Narra Bayron
La había acostado en la cama con el cabello esparcido alrededor de su rostro, una almohada debajo de su delicioso trasero y sus piernas lo suficientemente abiertas para ofrecer una vista perfecta de lo que había comprado. La miré, sus jóvenes pechos maduros, su coño desnudo goteando miel.
Hacía tanto calor verla gotear por mí. Mis bolas dolían por la liberación. Demonios, ella era absolutamente perfecta. Y ella era toda mía. Comprada y pagada. Todavía no podía superar el hecho de que tal belleza pudiera permanecer intacta a su edad. Un pensamiento extraño pasó por mi cabeza. De ella después de esta noche. Con otro hombre. Me llenó de una furia incontrolable, que no podía entender. Ella solo estaba aquí para mi placer. Nada más que eso. Pasé mi dedo posesivamente por el inter
