5. EL MOTIVO DEL REGRESO DE NOAH - CONOCE A SOPHIE

1544 Words
Al día siguiente estoy tan ocupado que no tengo tiempo para volver a hablar con el abuelo, pero no puedo dejar pasar más el tiempo, así que lo hago la siguiente noche. Entramos directo al despacho para evitar ser interrumpidos. —Te traje con el pensamiento —dice el abuelo ofreciéndome una bebida. Por un breve momento creí en la seriedad del hombre, pero luego pierdo interés totalmente en sus palabras. —La hermana de Isabella está aquí de visita, es una chica muy linda, es médico y está soltera. Lo interrumpo, no queriendo perder el tiempo en cosas sin sentido. —Quiero hablar de Noah —a la mención de ese nombre, el rostro del abuelo toma seriedad. —Así que ya sabes que volvió al país —se sienta frente a mí—. No estoy incumpliendo nuestro trato solo por intentar hablar con mi nieto y conocer a su señora y a mi primera bisnieta, ¿verdad? —¿Sólo harás eso? ¿No tratarás de hacerlo volver? —pregunto recostando mi espalda en la silla y mirándolo fijamente. Mira hacia un lado y sé que no quiere contestar, no está cómodo con mi pregunta. —Quiero a todos mis nietos, Sebastián. Conozco el potencial de cada uno y los tres son increíbles a su manera, pero Noah... —Es el de mayor potencial y por eso tu preferido —completo sus palabras—. Pero es listo y tiene planes diferentes a los tuyos, él no quiere este tipo de vida. —¿Crees que yo sí quería entrar en esto? No hay forma de salir y, aunque tú lo estás protegiendo sin que él sepa, los dos sabemos que es más difícil hacerlo si está en el país. Los enemigos son muchos y, aunque él no participe en nada, está en riesgo por el simple hecho de tener mi sangre. —Él no aceptó la promoción ni regresar al país por gusto. No regresó por nosotros —las cejas del abuelo se juntan y espera que ahonde la explicación—. Mía está enferma, está muriendo. El rostro del abuelo palidece un poco, y sé que ahora sí está pensando en Noah de la manera que debe hacerlo. Más que nadie, él entiende lo que significa perder a la mujer que ama; todos lo vimos sufrir, casi desmoronarse, cuando la abuela falleció. —Si nosotros volvemos a contactarlo en este momento, antes de que fallezca Mía, solo estaremos sumándole preocupaciones. Ahora debe estar centrado en su mujer y su hija, no en cuidarse y cuidarla de atentados, secuestros y dudando de las intenciones de toda persona que se cruza en su camino —echo mi cuerpo hacia el frente apoyando los codos en mis piernas—. Si lo contactas o lo visitas antes de que Mía fallezca, te aseguro que ahí sí lo perderás para siempre y no será al único nieto que pierdas. —¿Qué tiene la chica? —dice cubriendo su rostro con una mano. Apuro el trago que tengo en la mano para tomar valor y soltar las siguientes palabras. —Cáncer de pulmón. Noah dice que ella no era fumadora pero que muchos conocidos sí, eso la convirtió en fumadora pasiva por mucho tiempo —continúo ahora con dolor en mi voz—. Se enteró al tiempo que su embarazo y ella decidió no someterse al tratamiento hasta que naciera la bebé para no afectarla o perderla. Ahora es muy tarde, está en etapa terminal. —Volvieron para que ella pudiera morir en su patria y compartir el final de su vida junto a su familia —dice el abuelo. Confirmo su afirmación con un movimiento de cabeza. Supongo que hacer eso es lo lógico en esta situación. La nostalgia está flotando en el ambiente pero es interrumpida por un par de golpes en la puerta. —Abuelo, ¿podemos pasar? —reconozco la voz de Isabella. —Justo a tiempo, qué bien —dice el abuelo ocultando de ellas la melancolía—. Sophie, este muchacho es mi nieto Sebastián. Sorprendente, este hombre es sorprendente. No pierde el tiempo para estarme emparejando ahora, ni siquiera en un momento serio como el que acabamos de compartir. —Sebastián, ella es mi hermana Sophie —dice Isabella complementando la presentación del abuelo. Mi mirada pasa de Sophie a Isabella y luego vuelve a Sophie. —Es un gusto conocerla, Sophie. Son ustedes dos muy parecidas —La mujer sonríe levemente ante mi comentario. Cuando investigué a Isabella, no me detuve a mirar las imágenes del archivo, solo tomé los datos, así que no tenía idea de cómo era físicamente la hermana o el resto de su familia. Es bella como Isabella, los mismos ojos verdes y el cabello castaño aunque un poco más claro, y es más alta y voluptuosa. —Fue un gusto conocerla, Sophie —luego miro a Isabella—. Perdón por la visita tan corta, pero debo irme ya, Isabella. Dale mis saludos a Alexander por mí cuando vuelva. —Abuelo, yo pasaba a despedirme, también me voy —dice la mujer centrando su atención en el abuelo y no en mí como evidentemente esperaba el abuelo y debo confesar que también yo. Trato de que no se note mi sorpresa, pues casi siempre que una mujer conoce la cantidad de dinero que tiene la familia, aumentan de forma desmesurada mis encantos sin que yo haga nada. Eso, sumado a mis otras peculiaridades y gustos en mujeres, hace más complicado que pueda considerar una pareja formal. —Es una lástima que no puedas quedarte, aquí eres bienvenida cuando quieras, amo las visitas, la juventud en esta casa la llena de vida —responde el abuelo para luego mirarme—. Ya que tú también estás de salida, lleva a la señorita hasta su casa. —No se moleste, puedo tomar un taxi —responde apenada Sophie. —No es molestia, yo la llevo —afirmo tratando de mantener mi tono neutro para que no note mi curiosidad. Salimos juntos de la casa y me adelanto hasta el vehículo para abrirle la puerta. Debo admitir que me gusta su porte y esa mirada de desinterés que tiene, hace que imagine todas las cosas que puedo hacer solo por buscar conocer en esos ojos miradas diferentes, miradas más atrevidas y excitantes. Cierro la puerta y me dirijo al asiento del conductor, obligándome a tomar compostura y repitiéndome que es la cuñada de Alexander y no debo ponerme a jugar con ella por muy tentador que se vea el reto. —¿Dónde vives? —pregunto a la vez que enciendo el motor y pongo en marcha el vehículo. Ella me da su dirección y la pongo en el GPS para buscar las posibles rutas. —Demoraremos más o menos veinte minutos —le digo como forma de romper el silencio que se había formado. —Disculpa la molestia, realmente no era necesario, pero gracias —la miro con disimulo y realmente sí parece apenada. —No hay problema, igual no tengo afán —digo sonriendo levemente ante la visión de sus bellas piernas en ese vestido. El viaje transcurre sin contratiempos, y en varios momentos la veo cubrir su boca para disimular un bostezo, lo que revela lo cansada que está. Me cuesta creer que, estando tan agotada, considerara pedir un taxi. Ahora, está profundamente dormida junto a mí, un completo desconocido para ella. Tal vez habría tenido la suerte de que la recogiera una buena persona, pero según mi experiencia, son los malos los que suelen estar más alerta, y ella, en su estado, es una presa fácil para cualquier tipo. Cuando llegamos al lugar que indica el GPS, apago el vehículo y retiro mi cinturón de seguridad para poder acercarme mejor a ella y despertarla más suavemente. —Señorita Sophie, creo que llegamos —toco levemente su hombro y su impresionante mirada se centra en mí, mucho más cerca que antes. Ella se sorprende, pero luego cae en cuenta de lo que pasó. —Perdón, me quedé dormida —Su rostro se pone colorado y debo admitir que eso me gusta—. Soy una terrible copiloto, lo mínimo que debí hacer si me estaba llevando a casa, era conversar con usted. Sonrío gratamente sorprendido de que ese sea el motivo del sonrojo y eso acrecenta mis ganas de cambiarle el motivo. Eso es algo tan atípico que me suceda. —No se preocupe, tal parece que ha tenido un día muy complicado y su cuerpo no soportó más —trato de minimizar su pena—. Tengo seguido días así. Me regala una sonrisa que definitivamente la hace ver más bella. —Aún así, disculpe la molestia, fue un gusto conocerlo, Sebastián —se retira el cinturón de seguridad y, mientras tanto, yo bajo y abro la puerta del vehículo. No suelo ser tan caballeroso, pero me la encargaron, así que no la dejaré sola hasta que ingrese al edificio. La zona en que vive no es buena, aunque debo admitir que hay mucho peores. Desaparece tras esa puerta y quedo observándola por unos segundos hasta que concluyo que es una tontería y vuelvo a subir al vehículo.
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