CAPÍTULO DIECISIETE
Selese salió de la casa de los enfermos y se quitó su bata de trabajo, con una amplia sonrisa en su cara, habiendo terminado con sus labores de curación del día. Era una hermosa tarde de verano, ambos soles brillaban, el viento soplaba su pelo, y respiró profundamente. Pasó a través de un campo de flores, sintiendo un optimismo como no había sentido en años, soñando con cada minuto de su boda.
Sintió mariposas en el estómago. Su boda con Reece, el amor de su vida, sería dentro de unos días, y no se le ocurría pensar en nada más. Toda la mañana, mientras cuidaba a los enfermos, las horas habían volado al imaginar su boda cercana, se veía a ella y a Reece caminando juntos por el pasillo y veía a los miles de espectadores que estarían allí para presenciar la alegre cerem
