— Debería verse señor Alfa, eso de estar tanto tiempo lejos de la civilización lo ha afectado bastantes — Por supuesto que no voy a casarme obligada y menos con una propuesta de matrimonio tan mediocre — Nala empuja mi mano con más fuerza de la que esperaba — Y no vuelvas a tocarme sin mi permiso, no soy de tu propiedad — Dice con los dientes apretados, desciende del auto y se reúne con sus amigos.
Me quedo observándola igual que lo hice en la casa de Alondra y no puedo dejar de pensar que todo esto es una locura.
No deseo casarme y mucho menos ser Alfa, quisiera continuar mi vida de lobo solitario en mi cabaña, pero esto es lo que tengo y muchas personas cuentan conmigo y no puedo simplemente irme y defraudarlas.
Aunque estando frente a este hotel, es lo único que desearía hacer. ¡Salir corriendo!
Bajo del auto y a paso lento me dirijo a la recepción del hotel mientras reviso mi teléfono y compruebo que Luciano lo ha organizado todo; dos de nuestros mejores centinelas se encuentran aquí, cerca de la cabaña que le ha sido asignada a los amigos de Nala y se van a quedar en ese lugar cuando se transformen, observando.
Por fortuna, nuestra manada cuenta con centinelas entrenados por Alondra y Luciano que tienen un control aceptable de su razonamiento cuando han cambiado de forma, si se les asigna una misión con antelación y es lo que ha hecho Luciano con sus dos hombres.
Cuando hacia parte de la manada, Alondra, Luciano y yo nos encargábamos del entrenamiento de la manada y era yo quien me encargaba de trabajar con ellos el control de la mente, porque por alguna razón, controlé desde la primera vez mi cambio a hombre lobo, algo que mi padre encontró extraordinario y quiso aprovechar para que su manada fuera diferente de las otras.
— Ónix Louboutin ¡Ha pasado mucho tiempo! — Mi mirada resplandece de furia al escuchar la voz del hombre que se acerca a nosotros.
Alto, de piel negra, rasgos finos y al parecer muy atractivos por la forma en la que Nala y su amiga lo observan.
— Charles Beau. Por desgracia no fue mucho más — Le respondo y cierro mis manos en puños.
Hace muchos años, este hombre fue uno de mis mejores amigos, Luciano, él y yo compartimos muchas experiencias juntos en la Universidad, hasta que él pensó que también le compartiría a mi novia y todo se volvió un completo desastre.
— Lorenzo ha hablado contigo, te agradezco que puedas recibir a los amigos de Nala, nosotros debemos irnos — Le digo mientras tomo la mano de Nala que intenta apartarla sin ningún reparo.
¡Es que no puede ser más testaruda!
— ¿Y Nala es? — Pregunta Charles elevando una ceja.
— Soy yo
— Mi prometida
Respondemos ella y yo en el mismo momento.
— ¿Cómo? Pero querida, no nos habías dicho nada ¡Oh por Dios! — Rommel interrumpe nuestra conversación y abraza a Nala, alejándola de mi lado — Lo siento, querida. Sé que con el funeral de tu hermana mañana no es el mejor momento para celebrar — Continúa.
Observo la reacción de Rommel y me doy cuenta de que durante todo este tiempo y dejándome llevar por los celos, he dejado pasar algo muy importante: A Rommel al parecer no le gustan las mujeres, o eso creo, si tengo en cuenta su reacción hace un momento con Nala y como observa a Charles.
— Rommel, nosotros no…
— Querida, estoy segura de que Belatrix estaría encantada de que te cases con un hombre tan fuerte y decidido — Su amiga Loretta la abraza y enseguida limpia una lágrima de su mejilla.
— ¿Están hablando de Belatrix Mantegna, una de las víctimas de la bestia del bosque? — Pregunta Charles, al parecer bastante intrigado.
Frunzo el ceño al darme cuenta de que Lorenzo no explicó mucho de lo que está sucediendo.
— Ella era nuestra mejor amiga y la hermana de nuestra pequeña Nala — Le responde Rommel acercándose a él.
— Lo siento mucho, Nala — Observo la forma en la que Charles le habla a Nala y mi lobo interior ruge.
¡No te le acerques!
— Gracias — Susurra Nala bajando la voz.
La comprendo, el funeral de mi hermano y de mi padre será en dos días y yo todavía no estoy seguro de haber aceptado que los he perdido.
— Tenemos que irnos, gracias por tu ayuda — Vuelvo a tomar la mano de Nala, debo concentrarme en encontrar al hombre sin olor.
— Chicos, aquí estarán seguros y yo pasaré por ustedes mañana y lo que Ónix ha dicho no...
— Nala, nos vamos — Aprieto su mano y me dirijo hacia la salida.
— Rommel, Loretta, yo no me he … — Lo intenta de nuevo.
— ¡Cállate! — Susurro y de inmediato ella deja de hablar y vuelve a intentar soltar mi mano.
— Descansa, querida — Escucho la despedida algo afectada de Rommel y salgo de la recepción del hotel y me dirijo hasta el auto.
Siento un leve ardor en el momento en el que el puño de la mano izquierda de Nala impacta mi nariz.
¡Mierda, ha pegado fuerte!
— En tu vida vuelvas a hablarme de esa forma delante de mis amigos y no vayas diciendo estupideces por ahí, no soy tu prometida y no voy a casarme contigo — Me empuja y se sube al auto, dejándome de pie como si fuese un idiota.
Subo al auto y observo como se acaricia la mano izquierda.
— ¿Qué me miras, idiota? ¿No que estamos de afán?
La ignoro y me dirijo al pueblo, no tengo paciencia para soportar sus exabruptos y muy pronto va a anochecer, así que mis prioridades son otras.
El anciano sabio y mi madre se encuentran en el salón de casa de mis padres cuando Nala y yo llegamos.
— ¿Todo está listo? — Pregunto y ellos asienten.
Mi madre observa a Nala y frunce el ceño, ella hubiese deseado que mi luna fuese una cambia formas como nosotros, pero sabe que en este momento, debemos hacer lo que el anciano sabio considera adecuado para superar todo lo que está sucediendo.
— ¿De qué están hablando? — Nala se vuelve a mirarme y se lleva las manos a las caderas.
Había olvidado que solo lleva una larga camisa y unas botas, al entrar en casa de mi madre se ha quitado el abrigo que se puso rápidamente mientras yo la sacaba de su casa, pero con todo lo que está sucediendo, no presté atención a la forma en la que está vestida.
— Deberías cubrirte o vas a atrapar una pulmonía, pareces algo frágil — Le dice mi madre y de inmediato la miro lleno de furia, no tiene por qué hablarle a Nala de esa manera.
— Madre, no te permito …
— Yo puedo defenderme sola — Nala me interrumpe y se acerca hasta mi madre que nos observa de pie, cerca a la chimenea, como si fuese una reina.
— Yo me visto de la forma en la que yo quiera, en el momento que quiera y si me resfrío o no, ese es mi problema. Agradezco su preocupación, señora Louboutin, pero no debería gastar sus energías en mí, hay cosas más importantes de las que preocuparse — Nala sonríe a mi madre que me observa y se abstiene de responderle.
— Nala, debemos apresurarnos — Le digo y asiento hacia el anciano sabio.
— No sé qué parte de no voy a casarme contigo no has entendido — Me dice y luego se vuelve a mirar al anciano sabio — Lo siento, señor sabio, pero ni usted, ni Ónix van a decidir por mí, es mi vida y con el debido respeto que ustedes se merecen, no voy a permitir que una manada de lobos la controle — Nala se aleja y se dirige al interior de la casa.
— Pensé que todo estaba controlado — Dice mi madre al parecer bastante frustrada porque no le permití defenderse de Nala — ¿Y cuándo le revelaste nuestro secreto?
— Madre, ¿Acaso crees que Nala es estúpida? Ha visto varios lobos y el comportamiento de todos nosotros no es que sea muy normal y además está empezando a desarrollar sus poderes — El anciano sabio se me acerca y bajo la mirada para observar la preocupación en la suya.
— ¿Qué ha pasado? — Me pregunta bastante intrigado.
— Ha visto al hombre sin olor, él intentó controlarla con la mente, le hizo vivir un infierno como si estuviese pasando en realidad — Mi madre se lleva la mano a la boca y el anciano sabio frunce el ceño.
— El chico que vino con ella ha venido a vernos —El tono de voz del anciano sabio parece dubitativo.
— ¿Arcos ha estado aquí? ¿Qué quería? — Mi cuerpo se tensa de inmediato.
— Quería advertirnos, nos ha dicho que va a suceder algo desastroso esta noche y que si tú y Nala no se casan, esto solo será el comienzo del fin de nuestra r**a, el fin de los lobos y los hombres lobos — El miedo en la voz del anciano sabio me demuestra que cree en todo lo que ese chico le ha dicho.
— Creo que él es el hombre sin olor y solo quiere controlarnos y que hagamos lo que él desea — Me atrevo a verbalizar mis dudas.
— No lo es — Dice mi madre — Es extraño, pero él me calma, siento una gran conexión a su lado y siento su olor, es fuerte, es como si te sintiera a ti o a tu hermano Draco — Tomo sus manos entre las mías y me inclino un poco para mirarla a los ojos.
— Madre, yo no logro sentir su olor y Luciano y el anciano sabio casi no lo sienten ¿Acaso estoy mintiendo, anciano sabio? — Me vuelvo a mirarlo.
— Es verdad, yo no logro percibirlo con claridad, pero tu madre sí lo ha hecho y yo tampoco creo que sea el hombre sin olor, no es lógico que nos pida que ustedes dos se casen — Me dice el anciano.
— ¿Entonces qué diablos es? ¿Quién diablos es? ¿Cómo sabe tanto de la profecía?
— Es un lobo, un híbrido — Dice mi madre y en esta ocasión mi furia e impotencia aumentan, porque no pude sentirlo ni defenderme de él.
¿Qué clase de híbrido es capaz de controlarme, atacarme y dejarme sin defensas?