Érase una vez mientras dormía

Capítulo 7

AFÉRRATE A MI VOZ PARA QUE ENCUENTRES EL CAMINO DE VUELTA A MI

Sentía la brisa marina en mi piel, sentía la arena mojada en mis pies. Cerré mis ojos y solo disfruté del ambiente. De estar en el mar. De poder sentir aún su olor. La noche anterior había sido una pesadilla completa pero hoy me levanté un poco más tranquila, es decir, había llorado muchas lágrimas anoche.

Hoy dejaría que el mar me consolara.

Estaba en la playa, puntual a la hora que quedé con Brandon, esperándolo. Sinceramente no quería acordarme del día de ayer, quería olvidar que estaba muerta, que no volvería a conversar con mis amigos, con mi familia. Quería olvidar que ellos avanzarían y yo me quedaría estancada aquí para siempre.

Al menos tendré 21 años para siempre. 

—¡Sam, viniste! —escucho la voz de Brandon a lo lejos. Volteo a ver y elevo mi mano en forma de saludo.

—¡Te dije que vendría! —me acerco a él.

—¿Como estas? —me pregunta.

—Pues estoy... neutra —respondí— ¿en cómo te puedo ayudar hoy?

—Pues en realidad lo único que tenemos que hacer es esperar que el pez muerda el anzuelo y tratar de sacarlo.

—Está bien —digo.

—Tengo mi bote, es lo único que puedo usar, así las personas no mirarán un bote navegando a la deriva.

Tiene sentido.

—Esta bien, te sigo.

Brandon y yo caminamos hacia el bote, era pequeño, las olas del mar entraban con facilidad en él. Ahora entendía por qué Brandon había caído al agua.  El día de hoy estaba nublado, parecía que llovería. Ya no me importaba si llovía o no. No me importaba nada en esos momentos.

Estando dentro del bote, Brandon empezó a remar.

—He venido aquí cada mañana en estos seis años. Nunca logro atraparlo. Es muy difícil.

—¿No te cansas? ¿Y como sabes que es el mismo pez?

El bote se empezó a balancear mucho pero me sorprendí porque no tenía ganas de vomitar. Era ventajas de estar muerta supongo. Nos detuvimos en un punto exacto, cerca casi de unas rocas. Brandon sacó una red y la lanzó al mar.

Me senté con cuidado cerca de él a esperar.

—Tenías razón sobre el amor —le digo—quizás no existe. Es solo una fantasía que nos creamos porque queremos creer que fuimos privilegiados de encontrarlo.

—No digas eso, puede que yo haya estado equivocado. El amor existe, solo que es muy complicado y las personas no saben cómo sobrellevarlo, siempre están equivocándose y malinterpretando todo. Por eso se desilusionan.

—¿Perdonarías una infidelidad? —pregunté de la nada ignorando su comentario. No lo ignoré del todo. Era su pensamiento y lo respetaba.

—No, creo que no.

—¿Por qué quisiste estar con Addy después de saber que consiguió novio días después de tu muerte? —inquirí.

—¿Que?

—Ayer lo dijiste. Te preguntaste que qué pasaría si aún vivieras, te preguntaste si seguirías con ella o si se graduarían juntos. Addy no era para ti, Brandon, pensé que dirías que encontrarías a la chica indicada. Pero siempre pensaste en Addy. Y supongo que estamos tan enamorados que no pensamos las cosas y justificamos todo. Pero solo nos estamos engañando.

—Respondiendo a tu pregunta, no perdonaría una infidelidad —responde ahora siendo él quien ignora mi comentario.

—Tampoco perdonaría una infidelidad —dije— ¿sabes? Soy de esas chicas que anhelan tener un amor de libro. El amor de libro es tan real y tan profundo. Los chicos de los libros son perfectos. Son leales. Puede que sea un mujeriego de lo peor pero cuando encuentra a su chica indicada es lo mejor del mundo. Son esos chicos súper protectores y celosos. Es lindo. Soy de esas personas que quieren un amor intenso, salvaje pero a la vez tierno. Un amor que me consuma. Que me haga temblar. Un amor solo para mi. ¿Es mucho pedir querer se la única en el corazón de alguien? Sin segundos o terceros. Sin ex amores. ¿Es mucho pedir? Creo que soy un poco egoísta. Solo quiero que me amen a mi, que no puedan vivir sin mi, que no imaginen a nadie más que no sea yo. Solo eso. Algo como un amor de libro. Pero supongo que eso solo existe en los libros porque en la vida real es imposible.

—Es lo que mereces —me dijo.

—Y ahora ibas a decir y lo tendrás, ¿cierto?

Casi rió.

—Si fuera mayor te pediría que fueras mi novia —comenta.

Lo miro totalmente pasmada.

—Pero me quedé de trece años —se lamenta— ¿sabías que tengo 19? —me mira.

—No pareces de 19 —bromeo.

—Tienes razón sobre lo que me dijiste de Addy. No era para mi. No lo había visto. Supongo que seguía aferrado a la idea de un nosotros. Supongo que aún la idealizaba porque había sido la única novia que había tenido. 

Había estado con Brandon en la misma escuela, en los mismos pasillos, le había pasado a la par incluso y hasta que estaba muerta tuve la oportunidad de conocerlo. Brandon es un buen chico, no entendía por qué no me di la oportunidad de conocerlo antes. O de sostenerle la mirada solo un poco más cuando pasé a la par suya aquellos días de febrero.

No apreciamos las cosas importantes.

—Lo siento, sé que encontrarás el amor algún día. Como te dije, hay amores que traspasan incluso la muerte. ¿Son ideas mías o te veo un poco más grande hoy? Hasta te salió barba —le dije. Era cierto, ayer no se la miré.

—¿Qué? ¿Barba? No tengo barba. Jamás he tenido barba. Eso no puede ser —se toca la cara, sintiéndose los pelitos.

—Sí la tienes —afirmé.

—Es el estrés.

—Sí, claro.

En eso la red se movió.

Brandon y yo nos pusimos en alerta de inmediato.

—El pez mordió el anzuelo.

—¿Qué hago? —inquiero sintiéndome inútil.

—Solo tira de ese lado mientras yo lo hago de este. Con fuerza si, Sam, sé que tienes fuerza.

Tomé de mi lado y empecé a tirar de él, con toda la fuerza que mi cuerpecito me podía dar. Hacíamos y hacíamos fuerza hasta que logramos sacar la red y la logramos poner dentro del bote.

Para nuestra sorpresa: había un enorme pez dentro, saltando en busca del mar.

Miré a Brandon, quien ahora se miraba perplejo y atontado sin saber que hacer.

—¡Lo atrapaste! —exclamé eufórica.

—Lo atrapé —se dijo más a sí mismo.

—¡Sí! ¡Lo atrapaste al fin!

Brandon miró del pez a mi y luego del pez al mar. Se arrodilló, desenredó al enorme pez de la red, lo tomó en sus brazos y lo lanzó al mar.

Lo miré sin entender.

—¿Qué hiciste? —me acerqué— ¿no querías atraparlo acaso?

—Sí —se sienta en el mismo lugar de antes. Me siento también— pero pensé en que si al fin atrapaba al pez ya no tendría nada que hacer de ahora en adelante. Venir aquí me ha hecho olvidar que estoy muerto y que no hay nada más para mi. Venir aquí me ayuda a olvidar. Intentando atrapar al pez me hace sentir... vivo. Pensar que no lo haré más es... difícil. ¿Qué haré después? No tengo nada.

Y quizás tenía razón. Había muerto en esas mismas redes intentando atrapar al pez, luego había pasado cada día en seis años en lo mismo, de alguna manera lo hacía sentir vivo, de alguna manera lo hacía rabiar, de alguna manera le daba esperanzas para el día de mañana.

Mañana sí lo atraparé se decía. Así que ahora que por fin lo hizo... quizás pensó que era lo que lo mantenía con vida. Cada día. Y si lo atrapaba ya no tendría un mañana qué planear o qué esperar.

Y eso me entristeció.

Me acerqué a Brandon y lo abracé.

—Hiciste lo correcto, Brandon —sobé su espalda. Solía sobar la espalda de Jay... Jason. Así que dejé de hacerlo. Quería dejar de recordarlo.

¿Sam? ¿Estás allí?

Sentí cómo se comprimía mi corazón al escuchar su voz de nuevo. Estaba allí otra vez, Jay quería hablar conmigo. Cerré los ojos e intenté que esa voz desapareciera.

—¿Qué pasa? —pregunta Brandon al notar mis acciones.

—Jayson está hablándome otra vez. No quiero escucharlo. Quiero que se aleje. Que me deje en paz.

Por favor, Sam, te necesito más que nunca. No quiero vivir sin ti. Por favor escucha mi voz. Aférrate a mi voz para que encuentres el camino de vuelta a mi. De vuelta a casa. Sé que me escuchas. Quiero decirte que te amo incluso más que ayer. Eres mi media luna. Necesito que vuelvas para sentirme completo.

¿Por qué me torturaba de esta forma? ¿Por qué seguía hablándome? ¿Por qué no simplemente se iba con ella y me dejaba a mi tranquila? Así lo olvidaría más fácil.

Y tampoco entendía por qué tenía la esperanza de que volvería.

—¿Sabes? No tuve oportunidad de decirte nada ayer pero...

Empezó a llover.

—Debemos volver —le dije, las olas estaban agrandándose más— es mejor estar en tierra firme —tomé un remo y empecé a remar.

—Sam, quiero decirte esto. Es importante.

—Me lo dirás en tierra firme —le digo.

—Espera, no, espera —me dice, deteniéndome el brazo para que dejara de remar.

—¿Qué? —lo miro.

—Es el mismo tipo de ayer. El condenado. Está en la playa. No podemos salir. Nos verá.

Miré a lo lejos a un tipo en la playa, caminando de un lado a otro.

—¿Qué haremos entonces? Las olas empiezan a ponerse feas. Da miedo.

—No moriremos otra vez.

—Pero no quiero caer al agua.

—Esperaremos que se vaya. Es extraño porque no lo había visto por aquí.

—Si, o quizás alguien le dijo que estábamos aquí.

—Sobre ti. Le hablaron sobre ti. Se dice que un alma nueva es más fácil llevársela a la oscuridad.

—¿Qué? —lo miré atónita.

—Lo siento, tenías que saberlo.

Sam, escucha mi voz.

De pronto escuchaba a Jay detrás de unas enormes rocas. Dios, estoy loca.

Sam, usa mi voz como brújula.

Seguía escuchando la voz, sin embargo me percaté de algo.

—Vamos detrás de esas rocas, vamos, Brandon, rema.

—¿Qué, por qué?

—Solo hazme caso y rema.

Remamos lo más rápido posible hacia las enormes peñas, pasándoles de lado y llegando del otro lado. Había una playa frente a nosotros en la cual no había nadie.

—¡Sigue remando, Brandon! —seguimos y seguimos hasta que tocamos arena. Salí del bote y corrí algo lejos de la playa. La playa tenía arenas blancas.

—¿Como supiste venir aquí? —me pregunta Brandon con una especie de sonrisa en su cara.

—Jay me guió.

—¿Su voz?

—Sí, escuché su voz justo detrás de esa peñas, su voz decía sigue mi voz, Sam y eso fue lo que hice.

—Tu novio nos salvó entonces.

—No es mi novio ya —bajé la mirada.

—Hay que esperar que pase la lluvia para volver a casa.

—Está bien —me siento en la arena. Brandon se sienta a la par mía y ambos miramos el océano.

Su voz me guió. Jay aún me habla, Jay aún me busca, Jay aún me espera.

¿Qué tenía que hacer ahora con respecto a eso y cómo podría afrontarlo? Si tan solo pudiera hablarle.