Capítulo diecinueve: La cicatriz

2275 Words
Nala No sé cuánto tiempo llevo acostada sobre esta cama, observando la sencilla lámpara que se encuentra sobre el techo. He elaborado mil y una teorías y al final me he dado cuenta de que podría morir en este preciso momento, si la sencilla, pero al parecer, pesada lámpara cayera sobre mi cuerpo. — Soy una idiota — Susurro y cierro los ojos y respiro con fuerza. Todavía siento su olor y lo peor de todo es que la sensación de su pene en mi interior sigue fresca, como si Ónix no hubiese partido hace más de una hora, sin explicarme nada en lo absoluto. Ha oscurecido con mucha rapidez y la habitación se encuentra en penumbras. Además, pareciera que no hay nadie en esta casa, no se escucha ni un alma. Una lágrima solitaria desciende hasta posarse en la sábana, limpio mi cara llena de ira, porque no quiero llorar por ese idiota y por lo que sucedió hace una hora, o para ser más precisa; por lo que no sucedió. Me estremezco al escuchar un lejano aullido y me cubro con la sabana hasta la cabeza, porque después de ver lobos en este pueblo, no he podido estar tranquila. Con la extraña y repentina enfermedad de Ónix y con su todavía más extraña y extraordinaria recuperación, no tuve tiempo de reflexionar sobre todo lo que ha estado sucediendo después de que volví del claro con Arcas. Vuelvo a escuchar el aullido del lobo y de inmediato un miedo intenso me embarga ¿Qué está pasando? Observo a mi alrededor y tengo la impresión de que alguien me está observando en la oscuridad. De inmediato, enciendo la lámpara del techo y reviso todo a mi alrededor, sin encontrar nada extraordinario. La sensación de miedo vuelve a embargarme, pero en esta ocasión lo hace con mucha más potencia. Me muevo sin pensarlo, por instinto y en segundos he saltado de la cama y me he puesto la camiseta y mis pantalones. Desciendo las escaleras en medio de la oscuridad y salgo de la casa sin prestar atención a mi alrededor. “No lo hagas, por favor” Cierro los ojos y la imagen de Alondra se apodera de mi mente y siento su angustia. Llevo mi mano derecha a mi vientre y la sensación de miedo se expande. Mi respiración se acelera y vuelvo a pensar en Alondra, solo que en esta ocasión no logro verla y, sin embargo, sigo sintiendo su miedo. La opresión en mi pecho continúa y solo puedo pensar en ella, en poder encontrarla y ayudarla con lo que sea que le esté sucediendo. Siento vértigo, como si mi cuerpo se balanceara y de inmediato las náuseas se apoderan de mi ser. — ¿De dónde has salido? — Abro los ojos al escuchar una voz ronca y un poco aguda. Un hombre alto, delgado y con una cicatriz que sobresale de su ceja izquierda, se acerca a ella, seguido por un hombre corpulento y bajo, que al parecer fue el que le hizo la pregunta y otros tres hombres armados. — ¿Ustedes son cazadores? — Le pregunto, al observar muy cerca de ellos, lo que parece un animal herido. No logro verlo bien, pero es tan blanco que resplandece en la noche. — Lárgate, Caperucita — Responde el hombre musculoso. Lo ignoro y me acerco al hombre alto, al que tiene la cicatriz que por lo que puedo observar es el jefe. Tengo miedo y estoy tan impresionada por lo que está sucediendo que no puedo explicar que es lo que me lleva a acercarme hasta poder verlo a los ojos y la oscuridad de su alma se entrelaza por un segundo con mi miedo. ¿Qué diablos está pasando? De repente y como si fuese un flash de imágenes, observo al hombre sobre un caballo, tirando de una cuerda, como si estuviese arrastrando algo o a alguien. Siento un pinchazo en la cabeza, pero en esta ocasión puedo soportarlo y solo parpadeo sin dejar de observar al hombre y observar el aura negra que lo rodea; la ambición y la maldad pura. — Estás equivocado, los lobos no son culpables de lo que está sucediendo — Le digo y paso por su lado con la intensión de dirigirme hacia donde se encuentra el animal, que ahora estoy segura de que es un lobo. La ira me embarga, estos hombres son unos ambiciosos y crueles, yo sé que los lobos son animales peligrosos y que todos están asustados porque se supone que no había lobos en la zona, pero esta no es la forma de hacer las cosas, hasta el momento ellos no han hecho nada contra los humanos. — ¿A dónde vas? — La mano del hombre se cierra en mi brazo. Me vuelvo a mirarlo y de manera repentina el hombre se lleva la mano a la cabeza y se aleja de mi lado. — ¿Qué diablos me has hecho? ¿Qué diablos eres? — Grita fuera de control. Sus hombres, que al parecer no comprenden lo que sucede, levantan sus rifles de cazadores y me apuntan sin medir palabras. Mi corazón se acelera, sin contar el momento en el que la bestia del bosque asesinó a mi hermana, no me había sentido tan asustada con anterioridad. — Yo… No entiendo, solo soy alguien que vive cerca — Le respondo al hombre, que al parecer se ha recuperado de lo que sea que le sucedió y de igual manera levanta su arma y apunta en mi dirección. — No la toquen — Dice a sus hombres y no logro comprenderlo. — Miren, no voy a decir nada, solo quiero ayudar a ese animal que ustedes han herido — Levanto mis manos. Ellos parecen tan temerarios que prefiero no provocarlos. — ¿De dónde saliste? — Me pregunta el hombre de la cicatriz acercándose con lo que parece un poco de recelo. Observo el pequeño claro en el bosque y me siento tan confundida que no logro responder a su pregunta. Este no es el lugar donde me detuve cuando salí de la casa de Alondra, en realidad, no sé dónde estoy o como llegué aquí, no ha pasado nada extraordinario, solo cerré los ojos, sentí el miedo de Alondra y sentí un poco de vértigo. ¿Qué diablos está pasando conmigo? — No, no lo sé… Creo que me he perdido — Respondo dubitativa. — No sé qué eres, ni lo que me hiciste, pero no voy a detenerme para averiguarlo — La mirada del hombre de la cicatriz brilla llena de oscuridad y maldad. Va a asesinarme, ya lo ha decidido y se siente protegido, victorioso contra una amenaza que no comprende. — ¡Mátenla! — Ordena y de inmediato mi corazón se acelera y el miedo aumenta. Siento una lágrima deslizándose por mi mejilla y escucho el leve quejido del animal herido. No voy a permitirlo, si he llegado sin ninguna explicación a este lugar, seguro es porque tengo que ayudar a ese animal, y además debo descubrir lo que me está sucediendo y aclarar las cosas con el idiota de Ónix y de paso, golpearlo hasta el cansancio por imbécil. Mi respiración se acelera, mientras observo a cada uno de los hombres empezar a reaccionar de manera extraña. El hombre musculoso se lleva las dos manos a la garganta y empieza a respirar de manera exagerada ¿Qué le sucede? — ¿Qué te pasa? ¿Estás sufriendo una reacción alérgica? ¿Cómo es posible? No ha comido nada — Pregunta uno de los hombres que se acerca a él y saca de su bolsillo una inyección que le aplica de inmediato, para enseguida llevarse las manos a la cabeza — ¡No soporto el dolor! — Grita sentándose en el suelo al lado de su compañero. No puedo creer lo que sucede a mi alrededor, el hombre de la cicatriz todavía me apunta con su arma, pero se ha distraído al observar lo que le sucede a sus hombres. El tercero ha corrido hacia un árbol y solo se escucha el sonido de su vientre y su boca mientras devuelve todo lo que al parecer tiene en su interior. — ¿Qué les has hecho? ¿Dime que les has hecho, bruja? — Salto ante su grito y su ira, no he hecho nada, ni siquiera me he movido del lugar en el que me encuentro. — No importa, voy a matarte ahora mismo. — ¡No lo harás! — Me vuelvo a mirar a la persona que acaba de hablar. Arca se encuentra de pie, cerca de una de las entradas al claro. Es tan alto que con la oscuridad nadie pensaría que es solo un adolescente. Escuchamos el aullido de varios lobos y mi piel se eriza de inmediato ¿Estarán cerca? ¿Vienen a defender al animal herido? — ¿Arcas? ¿Qué haces aquí? — Mi pregunta se pierde en el momento en el que observo a un inmenso lobo gris aullar como si estuviese herido y dirigirse hacia un lado del claro. Mientras un lobo n***o y una marrón pasan por mi lado a una velocidad impresionante y sin detenerse atacan a los cazadores. Siento la mano de Arca tomándome de la muñeca y tirando de mi cuerpo hacia la salida del claro, no puedo respirar, los gritos de los hombres mientras los lobos los despedazan me supera. ¿Dónde está el hombre de la cicatriz? — ¿Dónde está el hombre que iba a matarme? — Le pregunto a Arca que niega con la cabeza y tira de mi mano. — Debemos irnos, Nala, son lobos — Me dice y por un segundo creo que tiene la razón. — No, no voy a irme — Me suelto con rabia y me dirijo hacia donde se encuentra el animal blanco y el gris. Solo que no logro verlo con claridad y solo observo al lobo gris que continúa aullando. Corro hasta donde se encuentran, el lobo gris no me permite observar con claridad al animal blanco ¿Acaso ha muerto? Siento la mano de Arca tirando de nuevo y me vuelvo a mirarlo muy enojada. — ¿Vas a dejarme tranquila? Agradezco que me ayudaras, pero solo eres un niño y no puedes venir a decirme lo que tengo que hacer — Mi corazón late acelerado, muy acelerado porque por alguna razón he sentido el olor característico de Ónix.Me vuelvo a mirar por todo el claro, buscándolo, pero solo soy consciente del lobo marrón y del lobo n***o que se acercan a nosotros con mucha calma. ¿Van a matarnos? ¿Creerán que yo le hice esto a su amigo? “Todo va a estar bien, Nala” Me llevo la mano al corazón, porque podría jurar que he escuchado la voz de Ónix en mi cabeza, pero no está aquí, no logro verlo y solo soy consciente de la mirada resplandeciente del lobo n***o, que estremece mi cuerpo por completo. — Nala, lo siento. Sé que eres adulta, pero estamos rodeados de lobos, deberíamos irnos — Se disculpa Arca, pero por alguna razón ilógica que desconozco, me siento en seguridad y sé que no van a hacernos daño. — Tú llegaste con ellos — Susurro y me vuelvo hacia el animal herido. Esa fue la razón por la que de una manera inexplicable llegué a este lugar, para salvar a ese animal y no me iré hasta verlo. “Vete, Nala” ¿Qué diablos? De nuevo la voz de Ónix invade mi mente. “No maldigas y solo vete con el niño” Me detengo en el momento que vuelvo a escucharlo, pero en esta ocasión está respondiendo a lo que he pensado. O me estoy volviendo loca o mi consciencia se ha cansado de mi voz y ahora quiera adoptar la voz de Ónix, lo que sería más probable, ya que él es tan pesado y sombrío como la conciencia. Decido que eso es lo que está pasando y me acerco al lobo gris con cautela, este se vuelve y me observa con una mirada triste y de inmediato al mirarlo a los ojos, siento una profunda tristeza y una impotencia tan paralizante, que duele. Bajo la mirada y me acerco un poco más y las lágrimas se deslizan por mis mejillas, vuelvo a sentir el miedo que me trajo hasta este lugar, pero en esta ocasión, el dolor, la tristeza, la importancia y la desesperación lo acompañan. Es un coctel de emociones tan fuertes que no puedo sostenerme de pie y caigo de rodillas sobre el suelo. Siento los brazos de Arca sosteniéndome y observo a mi lado al lobo n***o. “Te pedí que te fueras” Vuelvo a escuchar la voz de Ónix en mi cabeza y por un segundo sonrío en mi interior, por supuesto que él diría que me lo pidió cuando lo que hizo en realidad, fue exigirme que me fuera. Mi consciencia hace un buen trabajo. La sensación de miedo y desesperación se vuelve más fuerte, mis lágrimas no cesan y mi mente no logra comprender lo que está sucediendo. El animal blanco ya no está y en su reemplazo, Alondra, desnuda y hermosa como la luna, yace en el suelo, herida y la sangre emana de su vientre a una velocidad tan abrumadora, que temo que no pueda salir con vida de este lugar. — Nala, levántate. Debemos llevar a Alondra al hospital — Escucho la voz de Arca y sé que en esta ocasión tiene toda la razón, después tendré tiempo para pedir explicaciones.
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