La sentí temblar toda y con cada relámpago se estremecía toda, me arrepentí de haberme metido desnudo en la cama, pues su temor era real, en mi pecho pude sentir como su corazón parecía querer salirse de su cuerpo con cada relámpago que iluminaba la habitación y con cada trueno que le seguía que hacían retumbar todo en la habitación.
Entre gemidos y lloriqueos se fue calmando gracias al fuerte abrazo que mutuamente nos dimos, con su cabeza en mi cuello pude sentir como después de haberse calmado la tormenta indicando el paso del ojo del huracán, empezó a darme suaves besos en el cuello. Aquí fue —Pensé.
Al ver que no la rechazaba por sus besos en mi cuello poco a poco ella fue bajando por mí pecho aplicando la misma receta. Besó mis tetillas y pude sentir el roce de su lengua en ellas y
