Alondra es una buena amiga, pero desde que nos hemos reencontrado, solo me ha fastidiado.
— Es ella, ¿verdad? Tu luna, puedo sentirlo — Me dice y se vuelve a saludar a Nala que la observa al parecer muy impresionada.
— Es la mujer más hermosa que he visto — Susurra y sonrío. — Parece una guerrera amazona.
Alondra siempre impresiona a la gente que la ve por primera vez. Es una mujer alta y con una figura atlética, tiene el cabello n***o azabache y los ojos azules tan cristalinos que creerías que estás nadando en ellos.
Es orgullosa y luchadora, conoce de las artes marciales y dispara mejor que todos nuestros deltas.
Nala no ha podido dejar de mirarla desde que entramos a su casa, Alondra va vestida de cuero y de n***o, con pantalones y un top ajustado y lleva taches y correas marrones en la cintura y cruzadas entre los pechos
¡Muy amazona!
— Les he preparado la habitación y la cena, deben estar agotados— Verla como una ama de casa me sorprende.
Sirve la cena ayudada por Luciano y sonrío internamente al ver como ella lo maneja a su antojo, mi amigo no tiene ninguna oportunidad, está perdidamente enamorado de su mate.
— Todo ha estado delicioso. No sé cuándo fue la última vez que comí algo tan exquisito — Le dice Nala y Alondra sonríe encantada.
— Ha sido un placer, espero que puedas descansar esta noche — Ayudamos a recoger y a limpiarlo todo.
Estoy un poco alejado de todos, con un vaso de una bebida casera que ha preparado Alondra y que es muy fuerte.
Mi lobo gruñe y siento su necesidad y ansiedad mientras observo como Nala sonríe a un comentario de Luciano.
— Es difícil aceptarlo, ¿verdad? — Me vuelvo ante el comentario de Alondra que me ha tomado desprevenido.
Se detiene a mi ladoy se cruza de brazos.
— Parece frágil, pero estoy segura de que es más fuerte de lo que creemos — Continúa — Tienes que decírselo, ella debe estar contigo — Alondra siempre pensó que había algo malo con Luminara y que yo estaba equivocado y no era mi pareja destinada.
— Decidí estar solo, Alondra. Ayudaré a Nala y luego la dejaré tranquila, no vale la pena complicar más las cosas — Susurro y aprieto la bebida entre mis manos.
— Por supuesto, Ónix, sigue equivocándote y pensando lo que quieras, pronto entenderás que esto es más fuerte que lo que tú quieras. Tu lobo ha decidido— Se aleja dejándome con la sensación de ser tan solo una marioneta.
Observo a Nala sonriendo con Luciano, mi lobo interior gruñe porque desea que esa sonrisa sea para nosotros, mi amigo tiene a su mate y no debería acaparar la atención de mi mujer.
¡Maldición! Ya no controlo ni lo que pienso.
Me alejo y entro a la habitación de invitados y tomo una ducha; mientras el agua se desliza por mi cuerpo, pienso en todo lo que ha sucedido en las últimas horas y en lo que tendré que hacer para proteger a Nala.
— ¿Qué haces aquí? — El ruido de la puerta al abrirse y el grito de Nala hacen que me vuelva hacia ella y cierre la ducha.
— ¿Es una pregunta retórica? — Nala se cruza de brazos y recorre mi cuerpo con una mirada intensa y como era de esperarse, mi lobo y mi cuerpo reaccionan de inmediato ¡Mierda!
— No voy a quedarme contigo en la misma habitación — Me dice y sale del cuarto de baño dándome un respiro y dejándome un momento para controlar mi muy explícita reacción.
Salgo de la ducha y me pongo mis pantalones vaqueros y entro en la habitación.
Observo un bulto debajo de la cama, Nala se ha cubierto con el edredón y al parecer intenta no respirar.
— Vas a ahogarte — Le digo y me acerco a ella, me quito los vaqueros y me acuesto a su lado, sobre la cama.
Siento el rugido en mi interior, el fuego se enciende, el calor de mi cuerpo aumenta y mi corazón late al mismo ritmo que el de Nala, lo escucho a pesar de que ella intenta ocultarlo.
Cierro los ojos porque estoy muy cansado, necesito dormir dos o tres horas y luego saldré a buscar al asesino de mi hermano.
Nala se mueve sobre la cama. No ha parado de hacerlo desde hace algunos minutos. Siento como su muslo roza mis caderas y mi lobo aúlla en mi interior.
— ¿Estás desnudo? — Grita y se levanta de la cama, corre hacia mi lado y empieza a empujarme, tocando mi pecho y mis hombros y desesperando a mi lobo. — No voy a dormir contigo, estás desnudo, no somos pareja. Tienes que irte — Continua gritando.
La detengo cerrando mi mano contra su muñeca y tiro de su cuerpo y gruño al sentirla caer contra mí y la temperatura en mi cuerpo se vuelve casi insoportable.
Rodeo su cintura con mi brazo y luego cierro mi mano contra su cuello y enredo mis dedos en su cabello.
— Dormiré dos horas y luego saldré a buscar al hombre que asesinó a tu hermana y a mi pequeño hermano. Necesito descansar, no me interesa abusar de ti o tener algo contigo. Solo quiero dormir — Le digoy trago con fuerza cuandosu mirada desciende por mis labios y luego de manera provocadora muerde los suyos.
— Estás desnudo, pensé que … Lo siento, debo descansar — Su voz suena vacilante y siento el olor de su excitación, es tan intenso como el mío, mi cuerpo se tensa y su aliento atrae mi atención.
Tiene la boca y la garganta reseca, sus manos le sudan y la humedad desciende hasta el centro de su cuerpo.
La desesperación de mi lobo aumenta, aúlla, gruñe, rasga y la necesidad de tomar su cuerpoy perderme en su interior se hace insoportable.
Ella entreabre sus labios y siento como se mueve contra mí, buscando el roce de mi erección que ha crecido de manera impresionante y se ha endurecido en segundos.
Nala gime y siento como su corazón se acelera un poco más y el contacto de mi erección con el calor de su humedad que traspasa sus bragas me hacen gemir.
Cierro mis manos contra su cuello y presiono con fuerza contra su cintura, entreabro mis piernas acomodándola y sintiéndola mejor y en segundos el fuego se desata en mi interior.
Observo sus labios, su respiración se vuelve pesada y sus pezones erectos se aprisionan contra mi pecho. Desciendo mis labios y vuelvo a presionar contra su cintura, ella gime contra mi boca.
El sonido de la puerta principal al cerrarse me recuerdan por qué estamos aquí.
— No vuelvas a atacarme, Nala. Porque si sucede una próxima vez, no puedo asegurar que te deje dormir — La suelto y ella rebota al caer sobre la cama y el aullido de mi lobo interno se vuelve desesperado.
— Eres un imbécil — Me dice apoyándose sobre los codos y la sensual imagen que proyecta se convierte en una tortura
Me levanto, me pongo mis vaqueros y salgo de la habitación y de la casa. Empiezo a correr desesperado, no voy a volver, ni a tomarla, así mi lobo quiera destrozarme.