TRECE Con una furia de fuego, los ojos de Sam se abrieron de golpe. Miró a su alrededor, no tenía idea dónde estaba. Sentía como si tuviera una película sobre sus ojos, como un filtro. Algo era muy, muy diferente. Se dio cuenta de que estaba en un enorme cuarto de piedra. Aunque estaba en penumbras, podía ver todo con claridad. Como si tuviera vista nocturna. Pero era más que eso. No sentía que fuera el mismo. Sintió un nuevo tipo de poder corriendo por sus venas, a través de todos los poros de su cuerpo. Su sentido del olfato se había agudizado, como su sentido del oído. Se sentía furioso. Enjaulado. Sentía la necesidad de destruir algo. Con su sentido del tacto agudizado, pudo sentir, sin necesidad de mirar, que tenía sus brazos y piernas esposadas. Sintió el frío del metal cortando
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