Pov. Ashley Vivir en la calle tiene sus cosas, beneficios y situaciones desfavorables. Si es que esa era la definición que correspondía a esto. Como situaciones nocivas teníamos los abusos que sufrí. Agradecía que esos niños no hubiesen metido nada en mí, ellos no habían tocado mi cuerpo de esa forma y lo agradecía. Tenía sus manos tatuadas en mis pechos, trasero y por suerte en nada más. Lo que ocurría es que con cada respuesta mía, obtenía una peor de ellos. Como no cedía a sus toqueteos, comenzaron a golpearme con recurrencia. Arrancaban mi cabello, golpeaban mis costillas o ponían el pie para que me cayera. Pase a ser la chica torpe, no me creían que eran ellos, solo yo siendo descuidada. Pero al menos ellos no dejaron marcas, las mujeres que manejaban el orfanato sí. Unas monjas