Tras la comida, Arturo envía a Roger a dejar a las mujeres de vuelta a su casa. Jacqueline, a pesar de la buena comida y el buen trato que tuvo Morgan con ellas, no se siente tranquila, sabe que mañana será igual que hoy, lleno de incertidumbre.
Al llegar, su alacena está llena, aun así, el futuro no lo ve claro, pues ese hombre que se cree dueño de su vida no va a aceptar por mucho tiempo solo besos a cambio de la ayuda prestada. Por lo que esa noche, luego de cavilar por largo rato, se decide a pedir ayuda... y no a Arturo Morgan.
En cuanto se va Jessie a la escuela, Jacqueline enfila hacia el pueblo, al aserradero. Robert Herman le había ofrecido su ayuda y la tomaría. Suponía que él no querría cobrarse con ella, además, lo que haría sería solicitarle trabajo, no algo así porque sí,
