—Andrea, no por favor... —Anda Papi déjame hacer, tengo muchas ganas. —me dice susurrando en mi cuello. —Hija no, No está bien, te lo ruego, no me siento bien haciendo esto. —No lo hagas tú, déjame a mí hacerlo. —¡Dios!, Andrea no sigas, ¡para ya! por favor —le dije algo molesto. Ella se detuvo y bajó la pierna, se volteó dándome la espalda, esta vez sin abrazar mi brazo. No dijo nada y me dispuse a dormir contando que se quedaría tranquila. Al rato un sollozo me hace abrir los ojos, no estando seguro que había sido el ruido y me quedo despierto esperando oír de nuevo, al rato otro sollozo más claro me hace dar cuenta que está llorando en silencio. Me parte el alma saber que llora y ser yo el causante y entre la culpa y la negación me rindo y me dejo llevar por la culpa. Me acomodo