[PASADO]
13 de diciembre, 2009
Santa Mónica, California
Se supone que mi cumpleaños fue el 9 de diciembre, pero como cayo en medio de semana, hoy es mi celebración “oficial.” —¡Feliz cumpleaños! — exclaman todos mientras que mi madre camina hacia la mesa con mi pastel de chocolate favorito y empiezan a cantarme "feliz cumpleaños." Como siempre, mi mirada solo se concentra en Cristian, en sus ojos profundos, en su rostro que parece tallado a mano y en su perfecto cabello castaño claro.
«Es tan guapo» pienso por dentro y sonrió.
—Pide tres deseos cariño. — me recuerda mi madre cuando todos me miran expectantes a que sople las velas que forman el número 17.
Miro a todos mis compañeros del colegio, miro a mi familia, y lo miro a él.
«Que Cristian se fije en mí, que Cristian se fije en mí, que Cristian se fije en mí.» Repito por dentro y soplo las velas mientras que todos aplauden celebrando este nuevo año de mi vida.
Entre música, baile y trozos de pastel, las horas pasan hasta que ya es más de media noche y todos se marchan excepto él, ya que sus padres y los míos aun conversan entre copas de vino en el salón.
—Cristian. — digo acercándome a él y me mira después de darle otro sorbo a su coctel. —Vámonos a algún sitio a seguir celebrando. — le pido y me mira con dudas. —¡Anda! — insisto y lo tomo del brazo haciéndole reír.
—Eres demasiado insistente cuando quieres. —se queja, pero a la vez se sonríe. —Vamos, creo saber de un sitio donde te dejaran entrar. — me dice y luego se acerca a nuestros padres. —Franco, Lucia. — dice llamando la atención de mis padres —¿Me dan permiso de ir con Hanna a seguir festejando su cumpleaños? — les pregunta y no puedo dejar de pensar en que somos tan perfectos juntos, su familia y la mía se conocen a la perfección, nosotros dos nos conocemos hace años y nos llevamos demasiado bien.
Mi padre le sonríe —claro que si hijo, vayan tranquilos, eso sí, cuídamela. — le pide y Cristian se sonríe.
—Como siempre Franco. — accede y me mira —¿Vamos? —
—Vamos. — digo con más entusiasmo de lo normal y busco rápidamente mi pequeño bolso para luego irnos de aquí.
Caminamos en absoluto silencio hasta su auto color rojo y el cómo todo un hombre detallista, me abre la puerta para que me suba y luego se sube del otro lado.
—¿A dónde iremos? — pregunto emocionada mientras que el arranca el auto.
—A casa de un amigo, tiene una fiesta allí a la que me ha invitado y no nos hará problemas porque seas menor de edad. — me explica mientras conduce y como una tonta, me emociono por ir por primera vez a una fiesta con él.
—¡Genial! — respondo de inmediato y subo el volumen de la música para disfrutar del camino y bailar como tanto me gusta mientras el conduce.
No pasan ni veinte minutos cuando ya el estaciona frente a una enorme casa color blanca frente a la playa y apenas bajamos del auto, la música ya se escucha desde la calle. Hay mucha gente en el jardín exterior de la casa y todos son más o menos de la edad de Cristian.
—¡Me encanta! — digo emocionada mientras vamos caminando por el jardín para entrar a la casa.
—No quiero que te separes de mí, ¿de acuerdo? —me pide y por dentro me ilusiono de que me quiera cerca —hay muchos idiotas aquí y eres mi responsabilidad. — aclara y de inmediato todas mis ilusiones se ven en el suelo. El me mira serio y yo solo asiento para luego entrar juntos a la casa.
Saluda a muchos chicos que por cierto son bastante guapos y a unas cuantas otras chicas que se nota que mueren por él y para mi propio mal, son mucho más guapas que yo. —Hanna, te presento a Martin, Malena, Sergio y Alejandro. — me dice y los saludo uno a uno —chicos, ella es Hanna y hoy es su cumpleaños. — les explica y Malena me mira despectivamente.
—Y ¿qué? ¿Cuántos años cumple? ¿15? — le pregunta y mi mirada de inmediato se centra en ella con rabia.
«Si, ella es bastante guapa, rubia, ojos celestes y bastante voluptuosa, pero ¿Quién se cree que es?»
—Cumplo 17. —digo firme y ella me ignora para simplemente tomar a Cristian del brazo y llevárselo.
—Bailemos guapo. — sentencia y me deja sola aquí con estos tres chicos que son prácticamente desconocidos.
—¿Quieres bailar? — me pregunta Alejandro y niego.
—No gracias, con permiso. — digo y comienzo a caminar entre la gente hasta que al salir al jardín trasero que está conectado con la playa.
Para mi propia sorpresa, hay una mesa llena de tragos y botellas de licores varios y entre ellas encuentro latas de Smirnoff Ice y me llevo dos para luego alejarme hacia la playa. Realmente no quiero ver a Cristian bailando con esa rubia. Llevo años enamorada de él y ni siquiera voltea a verme, quizás es que soy fea o muy chica aún para él, o quizás es que todo ese mundo del arte comienza a hacerle buscar otro tipo de gente con quien relacionarse para conseguir sus objetivos, no lo sé.
Al llegar a la playa, busco un sitio totalmente apartado y solitario, me siento alejada del mar, de las luces y de cualquier persona que pueda verme.
«Este definitivamente no era el plan que tenía para pasar mi cumpleaños con Cristian.»
Abro la primera lata de Smirnoff Ice y comienzo a beberla tal y como si fuese agua a pesar de que al pasar por mi garganta me quema y me hace rechazar el primer sorbo. Sigo escuchando la música a lo lejos y de fondo suena el tema de moda de los Black Eye Peas, “I got a feeling.” Es uno de mis favoritos actualmente y quisiera estar bailándolo y saltando, pero no quiero si no es con Cristian.
«Vine aquí para pasarla increíble y él está con ella.»
—¡Aquí estas! — escucho su voz mientras abro la segunda lata de Smirnoff Ice y al voltear a verlo puedo ver la sorpresa en sus ojos.
—¿Qué quieres? Vete con la rubia. — me quejo y me levanto para alejarme de él, pero me sujeta del brazo.
—Creo que deberías dejar de beber, no estas acostumbrada. — me regaña.
—¡Y tú no eres mi padre! —me quejo y muevo mi brazo para que él me suelte, pero ante mi torpeza, me caigo en la arena haciendo que Cristian caiga sobre mí y que la lata de Smirnoff Ice haga lo mismo pero un poco más lejos.
—Claro que no soy tu padre. — dice tan cerca de mis labios que no puedo evitar levantar un poco mi cabeza y ser yo quien le bese primero tomándolo por sorpresa —Hanna. — murmura apartándose de mi rápidamente —¿Qué haces? — pregunta ahora alarmado.
Llevo mis manos a su nuca y le sujeto con fuerza mientras me pierdo en su mirada —Es obvio lo que hago Cristian, me gustas y mucho. — le confieso y vuelvo a besarlo con tanto ímpetu que él no puede más que responder a mi beso y no sé si es porque siente lo mismo que yo o es que se está dejando llevar, solo sé que me besa como siempre lo había soñado.
Es un beso de esos que te pueden dar solo una vez en la vida y que parece detener el tiempo —Hanna. — ontenta decir, pero no le dejo hablar cuando le vuelvo a besar.
—No te detengas. — susurro sobre sus labios y al parecer esto hace que no dude más y sus manos comiencen a levantar mi vestido con urgencia.
Como toda una inexperta, mis manos tiemblan mientras levanto su camiseta y con su ayuda termino de quitársela dejándolo caer a un costado y él por su parte termina de quitarme mi vestido pasándolo por mi cabeza y dejándolo a un lado también.
—Hanna. — dice agitado.
—Shhh... no lo pienses tanto, continua. — le pido y voy desabrochando su cinturón con prisa mientras que su boca se pasea de mis labios a mis pechos y los va liberando de mi sujetador de encaje color azul al igual que mi vestido. Es la primera vez que un chico me besa allí y es tan placentero que una corriente eléctrica desconocida se apodera de mi haciendo que de mi boca se escape un jadeo que le hace sonreír.
Él va viajando por mi abdomen, me besa en puntos que nadie nunca había visto en mí y bajo mi atenta mirada, él se arrodilla entre el espacio que hay en mis piernas, se quita el pantalón y su bóxer todo de un solo movimiento. No sé exactamente en qué momento se ha quitado los zapatos, pero ahora busca algo en el bolsillo de su pantalón y el verle sacar un condón me hace sonreír —Hombre prevenido. —digo y por primera vez me atrevo a mirarle con detenimiento. Es verle desnudo frente a mí y sentir un mundo nuevo de sensaciones, ni hablar de cuando se coloca el condón y luego lleva sus manos hacia la cintura de mi braga para quitármela y dejarme expuesta ante el de una manera que nunca lo he estado con nadie.
Vuelve a acomodarse sobre mí y me besa con tanta urgencia que siento que me arrancara los labios mientras me besa, quiero responder con esa misma intensidad, pero me pierdo en un laberinto infernal que me encanta y me enloquece aún más cuando aparta mis piernas un poco más y entra en mi de un solo movimiento.
—¡Mierda! — grito ante el dolor que esto causa en mí y su mirada cambia por completo.
—j***r Hanna... ¿es...? —intenta preguntar.
Le tomo del cuello y lo beso —eres el primero, pero no lo pienses tanto, tómame. — le pido y entre una mezcla de sorpresa y rabia, él comienza a moverse en mi lentamente. Es magnífico, inesperado y excitante. El chico de mis sueños está haciéndome suya en medio de esta playa y no cambiaría este momento por nada.
Cada movimiento que él hace en mi es más placentero que el anterior y algo nuevo ocurre en mí, es un fuego que me recorre por dentro que me hace temblar y callar mis gritos en su boca mientras que siento que todo empieza y termina aquí y para mi sorpresa él se encuentra igual que yo y mordisquea mi cuello levemente mientras que siento como nuestros cuerpos ya no resisten más haciéndome comprender que he tenido mi primer orgasmo.
—Dios... — digo entre medio de la felicidad y miedo que siento en estos momentos y sale lentamente de mí.
Cristian se quita el condón mientras que yo intento sentarme en la arena y luego me mira —me debiste decir que... —pronuncia y resopla. —Rayos…Hanna... — se queja y rápidamente se comienza a vestir mientras que yo voy haciendo lo mismo.
—¿Lo hubieses hecho de saberlo? — cuestiono y me mira serio.
—¿Tu qué crees? Es que... — dice y apenas puede mirarme.
—No le des vueltas Cristian, fue solo sexo, serias tu o cualquiera y ya. — miento y sí, me han dicho que soy buena actriz cuando quiero.
—¿De verdad? Es que... j***r. —vuelve a decir y me pongo de pie para terminar de vestirme.
—Ya, entendí, estás enamorado de otra, no hay problema. — digo y ya con solo mis zapatos en mi mano, comienzo a caminar hacia la casa.
—Hanna. — me llama y volteo a verle.
—¿Qué? —
—Que nadie se entere de esto, ¿sí? —
—No te preocupes, ¿me llevas a mi casa o pido un taxi? —cuestiono fría.
—Te llevo. —dice pasando algunos minutos y puedo notar la incomodidad que hay de parte suya.
Después de habernos despedido de algunos de sus amigos y de su despedida un poco más cariñosa con Malena, Cristian y yo volvimos a subirnos al auto, pero esta vez en absoluto silencio.
—Cristian fue un polvo y ya. Déjame en mi casa y luego regresa con ella quien es realmente la que te gusta. — digo fría cuando ya estamos llegando a la puerta de mi casa y me bajo de inmediato sabiendo que fue la mejor y peor noche de mi vida.