Eran casi las 10 de la noche del domingo cuando la llamé, algo sorprendida con la llamada aceptó con recelo recibirme. Doña Zaira está sola, me pareció extraño hasta hace poco sabía que alguien se quedaba con ella, una de las señoras de servicio dormía en casa, quizás sea porque el domingo es el día libre de la señora. Ataviada como es costumbre en una bata china de seda color azul rey, me abre la puerta, su saludo fue seco cómo siempre así tipo normal, pero un ligero olor a alcohol invadió mi nariz. En su rostro hay tristeza, no debe ser fácil perder a alguien con quien has pasado casi toda la vida juntos. No tiene maquillaje, sin embargo no aparenta la edad. Sus líneas de expresión son mas fuertes, pero su piel no cuelga y para tener 65 años, aún me parece la misma de hace 15 años. El