3- Rencores

1170 Words
Capítulo 3 Rencores Leonardo Con solo recordar la traición de mi propia esposa y mi supuesto mejor amigo, una mezcla de furia y confusión se apodera de mí. La manera en que me han engañado desencadena una tormenta de emociones, socavando mi coherencia y dejándome a la deriva en un mar de resentimiento, solo pienso en vengarme. Sin embargo, vislumbro una determinación emergente en medio de todo, los destruiré lentamente. Cuando recupere mi bienestar y al menos alivie el dolor físico que me embarga, me dedicaré a recuperar todo lo que es mío. No importa a quién deba enfrentar ni qué obstáculos se interpongan en mi camino; No me daré por vencido y no permitiré que salgan impunes, despertar después de tantos meses, y descubrir que regrese a la vida que tanto detesto, a la vida sin dinero constituye la peor de las torturas. —¿Ahora vas a decir que esto no forma parte del acuerdo? —La mujer frente a mí parece burlarse, y no quiero ni siquiera imaginar cómo me veo en este momento. Debo parecer un monstruo, aunque Simon me ha asegurado que no tengo cicatrices visibles en ninguna parte del cuerpo, Maia sigue intentando esquivar mis roces, sus palabras resuenan en el aire tenso que nos rodea, y su actitud desafiante alimenta mi determinación. Aunque mi rostro no sea un espectáculo agradable para ella, ni para nadie, la certeza de que no llevo marcas físicas además de mi maldita ceguera, me ofrece un poco de consuelo. Enfrento a esta mujer con la firme convicción de que, a pesar de mi apariencia, mi fuerza permanece intacta, ella no es más que alguien quien intenta obtener un beneficio a cambio de estar aquí. —Por favor, no le quite la pensión; ella depende de ese dinero. —Su tono de voz cambió, mostrando preocupación ante mi advertencia. Sin embargo, decidí que nadie más se aprovechará de mi benevolencia. Quien sea que esté cerca deberá obedecer todas mis órdenes. Sé que ahora solo la tengo a ella, y por lo que me doy cuenta, es tan pobre que esa ínfima suma de dinero de su familiar será un martirio para ella. —Entonces, debes hacer lo que te digo. No es tan difícil. —Al tomarla de la cintura, mi cuerpo reacciona de manera involuntaria. El contacto físico tiene un efecto en mi, el sexo hace que me relaje, al menos por un momento olvido tanto estrés del dia a dia, inclusive en los momentos de ira, era lo único que me hacia despejar un poco mi mente. —Pero… —Me causa cierta incomodidad no ver a quien llevaré a la cama, tampoco se como se ve, o de que color es su piel, pero el suave aroma que emana de su piel, es lo suficientemente tentador. —Hace mucho que no estoy con una mujer de manera íntima, pero quiero dejarte en claro varios puntos al respecto, pero será después de que acabemos con esto. —Me había obedecido, porque cuando toqué su cintura, y luego baje hasta sus muslos, solo llevaba puesto sus bragas y su sostén, no la besaría porque esto no es más que una simple necesidad carnal, aunque no puedo verla, sé con exactitud lo que debo hacer y cómo moverla para tenerla justo como quiero. —Date vuelta, y quédate quieta. —Por favor, yo no… —Pasé mis dedos por encima de sus bragas, evidentemente no estaría lista para recibirme, aunque mi pene haya quedado palpitante con aquel simple roce. «Esta mujer es hábil, quiere hacerme creer que no es una oportunista.» —Al demonio con esto, no quiero escuchar lloriqueos, pero admito que eres buena fingiendo cierta inocencia, pero no me engañarás a mi, Maia, se que quieres dinero, y estás aquí porque de alguna manera pretendes quedarte con algo mío, debes saber que si intentas asesinarme, o si fuiste enviada por Robert o Camile, no obtendrás nada con facilidad. —¿Crees que quiero matarte?. —Dice apenas, no la solté, me quedé detrás de su cuerpo, mi m*****o erecto rozaba su espalda. —Puede ser, no confío en ti, en nadie, todos traicionan, mienten y engañan, por esta vez te dejaré ir, no habrá una segunda oportunidad para ti, si de nuevo lloras o te comportas de esta manera absurda, entonces despídete de la pensión ínfima que posee esa familiar tuya. —Quedo a su lado, la volteó de nuevo hacia mi. —¿Por qué eres así?, yo solo… —Su voz hace que todo a mi alrededor cambie, es extraño, pero no permitiré que intente manipularme. —Te dejaré en claro un par de cosas Maia, la primera es que nunca te atrevas a decir que esperas un hijo mío, porque de inmediato deberás deshacerte de ese problema, quedas advertida, en segundo lugar, si mientes, la única manera de que no asumas las consecuencias será si me matas, porque no toleraré ningún tipo de falsedad, lo que escuches aquí, se queda aquí, nada de lo que hagas o digas me hará cambiar de opinión. ¿Entendido?. —Oigo sus sollozos, ni siquiera sé que edad tiene, pero imagino que no llega a los treinta años, de todas formas, en verdad eso no me importa. — ¡Hice una maldita pregunta!. —Sí... —Cuando me alejo un poco, ella se marcha, y escucho sus torpes pasos hasta la puerta. Por el resto del día, no salgo de la habitación, tampoco pruebo bocado alguno. Necesito tener la mente clara para pensar en qué hacer y cómo proceder para recuperar mi fortuna. —¿Señor Humphrey? —Uno de los abogados del bufete es quien contesta mi llamada. —Necesito a un juez, y quiero que envíe a unos periodistas o a alguien de la prensa. Hablaré con ellos. —Desde que desperté, los medios de comunicación no han dejado de solicitar alguna audiencia conmigo. Desde allí partiré para vengarme de las personas detrás de lo que sucedió conmigo. Sé que no fue casualidad. No pudo haber sido casualidad... —Por supuesto, estaremos allí. Disculpe la intromisión... ¿Será su boda? —Lo pienso por un momento; Será mi segunda boda. — ¿Nos dará la exclusiva con respecto a su exesposa? —Les diré lo suficiente, pero a cambio debes ayudarme con algo. —Este abogado es un hombre confiable; le gusta la farándula, estar en primer lugar, ser el primero en obtener los reportajes de las personas acaudaladas. Yo estoy en boca de todos, y haré que deteste a Camile; ella tendrá que ceder y darme todo nuevamente. — ¿Estamos en la misma sintonía, Kevin? —Por supuesto, amigo. Además, dije que te apoyaría en lo que necesites. Dame esa entrevista exclusiva, y trabajaré gratis para ti. —Respiro con dificultad; Mis piernas seguían doliendo. Recuerdo poco de lo sucedido aquel día en el laboratorio, los médicos dijeron que iría recordando lo ocurrido con el paso del tiempo. «Mañana mismo comenzaremos con este juego.»
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