CAPÍTULO TRECE Rómulo marchaba por el sendero de grava, a través de la tierra estéril en las afueras de la capital del Imperio, flanqueado por sus nuevos concejales y una docena de generales. Estaba preocupado mientras marchaba, con su mente pensando en todos los informes que se habían filtrado durante todo el día, de la rebelión, apareciendo a través del Imperio. Las noticias de la ascensión de Andrónico y de Rómulo se habían continuado difundiendo, y las provincias de todas partes veían esto como su oportunidad de ser libres. Algunos de sus propios comandantes, de sus batallones, habían hecho rebeliones, también. Rómulo había estado enviando a sus soldados a todos los rincones del Imperio para aplastarlos. Parecía estar funcionando. Cada día, llegaban informes frescos de revueltas. Rómu