Virginidad Subastada

La decisión de Lauren

Narra Lauren

Estaba en shock, del tipo que me enojaba tanto que comencé a temblar. No recordaba haberme movido por la habitación, pero en un instante, mi mano se cerró alrededor de la muñeca de mi madre y la estaba levantando con todas mis fuerzas. Luché, pero las lágrimas me cegaron y me hicieron delirar de furia.

—¡Levantate!—le grité.

Mi madre estaba tan sorprendida de verme.

—Lauren—susurró.

Escondí mi cara de la de ella, mientras la levantaba y luego me giraba hacia la mujer.

—¡Vete!—le grité—Vete a la mierda de aquí, y puedes llevarte tu maldita ropa contigo—estaba temblando tanto que mis palabras eran incomprensibles—¿Cómo te atreves a tratar a mi madre como si fuera un pedazo de mierda que pisaste? El hecho de que haya atravesado tiempos difíciles no significa que puedas tratarla así.

Mi mamá tomó mis brazos para jalarme hacia atrás y detenerme.

La mirada de la mujer vagó entre los dos. Finalmente, ella negó con la cabeza.

—Te doy hasta mañana por la tarde —dijo con frialdad—.Después de eso, hemos terminado. Estoy sacando todas nuestras existencias.

Luego salió de la tienda.

La miré con furia, deseando poder lastimar su arrogante trasero, incluso la mitad de lo que ella sin corazón había lastimado a mi madre. Por un segundo, cerré los ojos para calmarme, luego me sequé las lágrimas de las mejillas y me di la vuelta para encontrarme con el rostro blanco de mi madre.

—¿Qué estás haciendo aquí?— preguntó, como si nada hubiera pasado, a pesar de que sus labios temblaban—¿No tienes que estar en clase?—vi a mi madre luchar con todo lo que tenía en ella, para seguir de pie, para hacerme creer que su orgullo no se había roto en mil pedazos por lo profunda y completamente humillada que había sido frente a Martin y a mí. Sin embargo, no pudo mantener esa compostura por mucho tiempo. Antes de que pudiera desmoronarse frente a nosotros, se dio la vuelta y volvió corriendo a su oficina—.Necesito hacer una llamada rápida, dame un momento—su voz sonaba estrangulada y espesa.Le di varios minutos mientras me unía a Martin en silencio para colgar la ropa que había sido arrojada al suelo.

Cuando terminamos, Martin asintió hacia mí.

— Ven con ella—nunca lo había oído sonar tan triste.

Me dirigí a su oficina, luego me di la vuelta.

—¿Te han pagado, Martin?

Sacudió la cabeza en silencio.

Llamé a la puerta.

—Adelante—llamó mi madre.

Abrí la puerta a la brillante sonrisa de plástico de mi madre. No le devolví la sonrisa. no pude

Su sonrisa vaciló.

—¿No tienes clase?—ella preguntó—.No estás destinada a estar aquí

Me acerqué a ella y la envolví en un gran abrazo. La pobre temblaba como una hoja.

—Oh, mamá, lo siento mucho, mucho— sollocé. Me palmeó la espalda como si fuera una pequeña.

—Está bien, cariño. Se resolverá solo. Verás. Sólo necesito una gran venta. Entonces todo estará bien. No sé por qué me comporté así.

Me alejé de ella y la miré a los ojos. Ella me rogaba que le siguiera el juego. Para fingir que nada estaba mal. Fingir que no había visto su abyecta humillación. Ahora, me sentía más que arrepentida de haber perdido el control... de no haber podido esconderme, para que ella no supiera que la había visto en ese estado.

De alguna manera, hice que mi boca se moviera.

—Lo siento por interferir—me disculpé—.Tengo clase, pero pasé para disculparme por lo de anoche y decir que no tengo que trabajar esta noche, así que cocinaré. Podemos comer tu platillo favorito.

—Oh... ¿chateaubriand con salsa bordelesa?

Le sonreí a mi madre. En cierto modo, había que admirarla. La burbuja que había construido a su alrededor estaba hecha de teflón.

—No, eso no. Estaba pensando en curry verde y arroz.

Ella sonrió.

—Eso sería maravilloso, cariño. Elegiré una botella de algo agradable para acompañarlo.

Me mordí la lengua, pero no dije nada. Déjala tomar su botella de algo rico.

—De acuerdo mamá—llegué a su cara y le quité las gafas.

Ella chasqueó la lengua.

—Oh, no puedo creer que salí usándolos—se tocó las gafas.

—Te quiero, mamá—mi voz se quebró.

Los ojos de mi madre se llenaron de lágrimas.

—Yo también te amo. Ahora quiero que vayas a clase y dejes de pensar en nuestras finanzas. Arreglaré todo. Lo prometo. Estaremos bien.

Asentí con la cabeza con una sonrisa y repetí sus palabras: —Estaremos bien.

—Esa es mi chica—dijo con aprobación.

—Hasta luego, entonces—dije y salí de su pequeña oficina en la trastienda.

En el último año, lo habíamos perdido casi todo: mi padre, nuestro estatus, nuestras casas, nuestros autos, una buena parte de nuestros 'amigos', incluso nuestra tranquilidad. Ya no. Mi madre iba a mantener su orgullo. En ese momento determiné que me aseguraría de que pudiera mantener la cabeza en alto nuevamente. No iba a perder la casa de la abuela. Cuando salí de la boutique, no me dirigí a Universidad, sino que saqué mi teléfono y llamé a Madison.

—Entonces, ¿hablaste con tu mamá acerca de abandonar la tus estudios?

—No lo hice—respondí—.No había necesidad.

Su voz se volvió tranquila.

—¿Por qué?

—No vamos a perder nada más, Madison. No voy a abandonar la Universidad, y ella tampoco va a perder su tienda o la casa. Voy a participar en la subasta de la virginidad.

—Uh, en realidad, no creo que sea una buena idea, Lauren. Estaba molesta conmigo misma hoy. Fue tan estúpido de mi parte mencionar ese tema anoche. No eres así y no deberías tener que hacer cosas de las que te arrepientas por el resto de tu...

—Madison…—la detuve en seco—. Mi mamá se arrodilló hoy y le suplicó a una maldita perra de nuestra edad que quería apoderarse de algunas de sus acciones porque no le habían pagado. Esto ahora está más allá de mi ir a la universidad. Preferiría morir antes que ver a mi madre perder su dignidad de esa manera otra vez.

—¿Qué hay de ella? ¿Estará bien con la forma en que estás a punto de perder el tuyo?

—Esa no es mi dignidad— argumenté obstinadamente—.Mi dignidad está en mi capacidad de cuidar a mi madre.

—Lauren, no tienes que...

— Voy a hacer lo que tengo que hacer. Mi decisión está tomada.

—No me perdonaré si esto sale mal, Lauren... si esto te daña.

—No te preocupes por eso. Envíame el número de tu amiga ahora mismo.