Capítulo 15

1930 Words
EL MAL SIEMPRE ACECHA A LOS MÁS DÉBILES DE CORAZÓN Cuando salgo del baño corriendo y me adentro a la habitación de Jay, mi corazón late a mil por hora... ¿acaso dije corazón? Puse mi mano en mi pecho y sentí el corazón palpitar. Eso me asustó. Estaba todo tan rato y tan extraño que no pensé en nada más. Necesitaba respuestas rápido. Necesitaba salir de aquí. Me tranquilicé un poco mientras recorría lentamente el cuarto de Jay. Jamás había entrado aquí, tenía una idea de más o menos cómo era por fotos que me mandaba a veces. Noté que en una mesa de noche habían dos libros. Uno decía Mil veces hasta siempre y el otro era Cómo desaparecer. Eran los libros que le había dado a Jay. A la par de los libros había una pulsera. También se la había regalado. Me hacía sentir tranquila al ver que Jay siempre busca como estar cerca de mi o al menos sentirme. En un rincón, junto a una ventana estaba su cama y encima de ella estaba mi novio. Dormía. Tenía su respiración lenta. Parecía tranquilo así. Me acerqué a él y me senté a su lado. —Jay —susurré— te extraño tanto. Me incliné y le deposité un beso en su mejilla. Agradecí porque no me traspasé. Por un momento olvidé al espectro de hace rato. ¿Dónde estará? ¿Será que no puede entrar aquí? ¿El cuarto de Jay está protegido? Y es entonces donde recuerdo lo otro que sucedió: el beso de Charles. ¿Por qué me besó? ¿Por qué dejé que me besara por unos segundos? Charles sabía muchas cosas y tenía que decírmelas. Me siento culpable por haberle fallado a Jay. Me siento mal. Súper mal. Pero él también se besó con Lina así que creo que estamos a mano. Jay se remueve. —Sam —susurra. Está soñando. ¿Qué soñará? ¿O será una pesadilla? —Ven conmigo —volvió a decir. Acaricié su pelo para que se tranquilizara un poco. Quizás lo que me dijo Charles es verdad. Quizás era hora de que liberara a Jay. Si no volvía a vivir al menos que Jay sea feliz con quien él quiera. Quizás se enamore de nuevo y tenga hijos. Si él es feliz yo estoy más que satisfecha. Aunque me duela en el alma dejarlo, aunque no quiera que esté con nadie más, aunque mi corazón se rompa: liberarlo sería el gesto de amor más doloroso que haya hecho. Demostraría que lo amo de verdad. Jay tiene una vida por delante. Yo no. —Te amo —susurró. —También te amo, Jay, con todas mis fuerzas —me acosté a su lado, nuestras caras estaban tan cerca que imaginé que sentía su respiración en mis labios. Quería besarlo. Me acerqué a él y puse mis labios en los suyos. Estaban helados. —Siempre estarás en mi corazón. Siempre te cuidaré. Prometo que volverás a ser feliz, Jay, aunque no sea conmigo —le dije entre el beso. Se lo dije de corazón. —Quiero ser feliz pero contigo. Abrí los ojos y lo miré. ¿Qué había dicho? ¿Acaso me escuchó? ¿Cómo, por qué? Entonces recordé que Jay soñaba y que yo podía decirle cosas que escucharía en sus sueños, mientras dormía. Así que él escuchó lo que le dije. Era una buena forma para comunicarnos. Al menos Jay sabría lo que pienso. —Quiero pensar que volveremos a estar juntos —le dije— prometo que lucharé con todo lo que tengo para encontrar una salida. Pero si no la hay, prometo que te liberaré. —El destino nos unió una vez, deja que lo haga de nuevo. No pierdas las esperanzas. —No lo haré. Acaricié su mejilla y así pase toda la noche: cuidando de sus sueños. • Cuando es de día, Jay se levanta de la cama y se dirige al baño. Yo me quedo esperándolo afuera ya que no iré detrás de él al baño. Afuera se escucha movimiento, creo que es su mamá. Me pregunto si Brandon habrá ido a mi casa a buscarme para ir por el pez. Solo espero que no se le ocurra venir, sería muy peligroso para él. Cuando Jay sale del baño y se dirige hacia la sala lo sigo. —Buenos días —le dice a su madre. —Buenos días, ¿cómo dormiste? —responde ella, estaba haciendo el desayuno. —Más o menos —dice, sentándose en la encimera de la cocina. —¿Vas a ir hoy también? —le pregunta ella. ¿A donde irá? —Sí, todos los días. No la dejaré sola. ¿A quién no dejará sola? —Jayson, creo que es momento de que la dejes ir, ¿no crees? —la mamá se acerca a él y acaricia su brazo. —No, mamá, ¿por qué me dices eso? —Jay se sobresalta poniéndose de pie. —Tranquilo, solo fue un comentario, ¿crees que me gusta verte así? No quiero que pases años en este plan. Quiero que estes bien. —Pero no estaré bien hasta que ella no esté bien. —Tienes que estar preparado para cualquier cosa. Ya han pasado semanas desde que ella... bueno, desde que pasó lo que pasó. —No me importa, mamá, yo estaré con ella hasta el final. Y sé que volverá conmigo —Jay se dirige otra vez al cuarto—Me bañaré y luego me iré. Noté que la mamá tenía un poco de tristeza en su mirada, era obvio, a ninguna madre le gustaría ver a un hijo así: sufriendo. Y quizás Jay sufría por mi culpa. Son tantas cosas las que me hacen pensar que en realidad tengo que liberar a Jay. Quizás Jay le dijo a su mamá que iba al cementerio a visitar mi tumba. Y eso a ella no le gustaba. Y yo lo entendía. —Sabía que te encontraría aquí —dice una voz a mis espaldas. Cierro los ojos por un segundo al darme cuenta de quien es esa voz. Me giro hacia Charles y dejo salir el aire que tenía contenido. —Charles, ¿que estás haciendo aquí? —Vine a buscarte, ¿no es obvio? —¿Por qué? Déjame, solo quiero estar con Jay —pase a su lado queriendo llegar al cuarto de Jay pero él me lo impidió tomándome del brazo. —Necesito hablar contigo. Brandon fue a tu casa muy temprano y no te encontró, se preocupó y me dijo que te viniera a buscar. Gertrudis también te estaba buscando, al parecer tu abuela Tina necesita hablarte. Dudé. —¿Y por qué me ayudas ahora? Silencio. —No lo hago por ti —me suelta bruscamente. —¿Entonces? —Por mí. Necesito hacer que te vayas del limbo, necesito alejarme de ti. Fruncí el ceño. —¿Por qué? Me iba a decir algo pero no lo hizo. —Vámonos, hay algo sobre Jay que tengo que contarte y quizás te interese —se dio media vuelta y caminó hacia la salida. Dudé en ir y seguirlo, me debatía entre la salida y el cuarto de Jay; sin embargo lo que me dijo Charles me despertó la curiosidad. Ya volvería a casa de Jay pronto. Corrí hasta alcanzar a Charles. Iba por la calle ya. —¡Charles! —lo alcancé— ¿qué es eso que me tenías que decir sobre Jay? —caminé a su paso. —Primero dudé en decírtelo, pero viéndote así toda desesperada por volver a estar con Jayson me diste lástima. —Okay, gracias. —Hay una forma de que Jay cruce a esta dimensión. Me detuve en seco. —¿De qué hablas? —O quizás tú puedas cruzar también —continúa. —¿Cómo? Respóndeme. Se detiene y me mira. Charles es bastante atractivo la verdad, lo acepto, si no estuviera con Jay estoy segura de que Charles me gustaría, aunque sea tan insoportable a veces. —Hay una leyenda sobre cruzar a otra dimensión. Es muy arriesgado si, te puedes quedar atrapado en el camino si no haces las cosas al pie de la letra. —¿Qué tengo que hacer? —Lo primero es buscar un lugar donde haya ascensor, luego tienes que hacer varias maniobras con los número. No te puedo explicar ahorita muy bien, tendré que anotarlo. ¿Quién viajará? ¿Jay o tú? Ten en cuenta, Sam, que esto lo hago para que puedas despedirte de Jay, para que puedan cerrar ese ciclo y cada uno siga con su vida —explica. Dudé. ¿En serio quiero hacer eso? ¿Despedirme de Jay para siempre? ¿Cerrar ese ciclo? —¿Cómo haremos para contactar a Jay? —Ese es el problema. —Yo iré. No arriesgaré a Jay, yo ya no tengo nada que perder —dije— lo que no sé es cómo hacer para que Jay vaya al mismo lugar y sepa de esto? —Ese es el problema. Tenemos que pensar bien las cosas. Pero te aseguro que te despedirás de Jay —me mira— para siempre. Charles reanuda el camino y yo lo sigo, pensando en sus palabras. A veces era un poco cruel al decirlas. Lo positivo es que tenía una oportunidad para ver a Jay, tenía esa pequeña esperanza, aunque sea para despedirme. Podré verlo, podré abrazarlo, podré besarlo una última vez. Eso es lo único que me da ilusión. —Está bien —le digo cuando estamos pasando por el puente que lleva a Plant Green— lo haré, me despediré de Jay. No lo condenaré a una vida miserable. Si logra funcionar y nos logramos ver, me despediré de él. Me despediré de él para siempre. —me dolió decir esas palabras. Quizás lo decía no tan en serio, es que muy en el fondo de mi no aceptaba que me quedaría aquí. En el fondo de mi corazón tenía la esperanza de que viviría, y yo siempre hacía caso a mis intuiciones. Si deseas algo y actúas como que pasará, entonces ese algo se te cumplirá. Y estaba segurísima de que volvería a la vida. —Me alegra que hayas tomado esa decisión. Te dejaré en tu casa mientras yo voy con otros condenadores de almas. Ellos me darán las intrusiones de lo que tenemos que hacer. Lo más pronto posible estarás con Jay, Samantha. —Está bien. Cuando llegamos frente a mi casa, Brandon está sentado en las escalerillas de la entrada, esperándome. —Brandon —le dije, sentándome a la par suya. —Sam —respondió, su tono fue un poco serio. Eso me puso en duda. Charles siguió su camino sin siquiera decir adiós o algo así. Qué maleducado. —¿Qué te pasa? —quise saber. —Nada, Sam, que te fuiste para donde tu novio cuando te dije que no lo hicieras —responde. —Brandon, perdóname pero necesitaba ir y verlo. —¿No crees que ese amor por Jay podría ser más... obsesión? —me dice. Lo miro extraña. —¿Qué? —casi reí— Brandon, ¿por qué me dices eso? Yo... si estuviera obsesionada con Jay... creo que no me gustaría que estuviera con nadie más. Pero en este tiempo me he dado cuenta de que todos ustedes tienen razón, que necesito liberarlo, dejarlo libre para que siga su vida y sea feliz con esa persona especial. Si estuviera obsesionada no tendría amor hacia él, pero en mi corazón siento mucho, mucho amor, tanto que renunciaré a él. Para siempre. Suspira. —Tienes razón. Perdóname. Es solo que estoy un poco... —¿Celoso? Se ríe. —Sam —me revuelve el pelo— Preocupado es la palabra. ¿Vamos a la playa? Hoy es un día soleado, hay algunas personas en la playa. El verano está cerca. —se levanta y me tiende la mano. Era verdad. Había mucho sol hoy, al parecer era un buen día. Tomé su mano y me levanté. —Está bien. Vamos a divertirnos. —Deberíamos de decirle a Gertrudis y a tus abuelos, ¿no crees? —Brandon, estarán lejos del lugar de su muerte. —Tienes razón. —¿Una carrera hasta la playa? —me dice. —Eso no se vale, eres más rápido que yo. Empieza a correr. —¡No seas lenta! —me grita. —¡Eso es trampa! Lo seguí. Tendría que empezar a acostumbrarme a esto. Porque este lugar está siendo parte de mi hogar.
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