Capítulo dieciocho: Inmenso

2140 Words
— ¿Ónix? ¿Te sientes mejor? — abro los ojos y observo todo a mi alrededor, para luego posar mi mirada en la oscura y preocupada mirada de Nala. — ¿Qué ha pasado? — Me siento bien, pero tengo la sensación de que llevo varios días durmiendo. — No lo sé, se te subió la temperatura de un momento a otro y no podías respirar, creo que te estaban dando convulsiones y solo te bajó con agua fría — Me dice y toca mi frente. — ¿Dónde está el chico? — Tengo que hablar con ese joven. Intento levantarme, pero de inmediato Nala me bloquea con su cuerpo, con mucha facilidad podría moverla hacia un lado, pero su olor ha estremecido todo mi ser, como lo hace siempre, y solo deseo tenerla cerca. — Arcas está acompañando a Luciano, siguen buscando a la bestia del bosque — Tengo la impresión de que he olvidado algo, pero no logro enfocarme, solo sé que es algo relacionado con el hombre sin olor. Recuerdo muy poco de lo que ha sucedido, sé que Nala llegó a donde estábamos reunidos con el anciano sabio y se enfureció al escuchar que este había decidido que nos uniéramos con la ceremonia de la Luna. — Arcas es un nombre muy extraño — Digo pensando de nuevo en el joven, sin saber por qué me inquieta su presencia — Nala, estoy bien. Déjame levantarme, tengo muchas cosas que hacer — Continúo, esperando convencerla e intento volver a ponerme de pie. Sin embargo, en una acción que me deja con la boca abierta y despierta cada poro y órgano de mi cuerpo, Nala se sube sobre la cama y se sienta a ahorcajadas sobre mi cuerpo. — No, no vas a salir de aquí, porque… — Abre los ojos y traga con fuerza. — Ónix ¿Qué pasó después de la muerte de tu padre? Él era el jefe, ¿verdad? Entonces, ¿ahora lo eres tú? — Nala, te explicaré todo después, pero ahora debo salir de este lugar — Le digo y vuelvo a intentar ponerme de pie. — He dicho que no vas a salir — Repite De inmediato siento el cambio en su olor, su deseo crece y ella se ha dado cuenta de lo que sucede, y se ha enterado de que el mío también ha creído cuando mi erección hace contacto con su centro y por lo que logro notar, ella solo lleva una larga camiseta y su ropa interior. — ¿Por qué estás vestida así? — Pregunto con la voz ronca y llevo mis manos hasta su cintura y presiono su cuerpo hacia abajo, contra el mío, sintiendo la presión de su centro contra mi pelvis. — Yo solo quería estar cómoda, me dijeron que era posible que tuviera que acostarme a tu lado y abrazarte si te daba frío y pensé que un pantalón no sería confortable sí… — ¿Frío? ¿Quién le dijo eso? Si me la paso ardiendo y más cuando ella está cerca. Sin dejar que termine su frase, llevo mis manos a su cuello y en segundos me apodero de su boca. Mi lobo interior, gruñe y mi erección crece mucho más, y soy consciente de que debajo de la sábana estoy desnudo y me muero por tener contacto directo con su cuerpo, ¡bendita fiebre! Los labios de Nala se mueven de manera posesiva, al igual que los míos, mi lengua se apodera de todos los resquicios de su boca y pego su cuerpo contra el mío. Ella no ha dudado y me ha respondido de inmediato, como si estuviese esperando este momento, lo está claro, que esperaba con ansias, al igual que lo hacía yo. Me muevo con rapidez y tal vez con demasiada violencia, pero en este momento he dejado de pensar y le giro en la cama y tirando de la sabana, enseguida levanto su camiseta. Sin dudarlo un segundo, deslizo mis manos por sus muslos y caderas y siento el momento en el que ella levanta sus glúteos, permitiéndome tirar con fuerza de su ropa interior. — La has roto — Susurra. Me apodero de su boca y deslizo mis manos contra su cuerpo, masajeando cada parte de este. Tomo sus dos manos y las llevo hasta el cabecero de la cama donde las sujeto con la mía. No quiero que me toque, al menos, por el momento. Nala gime y entreabre sus piernas, mi palpitante erección se posesiona contra su centro; Siento su humedad y la urgencia en ella, mientras mi boca se desliza por su cuello y contra el valle de sus senos. Nala levanta sus caderas mostrándome lo que quiere que le haga, pero apenas estamos empezando. Me pongo de rodillas, alejando mi erección de su centro y observo su reacción. — ¡Oh por Dios! ¡Eres inmenso! — Exclama y traga con fuerza mientras mueve sus manos inquietas y prisioneras y se lame los labios. Le guiño un ojo, porque es tan tierna que solo quiero penetrarla hasta hacerla gritar. Me inclino para volver a besarla, quiero que esté completamente mojada porque No deseo hacerle daño y además, el poder sentir su olor mientras se encuentra en extremo excitada y deslizarme entre toda su humedad sería indescriptible. — ¿Puedo…? — Se detiene sin terminar la frase y yo desciendo mis labios y tomo uno de sus senos, deslizando mi lengua por su pezón. — Yo… Ahhhh — Gime y vuelve a contraer su cuerpo y aprovecho el momento para besar su otro seno y deslizar mi mano libre por su centro, mientras continuo sosteniendo sus manos sobre su cabeza. — ¿Qué quieres, Nala? — Detengo los movimientos de mi mano contra su seno y mi lengua se desliza con mucha más suavidad. — A ti, te quiero a ti, en mi boca — Susurra y cierra los ojos, deslizo con calma mis dedos por su centro y su humedad los empapa por completo — ¿Puedo? —Vuelve a preguntar y yo presiono un poco más fuerte. ¡Se ve tan linda! Tan inocente y lista a darlo todo por mí, que no veo el momento de estar en su interior. Elevo mi cuerpo sobre el suyo y siento su desesperación cuando intenta soltar sus manos y que su pelvis. Me muevo sobre ella y permito que mi gran erección descienda hasta su boca. — No sé si lograré tomarla toda — Dice mientras sus mejillas se enrojecen. — Toma lo que quieras, preciosa — la observo abrir su boca y contengo el impulso de dejarme caer y llenarla por completo. Nala se divierte mientras me toma como una principiante, y a pesar de sus dudas y su falta de experiencia, es tan única que me encanta. Llevo mi mano libre hasta su cuello y guio sus movimientos. Aprende deprisa y en segundos se encuentra tomando mi erección con firmeza. — Preciosa, es mi turno — La detengo porque no estoy seguro de poder contenerme y necesito estar en su interior cuando por fin pueda liberarme. Me inclino y vuelvo a besarla, sentir mi sabor en su boca me encanta y empieza a descontrolarme al escuchar a mi lobo gruñir en mi interior. — No muevas tus manos — Le ordeno y ella asiente con la cabeza y sonrío. — Quiero escucharte, preciosa — Vuelve a contorsionar su cuerpo buscando contacto y me alejo — Dilo — Susurro en su oído. — No moveré mis manos — Su voz suena ronca y soy consciente del momento en el que ella contiene la respiración y mi pecho se inflama. Me inclino y desciendo mi boca por el centro de su cuerpo hasta llegar a su humedad, deslizo mi lengua con mucha calma por sus pliegues y a su magnífico sabor explota dentro de mi boca. Gruño, mi instinto lobuno amenaza con tomar el control porque no estoy seguro de ir con calma mientras su olor y su sabor están acabando con mis límites. Observo su reacción mientras mi lengua devora su humedad y mi erección crece, mientras Nala toma mi cabello y tira de él. — Nala — Susurro. Ha aprovechado que por un momento dejé de presionar sus manos y liberó una de ellas, pero por ahora, no puede tocarme, o todo se saldrá de control. — Perdón, perdón — Susurra y vuelve a posicionar su mano donde se encontraba. Paso labios por sus pliegues y la sujeto de sus caderas con fuerza, ella abre sus piernas y enseguida vuelve a cerrarlas contra mi cabeza, contrayendo su cuerpo. Deseo conservar la calma, pero al parecer, eso no será posible hoy, así que permito que mi instinto lobuno salga a flote y mi lengua se apodera de ella con intensidad; arraso con su centro, su sabor me envuelve y bebo de ella sin desperdiciar una sola gota, perdiéndome entre sus gritos y la forma en la que su cuerpo convulsiona sin control. — Ónix — Nola Grita y se mueve sin control mientras su centro golpea contra mis labios. Acelero el movimiento de mi boca y el de sus caderas que mis manos guían con rapidez. — ¡Oh por Dios, Ónix! Voy a morir, voy a… ¡Oh Dios! No puedo respirar — Siento la presión de los dedos de sus pies contra mi espalda y en el momento que ella levanta sus caderas, libero sus manos, abro la boca y la tomo por completo. Sus movimientos se aceleran y levanto la vista intentando no perderme ninguno de sus gestos. Nala cierra sus delicados dedos contra la madera del cabecero de la cama, sus nudillos están blancos, mientras abre la boca y sus pestañas descienden sobre sus ojos que se encuentran completamente dilatados. — ¡Oh Dios! — Vuelve a gritar. Su cuerpo se estremece y sus piernas se cierran con fuerza contra mi cara. Gruño porque el momento ha llegado, necesito perderme en ella y no puedo esperar un segundo más. Vuelvo a tomar sus manos entre la mía y apoyo mi codo libre intentando no lastimarla. Me muerdo los labios mientras mi erección encuentra su humedad; presiono un poco, con delicadeza, porque a pesar de que mi lobo aúlla como un salvaje en mi interior y yo solo quiero penetrarla sin pensar en nada más; ella es mi prioridad y no quiero lastimarla. Soy demasiado grande, demasiado grueso, demasiado todo y podría romperla en segundos. Siento lo cerrada que está cuando empiezo a tomarla con demasiada calma para mi gusto. — Espera — Su voz inquieta me detiene y espero hasta que ella toma aire y cierra los ojos — Soy un desastre, ¿Verdad? — Me pregunta y mi sentido de protección aumenta al escuchar como su voz tiembla un poco. Observo su cuerpo desnudo y dispuesto para mí y me doy cuenta de la suerte que tengo y de lo hermosa que es. — Me encantas — Susurro en su oído antes de empujar con fuerza e instalarme por completo en su interior. — Ónix — Grita y me abraza con fuerza cerrándome contra sus brazos. — Preciosa, te aseguro que si no puedo moverme, dejaré de respirar unos en segundos — La beso y mi lengua se apodera de ella, al igual que mi pene se introduce con mucha más potencia en su interior. — Ónix, Ónix, creo que… Ahhhh ¿Es posible que crezcas más? — Su pregunta me sorprende y en el momento en el que voy a mirar la hora, siento como mi columna vertebral se contrae. Perdí la noción del tiempo, he despertado del episodio más extraño de mi vida y olvidé quién soy; olvidé que desde el día de ayer soy el alfa de mi manada y que mi pareja destinada no sabe nada en lo absoluto de lo que sucede en este lugar o de quien soy yo en realidad. Lo olvidé todo, y solo me concentré en su olor, en su textura, en su sabor, y ahora, mi lobo está frustrado y yo tengo de actuar sin demora. ¡Maldición! — Nala, yo… — El proceso de transformación avanza muy deprisa y no logro controlarlo. No estoy preparado para contarle quién soy yo, ni lo que sucede con mi manada en una noche como está, una noche de luna llena. Salgo de su cuerpo y siento como ella intenta retenerme en su interior, pero estoy creciendo y mi cuerpo en segundos va a transformarse y no quiero dañarla. Me pongo de pie de un salto y alejo de ella, que me observa con los ojos muy abiertos y la respiración agitada. — ¿Ónix? ¿He hecho algo mal? — Al escucharla me enfurezco conmigo mismo y sin mirarla o decirla una palabra, salgo de la habitación.
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