Capítulo 1. Un encuentro inesperado
“AGHHHH ¿dónde mierda estaba?”. Morgana se llevó una mano a la cabeza, le dolía como hacía mucho no le pasaba… no recordaba cuando había sido la última vez que bebió hasta perder completamente la conciencia, pero eso parecía que le pasaba, pues solo tenía pequeños retazos de recuerdos de la noche anterior.
Ella nunca salía de SALEM, no desde hacía años… pero con su ayuda la ahora señora Falcone, Sisi para ser exactos, había logrado casarse con el amor de su vida Jamie Falcone… y había insistido tanto en que fuera a su casamiento que a último momento decidió ir…
Hasta le había mandado los pasajes de avión… pero Morgana condujo ella misma hasta allí… oh sí, se pasó días manejando… puso al pobre de su gato Salem en el asiento de atrás y abandonó su tienda por unos días, dejó a una joven que a veces la ayudaba, como encargada…
Ahora pensaba que nunca debió haber dejado su lugar… si al menos Bob no se hubiera puesto intenso cuando le dijo que no quería algo más serio…
Pero no, bendito Dios, el atractivo y rubio ayudante de la policía se había puesto pesado e incisivo, justo lo que ella necesitaba, así que sí… había agarrado, su gato, unas pocas cosas y decidido huir unos días de allí, aunque si debía admitir hacía tanto que no salía de Salem (el lugar no su gato) que ya había olvidado los hermosos parajes que tenía ese país…
Volviendo a ese lugar, Texas para ser más exactos, Morgana se incorporó, aunque un hombre la tenía aferrada fuertemente de la cintura así que con suavidad soltó sus brazos de ella, no quería despertarlo. Al girar lo vio y gimió en voz alta.
Mierda, era atractivo… ¡pero pelirrojo!!! Hacía años que no se acostaba con un pelirrojo, en su rubro, se decía que traían mala suerte… bueno, y fuera de su rubro no era muy diferente… ella había atendido chicas en su local con el corazón roto, deudas y todo tipo de problemas luego de haber salido con un chico pelirrojo… así que ella les huía como si fueran la misma peste…
Morgana tenía un local de cosas esotéricas en Salem, Massachusetts (Boston)… de ahí que el viaje se le hiciera tan largo…
Se mordisqueó el labio inferior y carnoso echando una ojeada al cuerpo del hombre desnudo….
Su piel, no era tan blanca como la de ella y tenía un lindo color dorado por el sol, largas pestañas hacían sombra en sus mejillas, su quijada era masculina, y su cabello estaba desordenado dándole un aspecto más juvenil, aunque le calculaba unos treinta y tantos…
Tenía el pecho musculoso y sus bíceps eran como troncos… trató de hacer memoria de en qué momento terminaron juntos… ella conscientemente nunca hubiese terminado acostándose con alguien con el cabello de ese color por muy atractivo que fuera…
Con su mirada bajó siguiendo el camino del sutil vello que tenía en una línea fina por el centro de su pecho, sus ojos siguieron el rumbo hasta su pubis y luego… POR DIOS, ¡que ingrato era no tener recuerdos de haber sido penetrada por ese hermoso y enorme m*****o…!
Incluso en reposo se lo veía…grande, pasados los 20 centímetros por lo menos y grueso… era de proporciones perfectas…
Una pequeña molestia entre sus piernas delataba la pasión de la noche anterior, no importaba que no recordara nada de los momentos al lado de ese musculoso hombre que parecía alguna especie de leñador… la barba ya asomaba en su cara…
No sabía quién era él ni que hacía allí, pero la paja a su alrededor le daba indicios de que estaban en un establo ¿acaso sería el capataz de los Falcone o algo así?
Bajó sus párpados y con un insulto interno se percató de que tampoco tenía sus lentillas de color.
Morgana, al igual que su gato Salem, tenía un ojo color turquesa y otro color caramelo… pero para no llamar la atención… más de lo que ya lo hacía con su casi metro 80 de estatura y su escultural cuerpo de amazona, aparte de su cabello largo y oscuro como el ala de un cuervo, cuando salía al exterior solía usar lentes de contacto de color oscuro… pero por lo que veía, porque ver veía bien era solo para ocultar un poco su identidad solamente… sus lentillas no estaban….
– CARAJO – pronunció en voz alta y se llevó la mano a la boca para acallarse cuando el hombre se giró… a pesar de estar dormido estaba tanteando el suelo… la estaba buscando…
¿Y su vestido n***o? ¿dónde había quedado???
Morgana tanteó por el establo hasta encontrarlo. Junto a su ropa interior.
Por alguna razón, sentía la imperiosa necesidad de huir de ahí, era como un presentimiento o algo así…
Hacía mucho que no tenía esa ansiedad por alejarse de un hombre como en ese momento en el establo de los Falcone…
Muchos la acusaban de huidora serial, pero no sabían la verdad, ella prefería romperles el corazón que arrebatarles la vida, esa era la verdad…
Pues hacía mucho tiempo que Morgana estaba maldita… y cada vez que el sentimiento del amor despertaba en su corazón, el hombre terminaba muerto… ya le había pasado varias veces y no quería repetirlo más…
Claro que los hombres podían ser imbéciles a veces, pero ellos no tenían la culpa por las malas decisiones que había tomado Morgana en el pasado…No tanto como para que terminaran muertos por su culpa sin excepción, excepto quizá por algún “Bob”. Esos amantes ocasionales, que no entendían las negativas de la mujer escultural.
Mientras se calzaba el vestido largo suspiró, si al menos se hubiera enamorado de Bobo...ehhh Bob… a ese sí definitivamente no lo extrañaría, incluso tal vez les hacía un favor a las mujeres, si por sus acciones erradicaba a ese pesado hombre de la faz del planeta tierra…
Con sus poderes de percepción y todo nunca imaginó que fuera tan enfermo el tipo sino lo hubiera evitado como la peste también… porque una cosa era el amor y otra era el sexo y Morgana al igual que cualquier otra humana necesitaba despuntar el vicio de vez en cuando…Solo que prefería hacerlo con hombres que tuvieran claro lo que querían y estuvieran bien cuerdos.
Con un último suspiro, y ya vestida le dio una última ojeada a ese duende pelirrojo.
Se había puesto de costado y abrazaba el heno, dónde había estado su femenino cuerpo.
Los músculos se marcaban, en sus piernas, su trasero y parte de su espalda…
¡Qué injusta era la vida que hacía que ella no pudiera estar un rato más allí con él!, pero su corazón latía demasiado rápido… ese hombre, por alguna razón desconocida para ella, no le era indiferente … quizá ese era el motivo por el que había terminado borracha en la cama con un completo desconocido cosa que no hacía desde hacía muchos muchos años ya… era porque ese duende pelirrojo fuera quien fuera hacía palpitar más rápido su corazón que su entrepierna evidentemente.