Alfa Ryan se mira al espejo, está nervioso, pero tiene buen aspecto. No obstante, a Alfa Ryan no le gusta dejar las cosas al azar. Mucho menos en su noche de apareamiento. Los invitados ya estaban todos abajo y su Luna estará lista muy pronto, así que ha de darse prisa.
Alfa Ryan era probablemente el lobo más envidiado de toda la región. Tras la esperada retirada de su padre, el Alfa William, hacía tan sólo dos años, él se había hecho cargo de la manada del Valle Maldito. Y las cosas no podían haber ido mejor.
Pese a que tenía mucho respeto por el legado de su padre, Alfa Ryan tenía su propia forma de hacer las cosas. Así que cuando llegó al poder, no dudó en tomar importantes decisiones, aunque algunas fueron impopulares.
En primer lugar, le dio un impulso sin precedentes a las finanzas de la manada. La manada producía una gran cantidad de productos agrícolas de gran calidad como vinos, miel y especias, pero su condición de lobos y la vida apartada les dificultaba mucho su venta. Ryan creó una tienda online para vender esos productos, y fue todo un éxito. Desde entonces la manada del Valle Maldito se encontraba en una cómoda posición económica. Ryan había renovado su maltrecha flota de vehículos con los beneficios, lo que convenció incluso a los más reticentes.
En el panorama de la diplomacia las cosas también habían cambiado mucho. Tradicionalmente la manada Valle Maldito mantenía una posición hostil con la manada Claro de Luna por la disputa de unos territorios en la zona de la costa muy propicios para la pesca. Estas rencillas, sin llegar a haber desembocado nunca en una guerra abierta, llevaban años causando bajas en ambos bandos en pequeñas escaramuzas.
Para acabar con sus enemigos, Ryan les facilitó armas a otros rivales de la manda Claro de Luna y aprovechando la coyuntura lanzó un ataque coordinado con el enemigo de su enemigo. Finalmente, los Claro de Luna firmaron la paz, cediendo a la manda Valle Maldito la tierra en disputa.
La vida del nuevo Alfa se convirtió poco menos que en un camino de rosas. Los lobos le respetaban, las lobas suspiraban por él y los cachorros jaleaban a su paso. Pero no había nada de lo que más se sintiera orgulloso el Alfa Ryan que de su futura Luna Cleo.
Se conocieron en la primera fiesta del solsticio que Alfa Ryan presidía. Entonces no era el triunfal Alfa que es hoy en día. Pero poco importa eso cuando eres una pareja predestinada.
Ellos lo supieron desde el primer momento, su olor no les permitía estar alejados el uno del otro. Pocos saben que, en realidad, esa noche del solsticio, mientras todos realizaban la ofrenda a la diosa, ellos estaban en realidad buscando un claro en el bosque en el que pasar desapercibidos.
Alfa Ryan la hubiera hecho su luna en ese momento, pero para los Alfas, la tradición obliga y no pueden realizarse ceremonias de apareamiento mientras se está en guerra con otra manada.
Pero esta noche era la noche, esta noche Cleo se iba a convertir en su luna y se iba a convertir en un Alfa completo.
Tras una última mirada en el espejo, Ryan decide que ya es momento de bajar.
Los invitados ya estaban todos dispuestos, y el hermano Teodosio, el Chamán de la manada, estaba esperando ante el altar. Según avanzó hacía el altar comienza a sonar el cuarteto de cuerda. Eso sin duda era la señal que Cleo estaba esperando para bajar porque un minuto más tarde aparece por la puerta del gran salón de la manada.
Todos los asistentes se quedan sin palabras, Cleo sin duda la mujer más bella de la manada, pero hoy está simplemente espectacular, el vestido blanco de tul realza sus rasgos y le da un aura simplemente mágica.
La ceremonia transcurre sin mayores incidentes. El rito es laborioso, como todas las uniones de esa categoría, pero el hermano Teodosio les guía en el camino. Lo único que inoportuna a Ryan es el molesto fotógrafo que no recuerda haber contratado. Pero claro, su Beta, Richard, es un romántico así que supone que ha sido idea suya y no le da más importancia.
El hermano Teodosio llega una parte que es muy similar a las uniones humanas, les hace volverse hacia el público y pregunta.
-¿Alguien desaprueba esta relación?
Durante un segundo se hace el silencio, y de repente todo sucede en un suspiro.
El fotógrafo ha soltado su cámara y mientras esta está aún cayendo enarbola contra mí un puñal de plata gritando.
-¡Muere traidor!
El Alfa como está acostumbrado a la batalla cuerpo a cuerpo, sabe lo que tiene que hacer, se inclina hacia delante y coloca sus brazos para parar la estocada. Una estocada que nunca llega porque Cleo se ha echado encima de su agresor.
A tenor de la mancha en la espalda de su vestido, el puñal le ha atravesado el pecho de lado a lado.