—Es increíble como pudiste despedir a mis guardaespaldas, y como quieres que Cecilia pague por todos los daños de la tienda, cuando yo soy la única responsable. —Le reclamo a mi padre al llegar a casa —Ava, no nos digamos mentiras. A ti Cecilia te cae muy mal, por siempre estar acusándote y ser una gilipollas contigo todo el tiempo. Y a tus guardaespaldas, ni siquiera les sabes el nombre... —¿Qué?, No, eso no es así... —¿Ah, no?, Entonces, ilústrame, dime del nombre de esos chicos por los que tanto estás peleando. —Me quedo pensando sin emular palabra alguna, y me lleno de rabia al saber que tiene razón. —Vez... además deberías agradecerme, siempre te has quejado de tener... ¿Cómo es que les dices?... ah, sí... gorilas pegados a ti como sanguijuelas. —Lo miro con rabia. —Ya estaba ac