—¡Sí, señor! —Digo a regañadientes, y él me mira de arriba a abajo, despectivamente, siendo evidente de que ya ha decidido de que yo no le gusto. —¿Me dijo Rose qué no tienes experiencia escribiendo? —Así es, pero tengo entendido que no es un requisito. —En mi área sí. —¿Disculpe? —Estás aquí, porque según Rose, eres muy aplicada y se te da bien, cualquier tarea. Pero como yo ahora soy tu jefe, yo seré quien decida eso. —Pensaba que los lectores, eran quienes juzgarían los artículos. —Pienso en voz alta y parece molesto, pero ya abrí la boca, así que no pienso detenerme. —O sea, pienso que en este tipo de empleo, somos tan buenos como nuestro último artículo, nuestros lectores pueden hacernos o deshacernos, ellos son quienes tienen la última palabra, son los que deciden si les g