Pasaron días en tranquilidad y las dos chicas se relajaron. Soledad pensó que Cristian ya no la buscaría y Clara ya no estaba tan aprensiva. No había pasado nada en casi dos semanas, así es que podían descansar. Una tarde, a la hora de salida, fueron atajadas por la jefa del local. ―Sole, necesito que te quedes un poco más tarde, hay unos documentos que falta revisar, necesito que lo hagas tú ―le dijo con algo de pesar. ―Claro, no hay problema. Amiga, ¿me esperas? ―le preguntó a Clara. ―No, hazlo tranquila, yo me voy a la casa para preparar el almuerzo de mañana, así no nos acostamos tan tarde. ―Bueno, con cuidado, avísame cuando llegues. ―Sí, obvio. Te mando mi ubicación en tiempo real. ―Okis. ―Nos vemos. ―Chau. Soledad recibió las carpetas que debía revisar, eran uno