MADS
Cuando llegué a casa de mi madre dado que el lugar llevaba un tiempo abandonado tuve que hacer una jornada de limpieza extrema para comenzar a hacerlo habitable; todos los muebles estaban cubiertos por sabanas así que mientras las retiraba le pedí a mi pequeña que se quedara con sus muñecas en la terraza trasera jugando mientras, para que no se enfermara por el polvo; tenía mucho trabajo que hacer, pero eso no iba a detenerme; un par de horas después miré mi teléfono y no me sorprendió tener 58 llamadas pérdidas del infeliz qué no debía ser nombrado; rodé los ojos muy indignada con su descaro, había que ver que su cinismo no tenía límites, no quería saber nada de él y no quería enfrentarlo en un futuro cercano porque creía que podía cometer una locura que me llevaría a la cárcel. Me
