La verdad es que yo sentía que tenía poco que quitarme, así que en cuanto estuve desnuda, me tumbé en una de las hamacas de la terraza, a descansar del largo viaje, fijándome en que los demás ya estaban desnudos también, no pudiendo evitar, fijarme una vez más en la hermosa polla que lucía Marco, el hijo de Luisa, que tan buenos momentos me había dado y del que tanto presumía su madre, cuando las señoras se lo rifaban para llevarle a la cama. Pero parece que a su madre le apeteció también y así, como el que no quiere la cosa, se puso a chupársela delante de nosotras, como lo más normal del mundo, pero yo no pude evitar que se me humedeciera el coño al ver esa escena, mientras Clara, su hermana, ya más acostumbrada a ver eso, parecía no hacerles mucho caso, diciendo únicamente, como para j