Ni siquiera sabía que estaba pidiendo, pero él parecía entender de alguna forma, porque de pronto, sin disminuir la velocidad de sus movimientos, él estaba levantando su pecho del de ella e inclinándose sobre sus talones. Viendo la forma en que él le miraba, la pasión y necesidad en sus ojos mientras continuaba empujando dentro de ella, bastó para tener sus músculos vaginales apretándose con deseo, pero luego él colocó una mano bajo cada muslo y se levantó en sus rodillas , levantándole las caderas del colchón y poniéndolas contra las de él, prácticamente empalándola con su dura longitud, y ella pensó que tal vez se desmayaría. —Oh, Dios. —Jadeó, sus ojos cerrándose con fuerza mientras él continuaba hundiéndose en ella. —Oh, dios… Era tan jodidamente hermosa. Había arrojado sus brazos