Esa noche las niñas que tenían tres días sin hacerlo hablaron con sus respectivas madres, Cami más angustiada que nunca se calmó, pese a que nos habíamos mensajeados varias veces en esos días no había podido hablar con las niñas. Luego de una parrilla a la orilla de la playa en la arena, disfrutamos de unos tragos a la luz de la fogata playera, las niñas embochinchadas con dos nietas de Jeacques de la misma edad, se tomaron unas piñas coladas con poco alcohol y que luego ellas mismas subieron las dosis de alcohol, ya estaban muy alegres al punto de risas sin razón aparente. Entrada la medía noche, las niñas ya mostraban claros indicio de ebriedad con sus risas impertinentes y un trago tras otro. Antes de que llegaran al punto de borrachera abraza pocetas, decidí volver al yate. Agradecie