—¡Por Dios Sergio! Rosa era mi mano derecha ella me mantenía al tanto, con ella confirmaba lo que Mario me decía y podría decir que un 99% de los casos eran ciertas. Y sí, estaba al tanto de que ella y algunas de sus empleadas lo hacían con él. Mario era muy especifico al contarme como y con quien lo hacía, de como empezaba y terminaba su día en la empresa. —¡Vaya! Realmente me sorprende el grado de confianza que ustedes se tenían. —Pues sí, es algo que aprendí con Mario desde que nos conocimos. —¿Nunca sintió miedo de que Mario se enamorara de alguien más? —Sí, siempre, más de una vez. Sobre todo los primeros años de casada con él que fue más que todo una etapa de aprendizaje. Cuando empezamos a visitar las fiestas de intercambio hubo una chica jovencita por cierto muy hermosa, que co