Desde la detención de Adiel, Audi no tiene descanso. Sus pensamientos están llenos de venganza, odio y desesperación. Estos pensamientos giran de manera brusca en ella y la hace cometer error tras error. Vestida en jeans negros, una blusa blanca con cuello de volante se mostraba elegante. Sus zapatillas altas y su gran bolso de calidad, mostraba una imagen de mujer fina y adinerada, aunque la realidad fuera otra. Apagó el auto y miro el tanque de gasolina que ya le pedía reserva. Suspiro. Tendría que pedir un adelanto para llenar el tanque del auto y otros gastos. —¡Maldito, Adiel! — murmuro. Miro su fino reloj de pulsera. A las nueve era su visita. Por fin lo podría visitar. Ya llevaba ocho días encarcelado. Llegó a la recepción de Vitalcar y se encuentra con uno de los mensajeros que