La rabia, la ira, la tristeza, la frustración e incluso la desesperación se hacían presentes en todo mi ser, causando en mí una tormenta de emociones que no sabía cómo controlar. Christian era un m*****o, desgraciado, que me estaba engañando con su secretaria, todo este tiempo me había visto la cara de estúpida, había jugado conmigo, y se había burlado de mí, era demasiado para procesar. Como deseaba jamás haber venido, pues verlo besar a Ruth, acariciarla con tanto d***o y l*****a, solo hicieron que mi estómago se revolviera del asco, saber que después de estar con ella, se encontraba conmigo y me decía que me amaba sin ningún remordimiento era despreciable. —¡Esos malditos! —Exclamó Rita entre dientes, al ver lo mismo que yo. Sin dudarlo, intento ir a enfrentarlos, y la hubiera dejad