Voy a presentarme, como ya dije en el prologo tengo 27 años.
Mi familia es un tanto extraña, mi madre Melissa Jones actúa como si nunca y hubiese tenido una hija, para ella soy un error, mi padre Michael Jones, el es un empresario muy conocido, es el único que me ama y me defendió de ella siempre, también tengo un hermano mellizo Jack Jones al cual apenas veo pero lo amo mucho.
Mi nombre es Amelie Jones, soy sociable, adicta a los libros y a las r************* , hay momentos en los cuales soy muy ambiciosa, cuando quiero algo lo obtengo, supongo que eso lo herede de mi madre.
Pero no estamos aquí para hablar de mi, hablemos de mi hermosa historia en la cual gracias a una borrachera le pedí a mi jefe un hijo.
Pensaran que perdí la chaveta, pero siendo sincera me alegro de haber tomado todo lo que tome ese día, de ser lo contrario nunca hubiera enfrentado a Pablo Johnson y en este momento estaría recostada en mi sofá mirando The Fall mientras como dos kilos de helado.
Pero no, estoy aquí, recostada en mi cama, con mi bebé durmiendo en la habitación de al lado y escribiendo esto en un diario viejo.
No crean que los estoy spoileando si ya les dije que el aceptaba tener un hijo conmigo, pero bueno comenzaré a narrarles mi historia.
✨✨✨✨✨✨
- Mierda. - murmuro mientras corro por las frías calles de Seattle, a penas llegue a casa a darme una hermosa ducha así poder llegar presentable al trabajo. Por que dudo que me dejaran pasar si llego con una micro top que solamente cubría lo esencial y lo mismo con la pollerita tan cortita junto a las bucaneras.
Parecía una puta, pero vamos solo disfruto mi solteria, aún sigo con el alcohol siendo dueño de mi cuerpo y de mis acciones.
Entro al edificio y ignorando la mirada extraña de mis compañeros apretó el botón del ascensor impaciente esperando que este bajase, cuando al fin se abren las puertas decido darme una retocada al maquillaje, estaba maquillada sencillamente, odio maquillarme para llamar la atención.
Un pitido sale del ascensor avisandome que ya llegue a mi destino, literalmente corro hacia mi escritorio mientras observo mi reloj, son las 7:50 y mi horario de entrada es a las 8:00 he llegado diez minutos antes lo que es una alegría.
Se escucha el sonido del ascensor y este se abre mostrándome a mi jefe, tan impecable como siempre, con su ya acostumbrado traje gris, es tan caliente, hasta te mojas con solo mirarlo.
- Srta Johnes quiero mi café en mi oficina en diez minutos. - lo dice mirándome de reojo mientras sigue con su camino.
Ni un buenos días Amelie, nada.
Decido ir a hacerle su café a ese hombre ingrato, será lo sexy que sera pero es un desagradecido, ya se que llevo trabajando aquí un mes pero es que me enfada que no tenga modales.
Camino a llevarle su café con mucha espuma me choco con una masa de músculos. Al levantar la mirada unos ojos grises penetrantes me miran con curiosidad.
- ¿Ha usted dormido?
- ¿Y eso a usted que le importa? - le digo mientras me adentro a su oficina a dejarle el café sobre la mesa, pero cuando me dispongo a salir resulta que ha cerrado con seguro la puerta.
- Me importa Amelie, por que eres mi empleada y como tal debes de saber que soy tu jefe y que si sigues respondiéndome de esa forma acabaras de patitas en la calle. - me mira amenazante.
- Pues ya que le importa le contare. - me siento en su silla de presidente y me cruzo de piernas causando que mi falda se suba un poco, el baja inmediatamente la mirada hacia mi muslo el cual esta mostrando más de lo debido.
- Te escucho. - me mira a los ojos ahora y con una estúpida mirada de superioridad.
- Resulta que anoche que fui de fiesta ¿sabe jefecito? Y bueno se me paso la hora y cuando me di cuenta ya eran las ¡6:30! La ciudad era un maldito asco y cuando llegue a mi casa me duche, me vestí y literalmente corrí hacia aquí, y todo resulta que fue en vano ya que llegue diez minutos antes.
El solo me mira con una mirada enfadada, como si quisiera darme tal golpiza de que no la olvidaría en meses.
- Eres una jodida irresponsable Amelie, 27 años tienes, ya deja la fiesta y hazte responsable de tu vida ¡como la adulta que eres! Y por favor sal de mi silla, no tienes por que estar sentada allí. - me mira mal, muy mal tanto que creo que quiere asesinarme con la lapicera que esta junto a el, pero no lo hace por que dañaría su figura en el mundo empresarial.
- Bien, Pablo primero que nada tu no eres nadie para gritarme, segundo tengo una horrible jaqueca y tercero ¡quiero un hijo tuyo!
Mierda, ¿que acabó de decir? He metido la pata, y hasta el fondo.