esto no es solo culpa de Ava, también es de Jeisson. —Mi voz se vuelve a quebrar ante la mención de su nombre—. Estábamos en una relación. Es que no lo puedo creer, todo lo que vivimos y no le importo. Amanda tomó mis dos manos, acariciándolas con suavidad. —Ya, Sienna, no pienses en eso. Que dices si bailamos un rato y... Negué cortándola enseguida. —Dame otro trago. —Le dije. En serio apreciaba el gesto, pero necesitaba justo esto. —Sienna, el trago no te ayudará en nada. —Me advirtió mi amiga sin soltar mis manos y su expresión lucia preocupada. No opinaba lo mismo. —Necesito olvidar lo que vi. —Le dije con voz rasposa y nuevas lágrimas se derramaron—. Únicamente por esta vez, es que fue tan horrible ver cómo me traicionaban. Ella cierra sus ojos un segundo, viéndose impotente, pero enseguida me observa comprensiva. —Está bien, amiga, pero por favor prométeme que te quedaras aquí donde te pueda ver. Asentí y ella no tardó en traerme media botella de whiskey. ¿Qué dije yo, que no me iba a gustar? Me terminé familiarizando más de la cuenta con la botella y me bebí como diez tragos. Si quería olvidarlo todo y anestesiar el dolor, pues lo logre porque me sentía increíble. Amanda regresaba de vez en cuando para comprobarme y me hacía comer papas fritas. Las acepté sin problema, le sentaron de maravilla a mi estómago vacío. —Sienna. —Escuche que mi amiga me llamaba y mi mirada perdida logro enfocarla—. En una hora termina mi turno y te llevo a casa. Negué y sacudí una de mis manos sin importancia. —No... te... preocupes —dije con voz pastosa—. Yo puedo irme... Sola a casa. —¿Estás loca? Tu madre me mata y de paso, yo me muero si te pasa algo. —Me dice mi amiga tomándome del brazo. Le di un intento de sonrisa. Como sea, no me importaron sus protestas. Comencé a levantarme sosteniéndome de la barra y creí que estaba equilibrada, pero el mareo llego y me caí sin remedio al suelo. Sin poder evitarlo, comencé a reír a carcajadas, es que era tan chistoso. —¡Sienna! —Me llamo Amanda con preocupación, vi como apoyo sus manos en la barra y me busco rápidamente con su mirada—. ¿Estás bien? ¡Respóndeme amiga! Me levanté con dificultad, pero al final lo hice y no deje de sonreír. —No te preocupes que soy dura como una tabla. Mira que Jeisson me engaño con mi mejor amiga. Varias personas me observaron y suponía que había alzado la voz. Como sea, no me importo, continúe. —Mírame, tengo el corazón roto y ya nada puede hacerme daño. Veo a Amanda mordisquear su labio inferior con preocupación. —Caraj*, creo que lo jodí todo —dice ella y yo no pude evitar soltar una carcajada. Mi amiga no hizo caso a mi arrebato y continuo. —Sienna, espérame aquí. Ya regreso y nos iremos juntas a casa. La vi irse y no pude dejar de reír. Tomé mi cartera de la barra y empecé a alejarme con torpeza hasta llegar a la salida. —Mierd*, me siento muy mareada —dije atravesando las puertas del bar y saliendo a las calles. Justo cuando iba saliendo me choque con algo. —¡Auch! —Me quejé y comencé a sobar mi frente. Me sostuve de esta pared, pero descubrí que la superficie negra se movía. Abrí mis ojos sorprendidos y me alcancé asustar. Mierd*, bebí demasiado. ¿Ahora qué? ¿Empezaría a ver espantos? Más, sin embargo, la explicación llego fácilmente. No había chocado con ninguna pared, sino con un hombre de traje negr*. Lo observé de arriba abajo y se veía muy elegante. Maldición y era muy guapo, o al menos eso pensé, porque en mi estado podría estar imaginándome cosas. De repente, sus labios sensuales comenzaron a moverse. —¿Niña se te perdió algo? —Me pregunto irritado. ¿Niña? ¿Pero quién se creía? Me crucé de brazos. —Nada se me perdió, pero al parecer a ti sí, porque no sabes fijarte por donde caminas. El hombre se me acercó de manera imponente y sus ojos verdes me observaron fijamente. —La que no se fija es otra de lo borracha que está. No supe qué decirle y es que no podía dejar de contemplar su rostro, incluso me sentí sonrojar. Mis ojos no me engañaban, este hombre tenía el rostro tan hermoso como el de un ángel y su carácter era tan duro como el de un demonio. Simplemente, el desconocido más s3xy que había visto.
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