Fernando
Estaba perdido, completamente en un nuevo mundo, sus labios era lo único que podía sentir, ese deseo que ella mostraba para mí era algo increíble, me hacía saber que no importaba cuanto tiempo pasara besandola, no importaba que fuera mi mujer, podría estar con ella día y noche, podría pasar todo el tiempo en la cama con ella, o simplemente así, besandola sintiendo la adrenalina subir por mi cuerpo porque era lo que ella provoca en mi, una increíble sensación que dejaba mi cuerpo en nada.
Pero todo se vio interrumpido cuando mi increíble suegro se interpuso, Emma había sido jalada hacia un lado, sus labios estaban hinchados, sus mejillas rojas y un brillo único en su mirada, me hacían saber que me quería, tanto como yo a ella, por mi parte sentía la respiración al límite, en un p
