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1214 Words
  Dios mátame ahora, ¿puedes? Por un momento el comedor quedó en un extraño y ensordecedor silencio, segundos después se escuchó una ola de abucheos burlescos por todos los estudiantes hacia Evans Damon por el vergonzoso evento causado por mi maldita culpa. Abrí la boca sin poder creer lo que había pasado, esto no podía estarme pasando a mí.  Emma llegó a mi lado y me ayudó a levantarme pero yo solo miraba a Evans quien se había quedado por un momento en estado de shock, sus cejas levemente fruncidas su boca medio abierta y las venas de su frente marcándose un poco probablemente procesando lo que estaba ocurriendo. Mierda. —Lo siento... yo... —comencé a tartamudear acercándome a su camisa e intentando limpiar sin éxito la mancha que había dejado con las palmas de mis manos, solo logré esparcir la mancha por toda la tela blanca y por más vergonzosa que era la situación, sentí su abdomen ejercitado bajo mi tacto. Y vaya que estaba bastante marcado, sentí mis mejillas comenzar a cosquillear, eso sucedía cuando comenzaba a sonrojarme. Concéntrate Eclipse. Alcé la vista cruzándome con su intensa mirada fija en mí, sentí el sonrojo intensificarse posiblemente en todo mi rostro y mi corazón comenzó a bombear frenéticamente, jamás había estado tan cerca de él, jamás nos habíamos visto directamente a los ojos, mucho menos frente a todo el mundo, era más alto de lo que creí, posiblemente mi frente le llegaba a la altura del cuello. —Quita tus manos de mi cuerpo, criatura —escuché su voz profunda y molesta, sus ojos profundizando su mirada en la mía haciéndome temblar. Criatura. Sonaba como un fuerte insulto peor que una grosería. Alejé mis manos rápidamente como si el tacto me quemara y tragué en seco. —Lo siento, puedo lavarte la ropa... yo... solo debes quitártela y yo la lavo —me di cuenta que estaba diciendo prácticamente que se desnudara, así que agregué: — es decir, no quise decir que te desnudaras que horror... —me di cuenta que empeoraba la situación y añadí: — No es que no te veas bien desnudo... es decir, no es que te hubiera visto, pero sé que sí te verías bien desnudo... Sentí la mano de Emma tocarme el brazo mandándome a callar disimuladamente, apreté mis labios obligándome a callar mi nerviosismo, creo que estaba empeorando toda esta situación humillante. Evans pareció ignorar mis balbuceos sin sentido, giró los ojos en completo desagrado y murmuró antes de salir del comedor: —Qué asco de mujer. Apreté los ojos con fuerza, a esta altura los estudiantes en el comedor habían perdido el interés en lo que había pasado y volvieron a sus asuntos, pero sentía la humillación en mis mejillas y en mis manos temblorosas, no quería volver a cruzarme con él, prefería ser invisible o tener uno de esos borradores de memoria como los que usaban en la película Hombres de n***o. Maldición, la mala suerte estaba en mí. Salí del comedor con Emma y Stan, ellos no paraban de reír y de bromear acerca de lo que había pasado, pero yo me sentía terrible con una vergüenza tan extrema que solo quería que me tragara la tierra y me escupiera en wakanda.  —No pudo ser otra persona, sino mi puto Crush —murmuré indignada llevando una mano a mi cabeza—, maldita sea. —Ya, son cosas que pasan —dijo Stan dándome una palmada en la espalda—, además tu eres demasiado torpe. —Vaya, gracias —giré los ojos. Emma me acarició el cabello y me ofreció una ligera sonrisa. —Ve el lado positivo —dijo Emma—, ahora tu crush sabe de tu existencia. Eso no me hacía sentir mejor. Le lancé una mirada completamente fulminante y me detuve cuando llegué al salón donde me tocaba ver clases, ya no podía hacer nada para evitarlo ni para arreglar la situación. La había cagado hasta el fondo. —Me voy, nos vemos después —me despedí de ellos con un gesto de la mano cuando llegué a mi salón. Tenía que olvidarme de ese vergonzoso incidente, y entraría a la clase del señor Julio en literatura. Tomé asiento en la primera fila de la esquina observando a algunas personas que había visto por los pasillos pero con los que no había entablado conversación todavía, odiaba que cada año mezclaran las secciones para obligarnos a socializar, yo odiaba socializar.     El señor Julio César entró acomodando sus cosas y hablando que trabajaríamos este mes con “Orgullo y prejuicio” en honor a Jane Austen, amé ese libro, lo había leído en internet, pero había estado reuniendo para comprarlo en físico, era uno de mis favoritos, desde pequeña me gustaba la lectura, probablemente desde el momento que mis padres se divorciaron, los libros se convirtieron en mi refugio, me ayudaban a escapar de la realidad.  De repente la puerta del salón se abrió y mi mirada incrédula —como probablemente la mirada de todos— se desvió al chico que había llegado tarde. Evans Damon se disculpó en voz baja por el retraso y caminó para tomar asiento en los puestos del fondo, se había cambiado de ropa, ahora llevaba una camisa negra y unos pantalones oscuros. Tuve que forzar mi boca a cerrarse, ¿Qué hacía él aquí? Bien, oficialmente creo que Dios se burlaba de mí. El profesor siguió hablando de la autora Jane Austen y tuve que forzarme a volver a prestar atención, es decir, ¿acaso entró apropósito por mí? No, ¿por qué él haría algo por mí? Aunque por lo que sabía, siempre mandaban a los alumnos de promedio más resaltantes a evaluar las clases de algunos profesores como una manera de motivación, debía de ser por eso que él estaba aquí.   Evans parecía ignorarme como siempre lo había hecho, por Dios, debía superarlo, además solo era una persona más, no tenía por qué importarme, ¿pero por qué de repente sentía la necesidad de voltear a ver si él estaba prestando atención? No voy a voltear. Que no lo voy a hacer. NO VOY A VOLTEAR. Bueno... puedo espiar solo un poco, eso no sería contra las reglas ¿o sí? Me acomodé un poco en el asiento y comencé a jugar con el lápiz entre mis dedos intentando restarle importancia, entonces giré un poco el cuello y mis ojos cayeron en él, Evans tenía la cabeza gacha escribiendo varias cosas en su cuaderno, mis ojos se desviaron a su escritorio y casi caí de espaldas, tenía el libro de Orgullo y Prejuicio sobre el escritorio, ¡él tenía una copia! ¡Tenía una copia de mi libro favorito! Oficialmente estaba boba por Evans Damon y lo peor era que probablemente él me odiaba porque le había echado la comida encima. Me fijé que mientras escribía, su cabello se movía hacia adelante cubriendo parte de su rostro, con su ropa oscura le daba ese aire extraño que siempre me gustó de él. Había estado tan perdida observándolo como toda una acosadora que no me preparé cuando alzó la cabeza y me atrapó observándolo. Ahogué un grito sobresaltándome porque prácticamente me atrapó infraganti y me acomodé rápidamente en el asiento sintiendo que no podía ser más patética, y como cosa normal del universo que me odiaba, el movimiento que hice al acomodarme en el asiento fue tan brusco, que lo único que logré fue tirar mis cosas al suelo haciendo todo un escándalo cuando mis lápices de colores salieron de la cartuchera abierta y se esparcieron por todo el maldito suelo llamando la atención de todos.   Joder.          
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