El pijama de Luciana era una sencilla bata de seda negra, con delgados tirantes y un encaje que estaba en el ruedo de aquella fina pieza y la hacía ver más corta de lo que en realidad era. La bata cubría únicamente una parte de sus muslos pero la pieza de encaje dejaba ver piel de una manera tan misteriosa que era sumamente provocativa.
Claro, al menos era así para Juan Daniel que está mirando fijamente cuando salía del baño.
—¿Sucede algo? —Sí, sucedía algo entre sus pantalones pero no podía ser tan descarado de decir aquello.
—No, solo me asaltan ciertas dudas.
—¿De qué tipo?
“De muchos tipos” quiso decirle, aunque la pregunta real era porque ese pijama que ella había usado la noche anterior se veía aún mejor esa noche, esa última noche.
—No te gusta el jugo de naranja con el
