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Gabriela Punto de Vista Sabía que no me iban a despedir. Por un lado, aunque Alberto y yo no teníamos una relación amorosa comprometida, sabía que era una buena persona. No era de esos que me mandaría a la mierda simplemente porque lo hubieran pillado con las manos en la masa, o en este caso, con la lengua en mi garganta. Y conocía a Carter lo suficientemente bien como para saber que entendía que, si me despedían, podría tomar represalias con una demanda por despido ilegal o acoso s****l. No es que fuera a hacer eso. Yo tenía tanta culpa como él de que Alberto y yo hubiésemos roto las reglas. Claro, él era mi jefe y estaba en una posición de poder, pero la verdad era que yo había sido la que lo había convencido de esta relación en Europa. No iba a tener el descaro de culparlo o incluso t